Lo único que se puede hacer hoy es devaluar o despedir

La explosión de la burbuja inmobiliaria en los EE.UU. en julio de 2007 disparó en la Argentina una fuerte corrida contra los bonos de la deuda pública y de los bancos contra las reservas del BCRA. Era obvio que los grandes inversores estaban realizando un "repricing" (revaluación, hacia arriba) del riesgo argentino, comenzando así una fuga de capitales y ventas masivas de bonos del Gobierno.

La pérdida de reservas del Banco Central en el bimestre agosto-setiembre de 2007 fue de u$s 1.311 millones. También estallaron la tasa de interés activa y el spread porque los bancos trataban de compensar con tasa lo que perdían de patrimonio por la trituradora que eran los bonos del Gobierno. La presión kirchnerista no se hizo esperar. El 28 de setiembre de 2007 los bancos empezaron a recibir un oficio de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia preguntando por qué vendían bonos ajustados por CER y Néstor Kirchner, en aquel entonces presidente en los hechos, les advertía que tenían que bajar la tasa de interés y dejar de prestar sólo para el consumo doméstico.

Ya en 2008, el domingo 30 de noviembre, sólo cuatro días antes del anuncio del programa de $ 13.200 millones de préstamos con fondos de la "mega-ANSES" (el viejo más las AFJP), un medio titulaba una nota "A río revuelto". Ahí ponía de relevancia cómo los bancos se habían llenado de plata entre setiembre y octubre, período en el que las pérdidas financieras domésticas fueron parecidas a las que sufrieron los que invirtieron en acciones del quebrado banco Lehman Brothers de los EE.UU.

El objetivo es obvio. Apretar a los bancos privados para que presten a tasa regalada resignado ganancias o, si no, perder el 10% de sus depósitos a plazo fijo (en el medio de una fuga de capitales) que tiene la ANSES a manos de los bancos oficiales que sin dudas estarán dispuestos a poner el hombro en este momento en el que la "perinola ha caído del lado del todos ponen" como dijo la Presidente el jueves pasado, cuando presentaba esta segunda vuelta del plan anticrisis (la primera fue el jubileo fiscal, de capitales y de empleo anunciado el 25 de noviembre).

Se podrá coincidir o no con los Kirchner, pero su lógica de avance sobre la economía privada es cristalina, agresiva como Atila y de una paciencia milenaria (tardaron más de un año en "cargarse" a los bancos privados). Cuando deciden desplazar a alguien o someterlo, primero lo denigran y lo difaman de manera de crear e instalar el argumento necesario para luego hacer el "take over" que salvará a la sociedad argentina de alguna calamidad que viene siempre, ¡qué casualidad!, del sector privado. Pasó recientemente con las AFJP y pasa ahora con los depósitos que la nueva ANSES tiene en bancos privados.

Los $ 13.200 millones de préstamos tendrán como fondeo (1) la totalidad de los $ 7.500 millones depósitos a plazo fijo que las desaparecidas AFJP tenían en los bancos, (2) $ 2.700 millones de depósitos a plazo fijo de la ANSES en el Banco Nación y (3) $ 3.000 millones de Lebac y Nobac en poder de la ANSES. Por otro lado, los $ 13.200 millones se prestarán a una tasa activa bien por debajo de la de mercado y los que tomen esos créditos no deberán despedir a ningún trabajador.

El plan es tan absurdo que hasta da vergüenza ajena opinar desde lo técnico. Pero hagamos el esfuerzo. Los $ 7.500 millones ya están financiando algo. No es que están en la bóveda de los bancos matándose de risa. Seguramente son préstamos al sector privado que serán cancelados por los bancos ya sea que acepten o no prestar a pérdida como quiere el Gobierno de acuerdo con el programa anticrisis. En el primer caso, el producido en dinero de la caída del crédito privado irá a financiar la compra de autos, electrodomésticos, etc., que harán otros miembros del sector privado. En el segundo, perderán los depósitos a manos del Banco Nación para que éste sea el que otorgue los créditos del plan o dirija el dinero para cubrir el "boquete" que tiene el programa financiero del Gobierno para 2009. Probablemente éste sea el verdadero objetivo del programa así como antes eliminaron a las AFJP.

Por la parte de los plazos fijos que están depositados en el Banco Nación ($ 2.700 millones), todo será una decisión estratégica y política acerca de con qué nivel de quebranto se lo quiere hacer trabajar al gigante financiero del Gobierno. Finalmente, por los $ 3.000 millones de títulos del BCRA que están en cartera del Nación, contra los mayores préstamos que eventualmente podría otorgar luego de vender los bonos, habrá una pérdida de la misma cuantía en las reservas internacionales, con lo que queda incierto el impacto sobre el riesgo-país y el deseo de asumir más riesgo argentino por parte de los que toman préstamos.

Además, el paquete es insignificante desde el punto de vista del tamaño porque sólo representa el 1,3% del PBI (aunque al borde del default como estamos, mucho más no se puede hacer) y perdidoso para el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Régimen Previsional Público por dos motivos. Por un lado, la tasa pasiva que el Gobierno decidió cobrar por sus depósitos es de sólo el 11%, bien por debajo de la inflación y devaluación esperadas (y después se quejan de las pérdidas que las AFJP les generaron recientemente a sus afiliados). Por otro, usar hoy el dinero de los futuros jubilados para dar préstamos a particulares para que compren bienes de consumo durable en el medio de una recesión que recién empieza es muy riesgoso para la "sustentabilidad del Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Régimen Previsional Público".

Lo que el ministro de Economía en las sombras, Néstor Kirchner, no entiende es que nosotros no tenemos ninguna chance de hacer políticas neokeynesianas y heterodoxas como a él le gusta decir. La Argentina hoy es como una empresa que en la etapa de vacas gordas se gastó en cosas superfluas (salarios, jubilaciones, obra pública) toda la ganancia por precios del producto que vende extraordinariamente altos (causados por un evento que no maneja que era el dólar regalado en el mundo), que ahora se desplomaron un 50% y encima su demanda ha caído espectacularmente (las exportaciones en cantidad caerán un 4% en 2009). Y, por si fuera poco, todo eso ocurre estando la empresa (el Estado) al borde de la cesación de pagos (el riesgo-país anda por los 1.800/2.000 puntos básicos).

En ese contexto, lo único que podemos hacer hoy es decidir cuánta baja de salarios reales (devaluación) haremos o cuántos trabajadores vamos a despedir (desempleo) o cuánta plata pondrán los accionistas (baja del gasto público). Cualquier otra cosa que se anuncie, luego del desastre que se hizo aquí en los buenos tiempos, son simples campañas de marketing para tapar presiones a los privados y, de paso, mostrar un Gobierno activo en épocas de elecciones en el medio de la sequía económica.

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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