Hasta fines de año habrá que mirar hacia el sector de servicios para descubrir la inflación que se viene
Los precios de los servicios para el hogar, la salud, la educación, el esparcimiento, los alquileres y los servicios de cuidado personal están muy retrasados y se recuperarán en los próximos meses
La inflación subió 1,2% en septiembre y, a pesar de las duras acusaciones del presidente Kirchner, la culpa no es de los súper. Además, los precios seguirán subiendo hasta alcanzar una inflación del 12% este año.
Eso creen varios analistas económicos consultados por LA NACION que anticiparon además que los nuevos aumentos vendrán desde el segmento de servicios, que está muy retrasado con respecto a los bienes.
Así, se pueden esperar en las próximas semanas subas importantes en servicios para el hogar (subieron el 11,53% desde la devaluación), alquileres (12,09%), servicios para el cuidado personal (13,29%), educación (29,88%), salud (39,72%) y esparcimiento (31,15 por ciento). Todos estos ítem componen el índice de precios al consumidor y cada uno aumentó mucho menos que el 68,84% de suba de precios que hubo desde la devaluación. Por eso, encabezan el listado de variables reprimidas de inflación.
Los alimentos, en cambio, comenzaron este mes con una baja del 1,62% en la primera semana, según indica un relevamiento recién procesado por la consultora Tomadato.
"No hay una estampida de precios en los súper, ni mucho menos; estas críticas son muy injustas con las cadenas, que han absorbido costos de aumentos de comisiones de tarjetas de crédito y aumentos salariales sin trasladarlos a los precios", indicó Luis Sorichetti, director de Tomadato.
Con él coincidió Rodrigo Pérez Graziano, economista jefe de la Cámara Argentina de Comercio (CAC): "Hubo aumentos del 160% en los precios mayoristas desde la devaluación, y los súper sólo trasladaron a los precios un 68%; el resto lo absorbieron. Eso hicieron los comercios que pudieron, y los demás quebraron".
"Nosotros manejamos una encuesta que hacemos en 126 ciudades y un alto número de comerciantes nos dice que esperan que los precios sigan subiendo; además, se revisó para arriba el pronóstico y estamos pensando en una inflación del 12 por ciento", dijo Pérez Graziano, de la CAC. Otros economistas también revisaron sus proyecciones para este año y ubican ahora el crecimiento total de la inflación entre el 11,5% y el 12 por ciento.
Si se contempla la posibilidad de que la responsabilidad no sea de los súper. ¿De quién puede ser la culpa, entonces? "Del modelo", podría ser una respuesta.
"La inflación es la consecuencia de un choque de trenes; uno es el de la demanda como consecuencia de lo que la infla el Gobierno por los salarios por decreto, por el aumento del gasto y por la entrada de capitales. Por otro lado, la oferta -la inversión- crece a una velocidad menor porque no hay estado de derecho ni reglas de juego, por eso hay inflación", explicó José Luis Espert, de la consultora Espert & Asociados.
"En 2005 se han acelerado los aumentos de los salarios del sector privado formal, que crecieron a una tasa anualizada del 22% en lo que va del año, más del doble de lo que creció el índice de precios al consumidor", escribió en un estudio del Estudio Broda la economista Vanessa Broda.
Mantener el dólar en una neoconvertibilidad en torno de los 3 pesos mientras se devalúa en el mundo también tiene impacto en la inflación.
"El dólar se deprecia en el mundo y nosotros mantenemos el tipo de cambio nominal clavado, cuando debería reacomodarse. Entonces se suma a la inflación en bienes transables y es muy preocupante", declaró Luciano Laspina, de la consultora MacroVision.
Coincide con él Javier Alvaredo, director de MVA Macroeconomía: "Se está generando una falta de flexibilidad que puede haber por el lado de la oferta; yo creo que una pequeña apreciación del peso ayudaría a contener los precios en el segmento más transable (que más se exporta) de los alimentos y tal vez en el sector de alquileres".
Dudas futuras
Los analistas creen que el Gobierno ya está preparando medidas de ajuste para aplicar dentro de dos semanas, no bien pase el domingo electoral. Pero hay dudas sobre las acciones que podría tomar, porque en la semana última circularon algunas ideas distintas entre la Presidencia y el Ministerio de Economía respecto de las medidas necesarias.
