La actividad económica en Argentina está hoy en su máximo histórico, superando el anterior record correspondiente al segundo trimestre de 1998 (aunque tiene que crecer 5,4% adicionales para alcanzar el valor en términos per capita), mientras que los indicadores sociales (pobreza, indigencia y desempleo) volvieron a los niveles previos al momento de estallar la crisis en 2001. Así parecería que quedó atrás la peor crisis económica de la historia, que incluyó cuatro años de recesión, una fuga de capitales de residentes por 14% del PIB, el default de la deuda pública y el fin de la Convertibilidad. ¿Es correcta esta lectura que se impone desde el gobierno del Presidente Kirchner en plena campaña de cara a las elecciones legislativas de octubre? ¿La recuperación argentina es un milagro del “nuevo modelo productivo”?
Para responder a esta última pregunta resulta imprescindible hacer la comparación con la experiencia de otros países emergentes, tomando para este análisis los casos de: Brasil (1999, año de la crisis), Chile (1975), Chile (1982), Corea (1997), México (1995), Rusia (1998), Tailandia (1998), Turquía (2001) y Uruguay (2002). El énfasis se colocó en la evolución del PIB per capita (en 1990 Geary-Khamis u$s) antes y después de la crisis, tomando como fuente The World Economy: A Millennial Perspective de Angus Maddison.
La primera conclusión que surge del análisis de estos nueve casos es que el fenómeno de la recuperación económica pos-crisis es generalizado. Se observa que el PIB per capita acumula una suba de más del 10% en los tres años posteriores al momento donde la crisis pega de lleno en los países que componen la muestra, con la excepción de Brasil (1999) y Chile (1982) donde el crecimiento para el periodo fue de 3,4% y 3,0% respectivamente. En la experiencia brasileña debe tenerse en cuenta que tres años después de su crisis tuvo lugar el colapso de Argentina y Uruguay, lo cual puso un techo a su recuperación.
Por otro lado, Argentina ocupa el tercer lugar en el ranking de suba acumulada a los tres años de experimentarse la crisis con 22,1%, ubicándose por debajo de Corea y Rusia que presentan incrementos de 28,2% y 22,4% respectivamente. ¿Es decir que la recuperación Argentina es de las más vigorosas de los últimos años?
Si nos quedamos solamente con lo sucedido con posterioridad a la crisis la respuesta sería sí, pero es necesario mirar la historia previa para acceder a una visión más completa de la realidad. La caída de la actividad entre la crisis y los cuatro años previos en Argentina (19,5%) sólo es superada por la experiencia chilena de 1975 (23,7%). Por lo tanto, el hecho de que Argentina haya sido uno de los casos de mayor recuperación se explica en parte por la mayor caída que había sufrido previamente, con lo cual se disponían recursos ociosos para aumentar los niveles de producción sin necesidad de nuevas inversiones.
Asimismo, otro dato a tener en cuenta es la comparación del nivel de PIB per capita 3 años después de la crisis con el valor registrado 4 años antes: Argentina todavía esta 5,4% por debajo, sólo superado por el caso de Chile (1975) cuando la variación negativa alcanzó 10,5%. Sacando a Uruguay que prácticamente replica el comportamiento observado en Argentina y muestra una caída de 4,4%, en los otros países a los 3 años de superada la crisis el PIB per capita es más de 5% superior al de 4 años previo a la crisis, siendo Corea el record con 41%. El significativo crecimiento de Corea pone de manifiesto la diferencia de naturaleza de la crisis en este país respecto al caso argentino. Mientras que la crisis coreana responde a un problema de iliquidez en los mercados de capitales que una vez superado el país vuelve fácilmente a su sendero de crecimiento, el colapso argentino se debió a una situación de insolvencia que derivó en el defaut generalizado de los contratos y que no se resuelve de un día para el otro.
En resumen, teniendo en cuenta una perspectiva histórica la experiencia Argentina no es algo nuevo. De hecho tiene una gran similitud con lo sucedido en Chile en 1975 en términos de caída del nivel de actividad y posterior recuperación del PIB. Así, “el milagro” argentino deja de lucir tan espectacular.
Asimismo, el hecho de que el PIB se recupere no significa que la crisis haya sido irrelevante. Un estudio publicado por el FMI revela que en general las crisis económicas tienen efectos permanentes, produciendo menores tasas de crecimiento de largo plazo con lo cual la brecha con el resto del mundo se hace cada vez más grande. El futuro desvelará si Argentina cae dentro de esta regla o convirtió la crisis en un punto de partida para un cambio positivo.