Ortodoxos y heterodoxos. Desarrollistas y liberales. Defensores y críticos del modelo. Militantes de la intervención estatal en la economía y talibanes del libre mercado. Optimistas con reserva y reconocidos profetas del Apocalipsis. Merecedores del público vilipendio de Néstor Kirchner y aquellos a los que, hasta no hace mucho, el ex Presidente escuchaba. Economistas de distintas escuelas, doctrinas y posiciones coinciden: el semestre que se inicia el 29-J, el esperado "día después" de las elecciones legislativas, será cualquier cosa, menos fácil.
"Abocado 100 por ciento a la pelea política, Nestor Kirchner dejó la economía en piloto automático", observa Carlos Melconian de M&S Consultores. ¿Resultado? Escenario de crecimiento negativo para 2009. "El número, hoy, es menos 3. Pero perdió relevancia si es eso, -2 ó 4. Lo importante es que era 8/9 positivo hasta el año pasado", subraya.
El tema es que, con piloto automático, la nave cayó a pique en medio de la tormenta. Datos de la economía real. En abril, la producción de autos registró una raída interanual del3 1,8 por ciento, según la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA). La de acero crudo, 49,5, y la de hierro primario, 61, de acuerdo con la Cámara de la Industria Siderúrgica (CIS). El horizonte tampoco asoma como el mejor. Las importaciones cayeron 43,2 por ciento y las de bienes de capital "principal indicador de la inversión", 46,32, según datos oficiales.
"Afuera, la recesión arrancó en septiembre/octubre. Tardó meses en llegar a la Argentina porque no estábamos tan integrados al mundo. Pero, en las últimas semanas, se aceleró el ciclo de caída. Lo peor todavía, no llegó", augura Carlos Rodríguez, rector de la UCEMA y viceministro de Economía entre 1996y 1998. ¿Qué quiere decir esto? "Que estos sectores, que son los grandes empleadores, todavía no despidieron o bajaron salarios. O, aún, no subieron los precios más que los salarios. Eso llevará tiempo pero es inevitable. A menos que haya un milagro", sostiene.
El lápiz del siempre presente Guillermo Moreno bocetó un índice de desempleo del 8,4 por ciento en abril, igual nivel al que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) acusó un año antes, cuando la economía todavía funcionaba a todo motor. Pero otra fuente oficial, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), divulgó que, en febrero, había 5.554.278 trabajadores registrados, 5,4 por ciento menos que en el último pico de empleo en blanco (mayo de 2008). En tanto, la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL), del Ministerio de Trabajo, admitió que el nivel de empleo en las empresas privadas cayó 1,8 por ciento entre el último trimestre del año pasado y el primero del corriente. El impacto habría sido mayor de no haber mediado el Gobierno para que las fábricas "siderúrgicas, automotrices y autopartistas son leading cases" enfundaran sus tijeras. Unos 70.000 operarios de 2100 empresas de todo el país cobran, actualmente, parte de su salario ($ 600) con fondos del Programa de Reproducción Productiva (REPRO), la espada con la que la cartera laboral enfrenta al temido gigante: la desocupación.
La sugerencia de Néstor de "no tocar un empleo" tendría la misma fecha de vencimiento que la campaña. Las proyecciones privadas más moderadas pronostican un desempleo, otra vez, de dos dígitos hacia fin de año. Algo que, por supuesto, aporta peso adicional en el descenso de la nave. "El sector externo cayó muy fuerte; también la inversión. El ajuste del consumo (que es lo que sostuvo los índices agregados hasta ahora) vendrá en el segundo semestre, cuando se harán más presentes los efectos vinculados con la desaceleración del empleo y la caída del salario real", advierte Ricardo Delgado, director de Analytica.
Problemas de kaja
"La crisis global fue de una envergadura tan grande, que aplanó las particularidades de los países. Dicho esto, la Argentina ya venía en un proceso de desaceleración de crecimiento. La recesión internacional se inició en octubre. Es difícil pensar que uno se cayó, justo, cuando estalló el mundo. Los indicadores ya mostraban otra cosa desde el conflicto del campo", razona el economista Luis Secco.