El viernes, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, procuró unificar el discurso. Dijo que no había diferencias internas en el Gobierno y que la inflación se debe a la falta de inversión (como sostuvo el ministro Lavagna) y culpó una vez más a las cadenas de supermercados (como lo hizo el Presidente a principios de la semana pasada).
"Comprendo y suscribo la versión del Gobierno de que un poco de inflación no es mala de por sí, pero si se arranca con los mecanismos indexatorios hay un problema -expresó Javier Alvaredo-. Yo creo que luego de las elecciones se vendrán algunos ajustes fiscales por el lado del gasto. Tanto el Banco Central como el Ministerio de Economía adoptaron un discurso común de políticas fiscales y de ingresos para contener la demanda, con algo de política monetaria también. Esas medidas pueden no ser suficientes y entonces habrá que buscar mayor flexibilidad cambiaria y una política monetaria restrictiva."
En opinión de Luciano Laspina, el escenario poselectoral todavía está en discusión y el economista se pregunta cómo reaccionará el Gobierno. "No se sabe si irá hacia un mix de políticas macroeconómicas más moderadas manteniendo las presiones salariales o si se relajará en esos frentes y profundizará la escalada de controles a nivel microeconómico".
Según José Luis Espert, se trata de ejercer algunas opciones.
"El Gobierno tiene que decidir si quiere que en la Argentina siga creciendo salvajemente el negocio corporativo «trucho», con los vivos de siempre que tienen poder de lobby. Y tiene que aflojar con el aumento de salarios por decreto -dijo-. Un país serio fijaría reglas de juego y no se metería a aumentar salarios y a poner el gasto público en los niveles que hicieron estallar a la economía. Y abriría la economía."
En el estudio Broda creen que se debe desacelerar el ritmo al cual crece la demanda agregada. "Hay que hacerlo porque si se mantiene esta tasa de inflación, cuatro veces superior al promedio del mundo, digamos, por dos años, se convertirá en inercia inflacionaria, en indexación generalizada, en conflictos sociales, en expectativas crecientes de inflación y generaría una gran desconfianza respecto a la habilidad de las autoridades económicas para contenerla."
"Ya hemos vivido películas parecidas con estos «veranitos» de crecimiento sin inversiones genuinas, de aumento de capacidad productiva y del aumento del salario real, y a la larga producen una crisis mucho mayor", opinó Rafael Bustamante, presidente de la consultora enfocada en consumo Cicmas Strategy Group..
Conductas inflacionarias
En opinión de los analistas del mercado, la inflación ya está dejando su marca en los patrones de consumo.
Por experiencia, los argentinos tienen un gen inflacionario hipersensible que dispara señalas de alarma cuando aparecen los primeros síntomas de una consistente suba de precios. Entonces comienzan a manifestarse algunos cambios de hábitos.
Los primeros en cambiar sus costumbres son los consumidores de clase baja, porque compran mayoritariamente productos de la canasta básica, que es la más afectada por la inflación, y tienen ingresos precarios (changas o planes sociales) que no se han actualizado. Según explicó Rafael Bustamante, de Cicmas Strategy Group, la clase media y el segmento ABC1 podrían cambiar de hábitos más adelante.
"En este grupo, los comportamientos recesivos pasarían por dejar de lado el consumo de gratificaciones -opinó Bustamante-. Así, puede verse afectado el «veranito» de crecimiento en inversiones inmobiliarias, en turismo y productos electrónicos para el hogar, que están teniendo una explosión desde la salida de la convertibilidad."
Según José Luis Grandi, director general de la consultora Home Research & Analysis, en términos salariales, "hay una masa de gente que obtuvo mejoras y otra porción, mucho más grande por cierto, que no mejoró su situación y es la que más sufre por la inflación".
El analista observa diferencias en el consumo según el segmento socioeconómico al que pertenezcan los compradores. Para los de mayor poder adquisitivo no aparecen las restricciones y siguen comprando las primeras marcas. La clase media logró mejorar la calidad de consumo y, aunque sufre por la inflación, puede seguir comprando primeras marcas. Y observa una notable pauperización del consumo para el segmento de menores ingresos, que es el más numeroso.