“La Argentina se ha visto beneficiada por la gran liquidez mundial. Porque para un país emergente, no es lo mismo tener tasas internacionales altas que bajas. Si bien uno dice que el país está afuera del mercado de capitales, la verdad es que otra hubiera sido la historia si no contábamos con las tasas bajas internacionales que tuvimos en términos reales”, afirmó el economista José Luis Espert, director de la consultora Espert y Asociados.
Al igual que en otros mercados emergentes, la llegada de flujos de inversión extranjera directa se vieron beneficiados por el favorable contexto internacional de los últimos años. Si bien en términos relativos estos flujos fueron sensiblemente menores a los de otros países de la región, sirvieron para consolidar el fenomenal crecimiento económico vivido por el país. Y además, las tasas de interés bajas contribuyeron a que los precios de los commodities exportados se mantuvieran firmes.
Pero en la visión de Espert, estos beneficios se terminaron desaprovechando, algo recurrente en la historia argentina. “Los perjuicios son los que siempre padecemos cuando la plata viene casi “regalada”. Porque los gobiernos creen que la plata “regalada” que entra es mérito de su genialidad (ya pasó en los ‘90) cuando en realidad es mucho más fruto de la suerte. Y entonces pasa que hay una “orgía” de gasto público, que se rifa todo el aumento de recaudación, y en época de vacas gordas nos quedamos casi sin superávit fiscal”. Para el economista, el segundo perjuicio de la elevada liquidez “es el destrozo de reglas de juego y de reputación que cometen nuestros gobiernos durante la época de vacas flacas que siempre sigue a la de vacas gordas y que nos termina matando”.
Nota Original: EL CRONISTA | 06/08/2007