El shock externo "fuerte, el mayor desde el histórico Crack del ’29 ", en última instancia, aceleró el deterioro de un modelo, cuanto menos, erosionado en sus fundamentals. Mal que le pese a Cristina Fernández, la opinión de las calificadoras de riesgo, todavía, tiene peso específico en los mercados. Según Fitch Ratings "agencia que ubica a la Argentina entre los "populist countries" de la región, con Bolivia, Ecuador y Venezuela", el país frenó su crecimiento debido a la caída de los precios internacionales, combinado con sus políticas heterodoxas, que condujeron a un deterioro en la confianza de consumidores e inversores, lo que terminó afectando su demanda interna. La economía local depende casi en 80 por ciento de las commodities, puntualizó FR, en su "Latin American Sovereign Outlook 2009". Consignó que, en materia agrícola, "la Argentina será más vulnerable, dado que gastó ampliamente el viento de cola de los últimos años y desalentó la inversión, a través de la continua intervención del Gobierno".
"La inversión cayó fuerte en el primer trimestre, un 20 por ciento interanual.
Hay desconfianza en la actual administración e incertidumbre respecto a la marcha de la economía, factores que se suman al deterioro de los fundamentals que sostuvieron el crecimiento de los últimos años: tipo de cambio real competitivo, superávit fiscal y altos precios de commodities.
El Gobierno carece de instrumentos para compensar una demanda privada e inversión en claro retroceso", observa Osvaldo Cado, de Prefinex.
"El modelo ya hizo agua", asegura Daniel Artana, economista Jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL). "La caída es más pronunciada en la industria y el Gobierno, hoy, no tiene capacidad de respuesta. Gastó el boom de recaudación y enfrenta un problema fiscal similar al de los ’90. No ahorró y, ahora, nadie le presta.
Hay alguna posibilidad de que no haga nada, lo que generará preguntas complejas para 2010. El clima de negocios no será bueno en el próximo año y medio", su diagnóstico. En 2009 habrá déficit fiscal de 0,3 por ciento, proyecta, en un contexto de 5,3 por ciento de contracción del PBI, desempleo del 12 por ciento, 17de inflación y dólar a $ 4,30.
La lupa está puesta sobre las cuentas públicas. "En los primeros cuatro meses, por cada peso que aumentó la recaudación, el gasto discrecional subió 1,8", apunta Secco. Las erogaciones de abril,$ 21.577,5 millones, crecieron 20 por ciento en forma interanual. Los ingresos,$ 22.421,5 millones, lo hicieron en 8. Así, el ahorro primario del mes, $ 844 millones, fue 70 por ciento menor al de un año antes. En tanto, el primer cuatrimestre arrojó un saldo favorable de $ 5344,3millones, un superávit 54 por ciento menor al de enero-abril de 2008.
Hay que cambiar de lápiz para anotarlos datos financieros. Contabilizando los pagos de deuda, en cuatro meses, se acumuló un déficit de $ 763 millones, contra un azul de $ 6428 millones al cabo del primer tercio del año pasado. Sólo en abril, el rojo financiero sumó $ 1715,1 millones, contra un positivo de $ 1611 millones12 meses antes, "porque estamos cumpliendo con los vencimientos de la deuda, contra lo que decían algunos", se ufanó el Secretario de Hacienda, Juan CarlosPezoa, al difundir las cifras.
Una afirmación discutible. Y no sólo por los canjes "por caso, el de los préstamos garantizados de enero o los que se ensayan para los BODEN" elaborados para "pedalear" vencimientos. "Hoy, el Tesoro no logra recaudar para pagar los intereses", analiza Delgado.
En el segundo semestre, el Gobierno debe pagar US$ 14.299 millones, entre bonos y préstamos, con deadlines fuertemente concentrados en agosto (US$ 2648 millones) y diciembre(US$ 6191 millones), en un contextode ingresos a la baja e inexistencia de fuentes alternativas de financiamiento.
Para Delgado, esta es una explicación central de por qué el Gobierno adelantó las elecciones. "Sólo en agosto, vencen US$ 2700 millones. En una economía con poca capacidad para generar divisas, que mantiene la fuga de capitales y la incertidumbre política está presente, haber tenido que pagar eso, probablemente con reservas, hubiese significado algún tipo de turbulencia en el mercado de cambios. Dos meses antes de una elección, habría sido una noticia complicada", amplía.
¿Peligro de default?
