Llegando al fin de su mandato como Presidente, o sea, contando con la evidencia de cuatro años de ejercicio del poder, no es difícil calificar al gobierno de Néstor Kirchner como muy mentiroso.
En noviembre de 2004, casi un año antes de las elecciones legislativas que terminarían de darle 40% de los votos, apareció el famoso “cuento chino”; delirio de la farándula pingüina que consistía en un “megaplán” de obras de infraestructura con capitales del país asiático en el plano energético, construcción de caminos, viviendas, puesta en marcha de ferrocarriles, turismo y telecomunicaciones por US$ 20.000 millones de dólares. Hoy, no sólo no vino ni un cobre, sino que además estamos a las piñas con China porque nuestro gobierno, al declararla economía libre de mercado (en total contradicción con su credo proteccionista) e inflar de manera sideral al consumo, causó déficit comercial bilateral, palabra prohibida en estos tiempos de mercantilismo picapiedra.
En abril del presente año, en momentos que el escándalo de las facturas truchas de Skanska comenzaba a salpicar al gobierno de manera muy directa, los Albertos salieron a denunciar a los cuatro vientos que habían atentado contra la vida del Presidente, cuando un tal Mansilla Alarcón, luego de robar un camión Scania de gran porte, recorría en forma descontrolada unas 30 cuadras, chocaba diez autos, dejaba siete personas heridas y volcaba el camión frente a la casa de Kirchner en Río Gallegos, a pesar de una fuerte custodia de Gendarmería. Obvio, las tapas de los diarios fueran inundadas por tan tremenda noticia. Skanska pasaba así a la clandestinidad periodística. Poco se reparó en que 30 días después las pericias psiquiátricas diagnosticaron que el pobre hombre era un trastornado mental.
Después del fracaso total en 2006 del control de precios del sabio de Guillermo Moreno (bajaron sólo por la prohibición para exportar carne), el gobierno en 2007 decidió directamente dibujar la inflación. Esto ha traído como consecuencia que se mienta con: el costo de la canasta básica total y de la canasta básica alimentaria; con los niveles de pobreza y de indigencia; con la distribución del ingreso y con el aumento de la deuda pública. Recientemente el Presidente anunció los datos del desempleo del segundo trimestre sin que la gente seria del INDEC haya movido un dedo para su cálculo (es muy sospechosa la caída de la oferta de trabajo) y poco más tarde se publicó un dato de la producción industrial de julio que tenía una versión en la que se excluía el sector que más había caído (el acero) con argumentos para descostillarse de la risa como la “conclusión del proceso de inversión”. Tampoco ha existido "desendeudamiento" porque la deuda pública hoy es sólo US$ 8.000 millones más baja que en el momento previo al estallido de la convertibilidad en diciembre de 2001 a pesar de que las bajas brutas superan los US$ 100.000 millones.
Pero una de las mentiras más fuertes de este kirchnerismo que vino a redimirnos de las calamidades menemistas, es de que tanto el superávit fiscal como el de las cuentas externas constituían políticas de estado que no se negociaban bajo ningún punto de vista.
El resultado con el que el gobierno hace propaganda sobre nuestra supuesta bonanza fiscal en iluminadoras conferencias de prensa del Secretario de Hacienda acompañado por el Ministro de Economía, es el que surge de la diferencia entre los impuestos y gastos del gobierno nacional. Este último dice que en 2007 rondará los $24.500 millones. Es factible.
El problemita es que incluye como ingreso el disparate del stock de depósitos, acciones y bonos por $ 4.500 millones que se llevaron los que optaron o los que estaban obligados a pasarse desde las AFJP al sistema de jubilación estatal luego de la puesta en vigencia de la contrarreforma previsional de 1994.
También incluirá como ingreso las utilidades por $1.150 millones el BCRA le transfiere al gobierno por ser éste su único “accionista”. No es una grosería como la anterior pero es una piolada. Puede ser cierto que haya ganancias (al menos su balance dice que sí) pero durante algunos años de la convertibilidad, aún sin ganancias, el BCRA se la pasaba transfiriendo utilidades. Además ¿y los gastos de administración y emisión del BCRA? ¿y los redescuentos incobrables? No es prolijo incluir dentro del resultado fiscal lo que más nos conviene de las agencias gubernamentales que no consolidan y al resto ignorarlo. O se pone todo de todas o no se pone ninguna.
Los Bocones por $2.000 millones que se emiten alegremente para compensar a jubilados, proveedores del Estado, ex combatientes, familiares de desaparecidos, ex empleados de YPF, etc. de perjuicios generados por el Estado, constituyen un instrumento líquido que puede tranquilamente expandir el gasto de quien lo recibe por más cancelación de deuda vieja que sea. Un razonamiento similar se podría hacer para los intereses capitalizados de los bonos. Finalmente, no poner como gasto público en el resultado de propaganda oficial a los intereses de la deuda que se van pagando por $15.900 millones, ya es indecente.
Y la frutilla del “postre mentira” que nos sirve en bandeja de plata el gobierno no sólo consiste en no computar, sino en dibujar el fenomenal déficit fiscal de Provincias por $4.900 millones.
De esta manera, en 2007 el resultado fiscal relevante, el que tiene impacto macro (tasa de interés, de inflación, tipo real de cambio, etc.) no será la entelequia oficial de un superávit de $24.500 millones sino de un déficit de $7.250 millones (US$ 2.300millones) que se financiará con los traspasos de las AFJP por $4.500 millones, con transferencias del BCRA bajo el seudónimo de “utilidades del BCRA” por $ 1.150 millones, caída de los depósitos netos (de créditos) del gobierno en los bancos y colocaciones de deuda a nuestra nueva “relación carnal” Hugo Chávez.
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¿Y el superávit de nuestras cuentas externas?
Si el fisco bien medido ya está en déficit fiscal en vez de superávit, no es de extrañar que la cuenta corriente se esté desplomando. De los casi US$ 11.000 millones anuales de superávit de 2002 y 2003 (sin la entelequia de poner como ingresos los intereses devengados sobre activos de argentinos en el exterior), cayó a US$ 5.300 millones en 2006 y caería a US$ 2.500 millones en 2007. Y si eliminamos el espectacular shock favorable de términos del intercambio que hemos recibido desde 2002 por US$ 10.000 millones hoy ya estaríamos con un déficit de US$ 7.500 millones (aún con estos términos del intercambio podemos terminar con desequilibrio el año que viene).
O sea, ya no hay ni superávit fiscal ni de cuenta corriente (los famosos gemelos). Al primero lo perdimos a pesar de 5 años de vacas recontragordas de crecimiento económico mundial y de que la presión impositiva sobre los que pagan es salvaje como en el primer mundo a pesar de que nuestros servicios públicos son del Africa Sub-Sahariana. Al segundo lo perdimos, no por capitalizarnos para exportarle al mundo sino por la desaparición del primero, lleno además de amiguismo, clientelismo, acomodo y corrupción.
Pobre Cristina si llega a ser Presidenta, ella que está acostumbrada a las carteras de Louis Vuitton de la 5ta Avda. en New York. Sino hace un ajuste fiscal formidable, al final de su posible primer mandato puede terminar cosiéndose bolsos de mano de arpillera en su La Plata natal.
(*) Parte de esta nota fue publicada en el diario La Nación en Pagina 8, Sección Economía & Negocios el día 02-09-2007 bajo el titulo "Ya no hay superávits gemelos".