El presidente Hu Jintao partió de la Argentina el viernes. Pero dejó detrás de sí una estela de dudas acerca de cuáles son los verdaderos alcances e implicancias del acuerdo país-país que firmó con Néstor Kirchner, así como las cinco cartas de intención y otros tantos memorándum de entendimiento bilaterales rubricados por ambos gobiernos.
1. La cláusula secreta. El principal punto que preocupa a los industriales argentinos es la declaración de China como economía de mercado, lo que obligaría a trámites más largos (y ante organismos multilaterales) para poner freno a las importaciones que puedan dañar la producción local. Según dejaron trascender fuentes oficiales, el acuerdo firmado tiene una cláusula secreta que permitiría proteger por 4 años a las fábricas locales de textiles, calzado, bicicletas y juguetes, los sectores más sensibles. "Pero hay que exigirle al Gobierno que dé a conocer el alcance de esa protección, porque aún no se sabe qué límites se le puso al convenio con China", reclama el economista José Luis Espert.
2. Las medidas de protección. Los industriales reclamaron en la semana que antes de firmarse el acuerdo con China debería haberse previsto qué medidas de protección se iban a aplicar para la producción nacional. Ayer, el ministro de Economía anunció que en las próximas dos semanas se reglamentarán dos decretos con instrumentos técnicos que permitirían proteger los sectores más sensibles. "Son instrumentos que están autorizados por la Organización Mundial de Comercio (OMC), especiales para este caso", dijo Roberto Lavagna. No dio más precisiones sobre los mismos.
3. El crecimiento de las exportaciones. El Gobierno presentó el acuerdo con China diciendo que con él las exportaciones argentinas crecerían. Pero en el convenio se habla de que ambos países "continuarán trabajando para crear condiciones favorables" para el desarrollo del comercio, a fin de lograr que "el valor anual de las exportaciones argentinas se incremente sobre el nivel actual, al menos en US$ 4.000 millones en un período de 5 años", sin un compromiso explícito de cómo se hará. "Además hay limitantes —dice Carlos Tramutolla, de la Fundación Sophia y especializado en China—. El 80% de lo que vendemos a ese país es soja, y no es posible aumentar la producción en esa proporción. Con la apertura del mercado a frutas y carne tampoco se llega. Por eso, el éxito va a depender no de un acuerdo sino de la promoción comercial que se haga, de lograr convencer a un chino que elija vino argentino cuando se para frente a una góndola en el súper. Sólo así se logrará ese crecimiento".
4. El tipo de cambio. Una de las grandes ventajas de China, dicen los analistas, es el tipo de cambio que sostuvo durante los últimos años, subvaluando el yuan respecto del dólar, lo que le permitió exportar a costos muy inferiores a la competencia mundial. Esa ventaja, sin embargo, puede achicarse en el tiempo, reduciendo la presión sobre terceros mercados. Ayer, Hu Jintao le prometió a su par de los EE.UU., George Bush, que China se propone volver "más flexible" el vínculo rígido de su moneda con el dólar. Eso abre la puerta de algún tipo de devaluación, a la que Hu acotó a un "contexto económico estable", lo que deja dudas sobre los plazos en que se aplicará.
5. Las cifras de los anuncios. El Gobierno difundió, junto con la firma de los memorándum de entendimiento con las empresas chinas que acompañaron el viaje del presidente Hu, un cuadro desglosando los montos de esos acuerdos que implicaban 19.710 millones de dólares: 8.000 de ferrocarriles, 6.000 en viviendas, 5.000 en energía y petróleo, 450 en telecomunicaciones, 260 en satélites. Esos montos, sin embargo, no aparecen desglosados, y los proyectos a los que se refieren recién están empezando a ser estudiados, según reconocieron los funcionarios.
6. Inversiones o préstamos. Al referirse a las cifras implicadas en los acuerdos, los funcionarios utilizaron sobre todo la palabra "inversión". En los acuerdos dice "inversión o financiamiento". En el caso de los trenes, al menos, el Gobierno confirmó que serán préstamos que luego el Estado deberá pagar con recursos del Presupuesto. "Esto es lo más grave —dice Spert—, que se haya buscado financiamiento externo para aumentar el gasto público y que encima para lograrlo se haya tenido que reconocer como economía de mercado a China". "No es lo mismo una inversión que un préstamo —agrega Tramutolla—. Si ponen 5.000 millones de dólares para buscar petróleo y no lo encuentran, y los pierden, el riesgo es de ellos. Pero si construyen casas por 6.000 millones y luego hay que pagarlas, no puede considerarse una inversión. Ya tenemos una deuda suficientemente grande como para seguir agrandándola".