"Después de las elecciones, el Gobierno deberá definir si paga (o no) la deuda", asegura José Luis Espert, titular de Espert & Asociados. Nota que un riesgo país de 1300/1400 puntos "cinco veces por encima del de Brasil" ya refleja precios de default. "El mercado no dice que se vaya a defaultear, sino que hay serias dificultades para pagar", aclara. Para Espert, quien pronostica una recesión de 3,5 a 4 puntos este año, las posibilidades, hoy, son 55/45 a favor del cumplimiento.
Sin embargo, a pesar de los petardos de campaña, la Argentina parece lejos de 2001, al menos, en términos fiscales. "En el mercado secundario, los precios de los títulos públicos reflejan default. Pero el default, siempre, es una decisión política", relativiza Secco. "Es evitable. No hay posibilidad de corralito o medidas extremas.
No creo que un país con US$ 47.000 millones de reservas vaya al default por US$ 5000 millones. Es un absurdo", desdramatiza Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central y, alguna vez, economista de consulta de Kirchner.
"Todavía no estamos en crisis fiscal. El nivel a cubrir es manejable", coincide Aldo Abram, director del Centro de Investigación de Instituciones y Mercados de Argentina (CIIMA-ESEADE). "El Gobierno despejó esa incertidumbre al estatizar las AFJP. Ahí, leyó la dinámica fiscal y se dio cuenta de que tenía que hacerse de recursos para honrar sus compromisos", evalúa Delgado.
En el primer cuatrimestre, el Gobierno no tuvo otra alternativa que usar los recursos excedentes de la ANSeS para pagar los intereses de la deuda (US$ 6110 millones en el período), ya que los recursos del Tesoro sólo cubren los gastos operativos, puntualiza un informe de la consultora Econométrica. El paper precisa que el nuevo prestamista del Estado Nacional posee activos financieros por US$ 27.200 millones, de los cuales los títulos públicos suman US$ 16.000 millones.
Ahora bien, alejar el fantasma de default "al menos, en 2009" tiene su precio: consumir las fuentes de financiamiento interno, apunta Dante Sica, economista Jefe de abeceb.com. "El Gobierno permitió que el Banco Central financie al Tesoro, no sólo para cubrir gastos corrientes, sino también deuda. Aumentó la posibilidad de refinanciarse con el Banco Nación. Ya tiene las AFJP y sus carteras de títulos públicos adentro, lo que le facilita hacer roll-overs", amplía. El problema, dice, es que eso no alcanzará para 2010. Además, le exige una escrupulosa administración de la caja, un laurel que, aún, las presidencias Kirchner no supieron conseguir.
"Hasta el año pasado, el Gobierno Manejaba un camión con acoplado por la 9 de Julio y sin tránsito. Hoy va por la calle Defensa: pasa pero sus márgenes de maniobra son mínimos. Cualquier error, rompe un macetero o se traga una pared", grafica Sica.
Receta de cabecera
Hasta aquí, el diagnóstico. En adelante, el tratamiento. En tal sentido, primero el de uno de los especialistas de cabecera del paciente, Eduardo Curia. "Aunque, últimamente, mis recomendaciones no fueron escuchadas", se lamenta el histórico referente económico del peronismo.
"El modelo se desvaneció. Así como desapareció el ciclo expansivo de 2003, en 2008 empezó el deterioro, por factores externos e internos", opina. "Se habla de tipo de cambio alto pero ya no lo hay.
Es una contradicción", ejemplifica. Asegura que ese fue el resultado de una política de ingresos salariales inconsistentes con los fundamentals. "El nivel actual no es realista. El tipo de cambio de equilibrio, que es la variable clave, debería ser $ 4,50/ 4,60", apunta. Advierte que, para que esa corrección sea efectiva, en términos de recuperación competitiva y oxigenación fiscal, deberían acordarse pautas para que empresarios y gremios desactiven la bomba de tiempo inflacionaria que representa la puja precios-salarios.
Sus escenarios son cuatro. Llama al primero "de adecuación coherente". "Es el más difícil, porque significa reciclar el modelo exitoso". Bautizó "de anomia" al segundo. "Falta de reglas. Se desataría si no se puede encuadrar la política, hay reclamos y se plantea monetizar la economía. Y, cuanto más se monetiza, más problema inflacionario se tiene. Si no, hay menos inflación pero se profundiza la recesión". El tercer escenario es el ortodoxo, "un ajuste fiscal dramático". Y el cuarto, "pedaleo": "El tema es que necesita conseguir fondos en forma sistemática, para generar tranquilidad. Pero es un camino transitorio, de desgaste. Si la tesis es llevarlo dos años, ahorra rigores inmediatos. Pero condiciona el futuro, por insostenible".
