En mayo registró un descenso de un 1,5%, mientras que la inflación fue de un 0,5 por ciento
Después de la señal de preocupación que habían traído los índices de marzo y abril, en mayo el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) le dio una buena noticia al Gobierno. El costo de vida registró el mes pasado un alza de un 0,5%, en lo que constituye la segunda menor suba del año.
Sin embargo, el dato que seguramente fue más festejado en el Palacio de Hacienda fue que la canasta básica de alimentos en ese período sufrió una baja de un 1,5 por ciento. En este caso, para encontrar una caída tan considerable hay que retrotraerse a mayo de 2003, mes en el que Néstor Kirchner asumió la presidencia de la Nación y el precio de los alimentos registró una declinación de un 1,8 por ciento.
La baja se explica principalmente por la carne, que en promedio cayó un 2,4% durante el mes, aunque las bajas fueron aún mayores en algunos cortes populares como el asado (-5,7%) y la falda (-10,8 por ciento).
Sin embargo, la carne no fue el único alimento que exhibió bajas durante el mes pasado. La categoría alimentos, en general, registró un descenso de un 0,3%, empujada por las frutas (-2,4%), aceites (-0,1%), verduras (-0,5%) y algunos productos lácteos.
La baja en la canasta de alimentos de mayo se suma a la que se había producido en abril (-0,7%), con lo que en los primeros cinco meses del año acumulan una suba de un 1,6% contra el alza de la inflación general que en 2006 ya llega a un 4,4 por ciento.
La evolución de la canasta de alimentos es el índice que se utiliza para medir a cuánto deben ascender los ingresos que necesita una familia tipo (dos adultos y dos niños) para no caer por debajo de la línea de indigencia.
Con los datos de mayo, el ingreso necesario para una familia no sea considerada como indigente se ubicó en 391,53 pesos frente a 397,07 que se requerían el mes anterior.
Pauta oficial
En el Palacio de Hacienda destacaron que la suba de un 0,5% registrada en mayo “está en línea” con la pauta de inflación anual de entre un 8 y un 12 por ciento. Además, señalaron que varias de esas subas fueron coyunturales y que la desaceleración del costo de vida minorista está siendo acompañada por los precios mayoristas, que en el último mes registraron la segunda menor suba del año (0,3 por ciento).
El optimismo oficial, sin embargo, no es compartido por algunos economistas, que en su mayoría destacan que los alimentos y esparcimiento fueron los únicos rubros que cerraron con bajas.
En este sentido, subrayan que el resto de las categorías mantuvo la racha ascendente que venía arrastrando desde fines del año pasado, incluyendo algunos sectores en los que el Gobierno había alcanzado acuerdos con los empresarios para congelar los precios, como indumentaria (2,1%), artefactos para el hogar (0,5%) y las escuelas privadas (1,5 por ciento).
“Más allá de las bajas en alimentos el efecto de los últimos aumentos salariales se está haciendo sentir en los precios de varios servicios privados como la educación, la salud y los gastos de vivienda, en los que juegan un papel fundamental los sueldos de los encargados”, destacó el economista Camilo Tiscornia.
Sólo 7 décimas inferior
Por su parte, José Luis Espert destacó que los controles de precios oficiales no están funcionando. “La política del Gobierno de apretar a los empresarios para que no aumenten los precios sirvió sólo para que la inflación acumulada en el año sea siete décimas inferior a la del mismo período de 2005, lo que habla del fracaso de este tipo de controles. Si hay algo que explica la leve desaceleración de la inflación en 2006 no son los acuerdos que impulsa el Gobierno sino la pequeña desaceleración del gasto público y de los incrementos salariales”, manifestó el economista.
Aun los que juzgan de exitosa a la política de control de precios que aplica el Gobierno, señalaron que este tipo de medidas no constituyen una solución de fondo para enfrentar los problemas inflacionarios que tiene la economía nacional. “Los controles sirven para parar la fiebre, pero no para combatir la infección. Si bien está claro que esta política sirvió para frenar las expectativas, para asegurar su éxito en el largo plazo se necesitan otras medidas que incentiven la inversión. Una posible es premiar a las empresas que no aumentan los precios de sus productos con créditos blandos o una baja en la presión impositiva”, manifestó Roberto Dvoskin, economista de la Universidad de San Andrés.
Nota Original: LA NACIÓN | 06/06/2006