Por Carlos Alfredo Rodríguez
Conozco a José Luis hace exactamente 30 años, cuando cursó el master en Economía del CEMA, que se dictaba en la vieja casona de la calle Virrey del Pino.
Allí se graduó en 1988. Le fascinaba la Economía y creo que la consideraba una ciencia casi exacta. No podía entender por qué la sociedad no se comportaba de acuerdo a los más sencillos principios básicos que entonces dictábamos, y aún lo hacemos.
Nunca tuve respuesta para una pregunta tan simple pero tan profunda. Como todo joven graduado, comenzó su carrera compartiendo la docencia con el trabajo en consultoras.
Luego, formó su propia firma. Se especializó en el análisis de las cuentas fiscales, probablemente, influido por sus contactos con especialistas como Ricardo Arriazu y Mario Teijeiro. Por muchos años, dictó, junto con Mario, la materia Finanzas Públicas en la Ucema. Rápida y naturalmente, el consultor académico incorporó una nueva actividad: la de evaluador y crítico de las políticas económicas vigentes. La gran diferencia es que no limitó sus sagaces opiniones a un reducido grupo de clientes y alumnos. Las abrió al
más amplio público posible, a través de una gradual inserción en, prácticamente, la totalidad de los medios de comunicación masivos.
Ese es el Espert que todos hoy conocemos. Doy fe de que el Espert comunicador de 2017 es el mismo que el de 1988. Su modelo básico para interpretar la Economía es el mismo: muy pocas reglas ortodoxas de comportamiento económico que la sociedad, sistemáticamente, se niega a respetar. Eso crea crisis recurrentes, que dañan a muchos y benefician a unos pocos.
José Luis cree que la razón para que la sociedad siga el camino destructivo de las crisis recurrentes es que es dominada por tres grupos cuasi-monopólicos que se benefician del desorden social: sindicatos, empresarios prebendarios y políticos. No creo que Espert sea un ideólogo. No lo veo como un liberal austríaco, sino, más bien, como un ortodoxo justiciero al que le molesta, profundamente, que ciertos grupos se aprovechen de privilegios monopólicos para despojar al resto. Y creo que, también, le molesta la estupidez de algunos que, muchas veces, determina accciones sociales absurdamente contrarias a un ordenamiento económico normal. O sea, Espert analiza y critica el deterioro económico-social desde dos perspectivas: el aprovechamiento de los grupos de poder y la ignorancia que caracteriza a muchos gobernantes. La ignorancia se combate con docencia y las mafias de poder, con denuncias. Ambas cosas José Luis las hace a la perfección.
Debe, sin duda, ser el economista con mayor acceso a la casi totalidad de medios de comunicación. Y los usa sin descanso: diarios, radios, tevé, Twitter, libros y hasta YouTube… Le falta llegar a la Cadena Nacional.
Recomendaciones basadas en principios básicos y simples y una dosis alta de ironía combinada con humor le han permitido acceder al gran público. Ha logrado más de 90 mil fieles seguidores en Twitter, entre los que me encuentro, lo que es casi imposible de conseguir sin ser actor, futbolista o político. Quiero mencionar algo que muy pocos saben: además de economista, José Luis es master en Estadística Matemática por la Universidad Nacional de Tucumán. Ojo al evaluarlo: por más que sus comentarios parezcan simples, irónicos o impracticables, el hombre sabe. Y mucho. Yo diría que, casi siempre, tiene razón. Es un tierno.
Esta nota fue publicada en la revista Clase, el 28 de abril de 2017