Elija su propia aventura
Aunque muchos lo desean, pocos analistas dan probabilidades "en rigor de verdad, ninguna" al escenario ideal: que, después de las elecciones, el policy maker del Gobierno "Néstor Kirchner", contradiga su genética, asuma magnánimamente la derrota y, para que su mujer complete su mandato con dignidad, ceda el manejo de la economía a profesionales, que planteen un programa económico y un plan de reinserción en el mundo. Hay rumores de recambio en el Gabinete, pero, sea Ricardo Echegaray o el más fotogénico rostro de Amado Boudou quien reemplace el bajo perfil de Carlos Fernández, olerá a más kirchnerismo, en distintos grados de pureza. ¿Martín Redrado? Sus colegas ponderan su trabajo en el Central y, según trasciende, su voz ganó consideración en el búnker de Olivos. "Pero no será ministro sin una condición: vuelta al Fondo. Y eso significa un programa de recuperación de estadísticas públicas y arreglo con holdouts y Club de París", dicen quienes conocen al otrora Golden Boy.
"El 29 de junio, cualquiera sea el resultado, el Gobierno tiene que replantear el plan económico porque es inviable. Si no, no llega a 2011", vaticina Orlando Ferreres, de O. Ferreres & Asociados. Sin embargo, no traza un escenario catástrofe.
"Ahora, si no se quieren replantear temas estructurales, porque significa tomar medidas impopulares (bajar gasto, recortar subsidios, aumentar tarifas), puede ir tirando. Pero esa opción exige fondos frescos: US$ 12.000/15.000 millones para los próximos dos años. Y el único lugar donde está ese dinero es el Fondo Monetario Internacional", asegura.
"Sin arreglo con el FMI, caída de actividad y de recaudación, el fantasma de default se acerca para 2010", vaticina Eduardo Fracchia, director del Área de Economía del IAE. A diferencia de los ’90, el Fondo remix ’09 tiene mucho cash y pocas condiciones. Sin embargo, prima el escepticismo antes de arriesgar si Kirchner acudirá a esa ventanilla. "De movida, implicaría reconocer que las cifras del INDEC están mal. Y el Fondo es como un club: si querés usar la pileta, tenés que hacerte una revisión médica anual", compara Abram. "El INDEC es en lo interno lo que el Fondo en lo externo: dos banderas irrenunciables para este gobierno", redondea Delgado. Aunque con bajo grado de probabilidad, el approachno es posibilidad 100 por ciento descartada.
"La necesidad tiene cara de hereje", recuerda Miguel Kiguel, titular de EconViews.
Obtener dinero fresco de una fuente externa alternativa a los petrodólares de Hugo Chávez "ya escasean y, ahora, más allá de los intereses, del 15 por ciento, habría que asumir otro costo: el político, dado el episodio Techint" sería la hipótesis del soft landing. La segunda, la del aterrizaje forzoso: ajuste, con fuerte efecto pro-cíclico. ¿Argumento a favor? Que prime alguno de estos tres factores: que Kirchner es un "conservador fiscal" "aún se recuerda que no le tembló el pulso en bajar sueldos, o no pagarlos durante meses, en Santa Cruz"; que, como animal político, sus actos están regidos por instinto de supervivencia; y que mostró que llega al precipio pero no se tira.
"La expansión actual del gasto es incontenible a mediano plazo. Eso lleva a que, después de las elecciones, se caiga en una necesidad de ajustar las cuentas públicas”, indica Pablo Lavigne, de Datarisk. "Subsidios, transferencias a las provincias, inversión en obra pública. Habría que hacer las correcciones por ahí", aporta Maximiliano Castillo Carrillo, director de ACM. Ya hay señales. Una, el recorte en más de 30 por ciento de la cuenta de subsidios, que se tradujo en aumentos de tarifas públicas (los dados y los por venir, en particular, en peajes, transporte y servicios residenciales). Un factor de riesgo en este escenario son los déficits provinciales, apunta Lavigne. Sólo en la provincia de Buenos Aires se estima una brecha de $ 5000 a $ 12.000 millones este año. De 2001 a 2007, el peso del Gobierno nacional sobre el total de las deudas provinciales creció del 15 al 68 por ciento, releva un informe de Standard & Poor’s.
