Después de verse obligado a postergar el canje de la deuda en default y de analizar la posibilidad de aplazar la renegociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), prevista para mediados de enero el 17 se abrirá el reemplazo de los bonos si consigue un banco, el gobierno argentino comenzó a buscar culpables a semejante fracaso: Los encontró dentro y fuera del país.
Aquí, apunta hacia el ministro de Economía, Roberto Lavagna, quien en sus más de dos años de gestión apareció por primera vez mal parado en su gestión y fronteras afuera escogió como razón de todos sus males al jefe de gobierno italiano, Silvio Berlusconi. El pasado viernes, el presidente Néstor Kirchner volvió a hacer gala de su controvertido estilo: aprovechó un acto popular en la ciudad patagónica de Puerto Madryn, para atacar al gobierno italiano. "Qué actitud distinta la del gobierno italiano en la relación con la reestructuración de la deuda, comparada con la que tuvimos, que les abrimos nuestro corazón y los brazos a los italianos en los peores momentos".
Allá en la posguerra mundial, Argentina abrió líneas de créditos para la reconstrucción italiana y más de un millón de italianos emigraron para Argentina, pero eso no cuenta a la hora de hablar de la deuda externa. Ahora, Italia prepara la respuesta y un endurecimiento en sus posturas. Es que la deserción del Bank of New York (BNY) como responsable de llevar adelante el canje de los títulos viejos por los nuevos en el mercado internacional, primero, y la negativa de la Comisión de Valores italiana a aceptar la nueva oferta argentina convalidando esos títulos sellaron la suerte del canje que debió haber comenzado hoy.
En Italia, hay 450 mil tenedores de bonos acreedores de Argentina por 13.5 mil millones, muchos de los cuales, si no la mayoría, son votantes de Silvio Berlusconi y de ahí las presiones que el gobierno de ese país ejerce sobre el G-7 y el FMI para endurecer su posición con la Argentina "que no negocia seriamente". En las últimas horas, arreciaban los rumores sobre enfrentamientos en el gabinete de Néstor Kirchner, por el fracaso del canje. Incluso hasta se llegó a hablar una vez más de la renuncia de Lavagna, el hombre que timoneó con pulso de acero la difícil negociación para salir del default que a partir de aquí, puede ser mucho peor de lo que fue desde 2001.
Argentina logrará este año un crecimiento cercano a 8 por ciento en su PIB y posee un superávit fiscal mucho mayor de 3 por ciento del que pactó con el FMI. De esto se aferran los acreedores para reclamar una mejora en la oferta, que ahora están en mejores condiciones de lograr tras la postergación del canje. El Fondo le reclama dos cosas puntuales a la administración Kirchner: aumento de tarifas de los servicios públicos, en manos de multinacionales extranjeras y salir cuanto antes del default . Como el default , como señalan algunos analistas, como Julio Nudler, "se quedará por mucho tiempo", el organismo apretará las tuercas con las tarifas. El pasado jueves el secretario de Energía, Daniel Camerón, uno de los hombres del riñón de Kirchner, dijo que esas tarifas "serán incrementadas a comienzos del 2005".
Diez minutos después fue desmentido. Conociendo ya la vocación al doble discurso de este gobierno, no sería extraño que se alivianara la negociación con el FMI por ese costado. Ninguno de los analistas que se animó a dar su opinión en los medios locales este fin de semana observa nada de positivo en esta postergación y en la verborragia de Kirchner para con los italianos. Miguel Kiguel sostiene que "habrá que trabajar muy duro para generar la sensación de que todo vuelve a andar sobre ruedas. Ahora hay un cambio de escenario y es mucho más negativo".
Para José Luis Espert, de la consultoría Espert & Asociados, la demora "no es un mala noticia en sí, sino que el país se muestre tan poco serio para fijar una fecha y aquí se plantean dos alternativas: o este es un gobierno de inoperantes que no sabía firmar un contrato (con el BNY) o el gobierno sabía al lanzar el canje que no tendría una oferta razonable".