Nosotros, los argentinos piolas

América Latina parece estar sufriendo un proceso de aceleración inflacionaria. Prueba de ello son Argentina, Chile, Uruguay y en menor medida, Brasil. Sin embargo, la estrategia que ha tomado el primero ha sido diametralmente opuesta respecto del resto. Mientras que unos optaron por utilizar la apreciación cambiaria respaldada por superávit fiscales y una política monetaria contractiva, Argentina intentó "planchar" el nivel de precios fijando el tipo de cambio y dilapidando el superávit fiscal.

Desde octubre pasado se ha acelerado la inflación minorista en Chile, que ha pasado de 2,1% a/a a 4,7% en agosto del presente año. Dicho guarismo no se había producía desde enero de 2001.

Los precios subyacentes (núcleo o core como suele denominarse) acompañaron las fluctuaciones del índice general, indicando que es un problema de índole más estructural y que merece ser combatido con política económica. El rubro alimentos, que representa aproximadamente un 24% de la canasta de consumo chilena, vio incrementarse el ritmo de aumento de sus precios desde 1,1% acumulativo anual (a/a) en octubre-06 a 13,0% en agosto-07. El otro rubro de mayor peso en la canasta (viviendas con el 20%) se aceleró de 3,4% a 5,0% en igual período.

Las proyecciones oficiales indican que la inflación al consumidor se ubicaría en torno al 5,5% en 2007 para descender al 3% en 2008. En busca de cumplir con el objetivo previsto y reafirmado de inflación, el Banco Central de Chile llevó adelante una política de aumento de tasas gradual y sostenido, constituyendo 3 subas de 0.25% comenzando en enero-07 (desde 5,0% a 5,75%). Esa política monetaria ha sido acompañada por una política fiscal que resultó en un superávit acumulado en el año finalizado en junio-07 de 8,9% del PIB, frente a un 8,1% en el trimestre pasado. Las proyecciones para todo 2007 arrojan un superávit primario (antes del pago de intereses) de 9,0% del PIB.

En cuanto al dólar, el mismo perdió un 4,5% entre septiembre-06 y septiembre-07; un 4,8% en lo que va del año. Esto ayuda a descomprimir parte de las presiones inflacionarias que puede sufrir Chile en los distintos rubros.

Por su parte, Uruguay ha visto una aceleración más que importante en su inflación minorista desde agosto-05, cuando se ubicaba en 3,4%. La misma se encuentra hoy en torno al 9,0%. Gran parte de este problema se debe a la combinación de las heladas sufridas en junio y julio del presente año y al alza ininterrumpida del petróleo durante 2007, que llegó a sus niveles récord históricos (sin tener en cuenta la crisis de 1979, cuando el Ayatollah Khomeini derrocó al Sha de Persia).

El principal motivo de estos aumentos es la combinación de una economía altamente dolarizada como la uruguaya y precios internacionales récord para los commodities que exporta. Sin intervenciones, fuertes retenciones a las exportaciones ni prohibiciones, los empresarios colocan sus productos en el exterior, por lo tanto si los residentes quieren obtenerlos deben "igualar la oferta" de los extranjeros.

Contra este súbito aumento de los precios el gobierno de Uruguay decidió lanzar un paquete combinado entre el Ministerio de Economía y el Banco Central apuntado a los drivers específicos de la inflación atacando así el precio del combustible, la energía eléctrica y la telefonía fija (todas bajo su control) y por otra parte facilitando la importación de los bienes de mayor aumento y necesidad, como ser la carne de ave y las verduras. En tanto, el Banco Central reafirmó su compromiso para mantener el rango de inflación entre 4% y 6%, por lo que instrumentó un alza en el objetivo de tasa interbancaria a un día (a ubicarse en 5%), así como las tasas de captación de depósitos y de facilidad de crédito.

Estos instrumentos se combinaron con una reforma fiscal que reestructuró el sistema tributario uruguayo llevando prácticamente a las personas a convertirse en sociedades, ampliando la base imponible y desechando tributos ineficientes, asegurando un superávit primario de 4% de PIB por cuarto año consecutivo y en vistas de un quinto. A esto se le adicionó una política cambiaria que permita apreciar el tipo de cambio aún más para mitigar la importación de inflación. El dólar en Uruguay ha caído un 1,9% a/a, un 3,8% desde enero-07 y un 0,6% entre agosto y septiembre del año corriente.

Por último se encuentra Brasil. Tal vez el caso más mitigado pero aún así la aceleración de precios se ha notado. La inflación interanual minorista pasó de 1,96% a/a en marzo-07 a 4,18% en agosto-07, más que duplicándose y siendo el rubro "Alimentos y Bebidas" el principal culpable, teniendo un incremento del 9,3% a/a.

Si bien no se vio una suba de su tasa de política monetaria Selic, sí existió una detención en su proceso de política acomodaticia que venía persiguiendo desde septiembre-05.