La reforma de la Ley de Coparticipación, además, potenció esa dependencia, ya que las provincias no pueden emitir deuda sin aprobación de la Nación.
Una carta a favor que los Kirchner no dudarán en jugar tras las elecciones.
El aguante
"El Gobierno tiene dos caminos. Uno, sinceramiento: encarar un ajuste fiscal, lo que implicaría un segundo semestre muy duro en nivel de actividad y de empleo, pero sentaría las bases para una suave recuperación en 2010. El segundo escenario es aguantar", describe Luciano Laspina, jefe de Estudios Económicos del Banco Ciudad.
El "aguante" es usar los colchones de liquidez disponibles en el sistema para postergar ese ajuste, explica. "Hoy, la Argentina está obligada a pagar la fiesta y la falta de políticas anticíclicas de los últimos años. Este escenario, que sobrevuela en alguna cabeza del Gobierno, tiene como principal presupuesto la hipótesis de una recesión corta en el mundo. Sería aguantar la transición con esos colchones, hasta que el escenario internacional mejore lo suficiente", amplía.
Esta opción, agrega Laspina, implicaría un segundo semestre menos doloroso en nivel de actividad pero un 2010 más incierto, ya que quedará librado a la suerte global y, siempre y cuando, haya freno a la salida de capitales. "Sin medidas de política económica doméstica, es jugarse a que el mundo haga una recuperación en V, y no en L o U", concluye.
"No sobra nada en el frente fiscal", resalta Kiguel. ¿Qué significa? "Que un país sin crédito ni acceso al financiamiento está obligado a contar los centavos", responde. Para él, la Argentina no tendrá acceso a los mercados mientras no despeje la incertidumbre sobre cómo se financiará.
"Ese es uno de los problemas del segundo semestre. El Gobierno seguirá rascando cacerolas. Utilizará alguna liquidez que haya en el sistema, con el Banco Nación como prestamista, o con algún mecanismo que permita reciclar la liquidez de los bancos a través del Central prestándole al Nación. Con eso, más las reservas, canjes de deuda y otras ingenierías de refinanciamiento, y pidiéndole todo lo posible al BID o el Banco Mundial, se podrá seguir tirando", opina.
Enderezar el avión o conducir el camión doble acoplado por un laberinto. Cualquiera sea la metáfora elegida, en ambas, el final lo definiriá quien está al comando. "Hay un problema económico agravado por el ciclo político. Y la política depende de una persona absolutamente imprevisible", se resigna Rodríguez.
¿Deadlock?
Por estos días, los economistas se ven forzados a oficiar de analistas políticos para elaborar sus pronósticos. La certeza es que el Gobierno perderá mayorías en el Congreso. Pero, en la elección, ¿Kirchner gana? ¿Pierde? ¿Por cuánto? ¿Cómo reaccionará? ¿Aceptará condiciones en la derrota? ¿Dará un "volantazo" hacia la racionalidad? ¿O doblará la apuesta y "profundizará el modelo"? ¿Qué riesgo encierra el Congreso "residual" que quedará durante seis meses? ¿Cumplirá Néstor con su promesa de campaña, "Yo o el caos"? ¿Forzará su exilio en El Calafate o algún paraíso caribeño amigo? Esta incertidumbre tiene reflejo económico: fuga de capitales. Sumó US$ 23.100 millones en 2008 "contra US$ 18.700 millones que hubo entre el último semestre de 2001 y el primero de 2002" y superó US$ 7000 millones en cuatro meses de 2009. Para González Fraga, la principal causa tiene nombre y apellido: "La fuga de capitales está motivada por NéstorKirchner. Superada la instancia política, debería frenarse. El grueso de los portafolios ya está dolarizado".
"La brutal salida de capitales, que superó los US$ 30.000 millones en dos años, hasta ahora, se financió con superávit comercial. Eso impidió una catástrofe mayor", reconoce Curia. La pregunta es qué ocurrirá cuando, producto de la menor demanda externa de bienes industriales y la caída de ingresos, no sólo por precios, sino también por una baja en cantidades "la sequía provocó una producción agrícola 30 por ciento menor en la actual cosecha", el modelo también flaquee en ese fundamental.