En combinación con ello, Brasil ha logrado un superávit fiscal primario en términos del PIB de 2,5% en promedio en los últimos 4 años y parecería capaz de aumentarlo hasta 4,3% en 2007 y 2008.

En tercer lugar ha experimentado un fuerte proceso de apreciación cambiaria desde junio-04 pero en particular en 2007. El dólar se depreció un 12,2% respecto del real en términos interanuales y 11% respecto de enero-07, fuerza más que importante para mitigar la inflación importada.

Ahora, tomemos un momento para analizar a Argentina. La inflación genuina de Argentina se encuentra en el rango de 18% a 20% interanuales en estos momentos. Dentro del mismo se destaca el rubro "Alimentos y Bebidas" al igual que en sus pares latinoamericanos, mostrando un incremento del 26% a/a, es decir, 3 veces la inflación brasileña, un 50% superior a la inflación uruguaya y el doble de la chilena.

Como podemos apreciar, el fenómeno inflacionario, y más particularmente sobre el rubro alimentos, no es un fenómeno exclusivo de Argentina sino de la región. Sin embargo, existe una gran diferencia en lo que ha sido la política económica respecto del mismo. Argentina ni siquiera pecó por inacción, sino que directamente fue a empeorar la situación. En 2004 poseía un superávit primario de 5,3% del PIB; sin embargo en vez de ir hacia una política fiscal que asegure el futuro superávit se eligió dilapidar los logros, gastando 3,2% de los 4,6% que se habían recuperado entre 2002 y 2004. La situación fiscal en 2007 para el consolidado del gobierno argentino, resulta en un superávit de 2,1% del PIB.

Entre tanto, se continúa ahondando en políticas salariales y en el gasto público, cuyo crecimiento alcanzó el 67,4% a/a en julio de este año. Por su parte el Banco Central llevó adelante una política de esterilización parcial que prácticamente fue inservible ante el empuje "expansivo" promocionado por el gobierno, ya que creó tasas reales excesivamente negativas, llevando a la gente a traer consumo futuro al presente y haciendo sub óptimo el ahorro. Entre tanto, la política cambiaria fue de una flotación sucia de jure que actuó como un tipo de cambio fijo de facto. Sin embargo, no suficientemente contento con los desequilibrios provocados, el gobierno se dio el gusto de hacer saltar un poquito más el tipo de cambio nominal entre pesos y dólares en julio/agosto pasado al convalidar una corrida cambiaria interna, en busca de restituir parte de la apreciación real que sufre por su alta inflación.

Es útil contrastar esta estrategia con la seguida por China en este tiempo, un país que ha mantenido una flotación extremadamente sucia, que es un tipo de cambio fijo de facto. Indudablemente los fundamentos de dicho país son más fuertes que los "patagónicos", teniendo reservas internacionales por US$ 1,3 billones, un superávit primario de 7,7% del PIB, un crecimiento económico ininterrumpido de hace más de dos décadas y una inflación anual promedio que no supera el 3% desde 1996.

China, también ha sufrido la inflación de los precios de los alimentos, aunque en gran parte, el aumento mundial de los mismos se debe a su demanda. Desde octubre-06, el crecimiento interanual de los precios en dicho rubro se ha incrementado desde 2,2% a 15,4% en junio-07, destacándose la carne (45% a/a en jul-07) y las verduras (+18,7%).

China no ha revaluado su moneda, aunque ostenta un superávit fiscal fuerte y está siguiendo un proceso de alza en las tasas de interés para lograr reducir la inflación. Esto le ha permitido que, aunque la misma aumentó, no se haya disparado como en el caso argentino.

La pregunta que debemos hacernos es: dado que Brasil y Chile fueron invitados a ser parte del Club de Países Desarrollados este año (OECD), ¿quiénes somos nosotros para ir en contra de la corriente? Y si pensamos en mantener nuestra paridad fija, ¿por qué no tomamos las medidas adecuadas como China? Lo cierto es que Argentina no tuvo las agallas que se necesitan para hacer ninguna de las dos estrategias. Si no deseaba utilizar la apreciación cambiaria como una política antiinflacionaria, debería haber hecho los deberes, creado un superávit fiscal estructural de 8% del PIB y una política anticíclica y no procíclica como se ha evidenciado.

Los países latinoamericanos en sus diversas escalas han experimentado una "lluvia de dólares" en los últimos tiempos, en parte por sus superávit comerciales (gracias a precios de commodities extraordinarios), en otra parte por sus inmensurables ingresos de capital. Muchos decidieron tomar la apreciación cambiaria como un instrumento que ayudó al ajuste antiinflacionario, si Argentina deseaba mantener su tipo de cambio fijo, debería haber generado las condiciones necesarias para defenderlo, sin embargo la evidencia muestra que no lo hizo.

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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