Para responder, basta citar una vieja ley: a mayor o igual demanda y menor oferta, subirá el precio. Algo no recomendable en contextos de dos dígitos de inflación. Máxime, cuando el destino del grueso de la fuga no son paraísos off shore, sino colchones y placares. De hecho, la dolarización del sistema creció 53,3 por ciento en abril, hasta rozar el 20 por ciento de los depósitos privados.
Contenido por debajo de los $ 4 antes de las elecciones, el mercado ya da por hecho un dólar por encima de ese valor hacia diciembre, en carrera a los $ 5 hacia 2010. "Un gobierno que entra peligrosamente en déficit fiscal y financiero tiene que emitir activos líquidos. O expropiar a alguien. Una de dos", recuerda Rodríguez. "La depreciación de gran parte de las monedas del mundo respecto al dólar, la posibilidad de disminuir el precio del peso sin afectar demasiado el costo de vida, la competitividad perdida como consecuencia de la inflación y la capacidad de licuación del gasto público en un contexto de reducción de ingresos tributarios, son sólo algunos motivos para elevar el tipo de cambio", enumera Leonardo Chialva, de Delphos Investment. Retomar el ciclo devaluación-inflación es una tentación fácil para gobernantes con voracidad fiscal. "Una suba del tipo de cambio genera más recaudación por los impuestos al comercio exterior y la inflación licúa los egresos, en relación con los ingresos del Sector Público. Además, una devaluación disuelve los pasivos en pesos del Banco Central, lo que tiende a liberar recursos para financiar al Tesoro", explica Abram. Por ello, sostiene, ambas variables se exponenciarán a partir del segundo semestre: "Volveremos en 2011 a niveles del 30 por ciento de inflación, con acelerada suba del tipo de cambio".
En Wall Street, ya hay quienes le colgaron el cartel de "pato rengo" ("lame duck") a la administración CFK después de las elecciones. "Los cálculos políticos continuarán guiando las decisiones del Gobierno lo que, en consecuencia, acentuará la debilidad fiscal y externa del país", asevera un paper que circula entre inversores.
Sin embargo, aún tendrá bastones donde apoyarse para llegar, sin trastabillar, hasta el fin de mandato. "Esto no es 2001, en el que hubo fractura después de lesión, tras lesión: 1999 y 2000 recesivos.
Al contrario, 2009 es el primer año de contracción después de seis años en que venías dulce", analiza Melconian. Otros puntos a favor, dice, son que, de momento, no hay crisis financiera local y que la soja se mantiene arriba de los US$ 400.
"La otra buena noticia es que Brasil ya hizo la V, lo que da un piso de producción a algunas industrias, como la automotriz”, agrega Sica. El mundo insinúa mostrar una luz al final del túnel hacia el primer trimestre de 2010. "Hay un escenario a la vuelta de la esquina. El viento de cola, todavía, está ahí, con la soja a US$ 420", coincide González Fraga. Alcanzaría con normalizar el INDEC, restablecer incentivos a la inversión, eliminar distorsiones generadas por la, en su juicio, "excesiva intervención estatal" y eliminar subsidios, se entusiasma. "La Argentina puede retomar un sendero suave de crecimiento en 2010. Reencauzar la economía no es tan complicado, si hay voluntad política para hacerlo". Nada más. Y nada menos.
.Jose Luis Espert
"Para la economía, será clave si el Gobierno negocia o no con la oposición política, que, seguramente, le exigirá, entre otras cosas, que abandone la guerra con el campo, baja de retenciones y una nueva Ley de Coparticipación. Qué hacen los K frente a esto será fundamental en una economía que, este año, caerá entre 3,5 y 4 por ciento, con una inflación alta, de 15 a 18 por ciento.
El peor escenario es el de confrontación política y sus efectos sobre la economía. Por ejemplo, una profundización de la fuga de capitales, que ya está en cuatro puntos del PBI: US$ 12.000 millones por año. El riesgo país de la Argentina es de 1300/1400 puntos, más de cinco veces el de Brasil. Los precios de los bonos, a este nivel, son precios de default. No es que el mercado diga que vas a defaultear, sino que tendrás dificultad. Hoy, las posibilidades son 55/45 a que se paga. Entonces, más que el resultado de las elecciones, lo que importa es la reacción política económica de los Kirchner frente al resultado. Si siguen siendo tan irracionales, arrancamos una etapa complicadísima.".