A principios de febrero el Presidente Kirchner se mostró muy ofendido ante supuestos reclamos de funcionarios norteamericanos por la decisión del Ente Regulador de Electricidad que depende del Ministro Julio de Vido de desaconsejar la posibilidad de que el fondo Eton Park adquiriera acciones de Transener. “No somos una republiqueta” bramó.
Lástima que no piense lo mismo de la barbaridad de país bananero que su propio gobierno está cometiendo con el Instituto de Estadística y Censos (INDEC) al cual está vaciando en sus cargos jerárquicos de profesionales de carrera y poniendo a los amigotes del Secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno que, como gran activo intelectual, sólo pueden ofrecer fidelidad al jefe máximo.
La historia y los dibujos
En 2002, año en el que peso se devaluó un 70%, la inflación argentina medida por el Indice de Precios al Consumidor (IPC) fue del 41%. Al año siguiente, bajaba casi a nivel internacional, 3.7%. Sin embargo, en 2004 se aceleró a 6.1% (casi el doble) y en el primer trimestre de 2005, a nivel anualizado, alcanzaba la friolera de más del 17% (casi el triple del año anterior).
Kirchner, envalentonado por el 76% de adhesión que tuvo su propuesta de reestructruración de la deuda con una quita en valor presente del 75%, el 11 de marzo de 2005 y desde su púlpito en la Casa Rosada, llamaba a la población a boicotear a la petrolera Shell “no comprándole ni una gota de aceite” porque ésta había anunciado, 72 horas antes, un aumento en sus combustibles de entre 2.6% y 4.1%. Los piqueteros de Luis D´Elía, premiado fugazmente por nuestro Presidente con una Subsecretaría de Estado luego de encabezar el 25 de junio de 2004 la ocupación de la comisaría 24ª de la Policía Federal, no se hicieron esperar. Ocuparon inmediatamente 32 estaciones de servicio Shell en distintos puntos del país. Comenzaba entonces, hace ya 2 años, una muy peculiar manera de lucha contra la inflación, poco conocida en el mundo civilizado: el “apriete”.
A pesar de los vituperios presidenciales, los precios no bajaban significativamente del espeluznante 17% anualizado del primer trimestre. Entonces, la metodología del apriete vía atril presidencial comenzó a ser complementada inmediatamente y de manera algo más institucional con acuerdos de precios firmados por el Secretario de Agricultura del entonces Ministro de Economía Roberto Lavagna y distintas asociaciones empresarias. Obvio y pueril, los alimentos representan casi un tercio del IPC. Si se lograba bajar el precio de la carne, también bajaría el IPC, índice de alto impacto político. No se trataba de bajar la inflación sino de controlar el maldito índice del costo de vida.
Hacia mediados de 2005, los precios aflojaban muy poco porque crecían al 13% anual. En sus denodados esfuerzos para que el IPC bajara, en la tercera semana de agosto el gobierno anunció que desde el 1 de noviembre regiría un peso mínimo para el ganado vacuno que fuera a faenarse. Aquel 24 de agosto de 2005 Lavagna nos ilustraba diciendo "se busca mejorar el stock ganadero, para que se guarden las hembras para la cría y vayan al mercado animales más pesados. Lo que un productor antes vendía como ternera ahora tendrá que venderla como vaquillona o vaca, con lo cual aumentará la oferta de carne porque se obtendrá más producción faenando el mismo número de animales".
Claro, inicialmente “llovió carne” porque los productores sabían que una gran cantidad de animales quedarían “out” desde noviembre. La carne bajó hasta fines de 2005 ayudada también por la eliminación de los reintegros a la exportación de más de 200 alimentos y una suba de 5% a 15% en las retenciones a las exportaciones de carne frescas y congeladas, medidas adoptadas por Lavagna en el mismo mes de noviembre.
Pero como no podría ser de otra manera con toda regulación absurda y más allá de que el gobierno nunca pretendió (ni pretende) combatir la inflación sino “matar” al IPC por su supuesto alto impacto político, la oferta de carne se resintió y su precio subió tanto que dejó enana a la baja del período agosto – diciembre de 2005. La medida siguiente, ya con Lavagna fuera del gobierno, fue directamente la brutal prohibición de exportar carne en enero de 2006.
En el medio, en noviembre de 2005, la estrategia del apriete para bajar el IPC continuaba. Kirchner, desde su atril de la Casa Rosada, lo zamarreaba a los supermercadistas acusándolos de cartelizarse para esquilmar los bolsillos de los argentinos y en paralelo Lavagna denunciaba en la propia casa de la Cámara de la Construcción la cartelización de uno de los sectores preferidos por el gobierno. A los pocos días Lavagna salía del gobierno más rápido que Lionel Messi en los primeros 10 metros de uno de sus electrizantes piques.
La baja en los precios de los alimentos que trajeron la prohibición de exportar carne y los aprietes a los exportadores de lácteos durante todo 2006 para que aflojaran con sus envíos al exterior, explicaron el 70% de la baja del IPC de 2.5 puntos porcentuales desde el 12.3% de 2005 al 9.8% de 2006. Los acuerdos de precios del actual (denunciado ante la Justicia) Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, fueron totalmente inútiles. Sólo constituyeron un espacio público para bravatas de baja estofa que los argentinos no nos merecemos.
El comienzo de 2007 lucía con un complicado panorama para que el gobierno controlara al IPC. Oferta de carne seriamente dañada, el mercado de Liniers con precios máximos desde noviembre de 2006, el de frutas y verduras desde comienzos de 2007 y un objetivo de IPC en el Presupuesto de 7% de suba para todo el año. Sin embargo, la “lamparita” oficial se prendió rápido ante tantos inconvenientes. En vez de seguir controlando y despotricando contra el prójimo, el gobierno directamente decidió comenzar a dibujar al IPC, poniendo el número que Kirchner quiera. Pero para ello hacía falta la intervención del INDEC.
El escenario se preparó rápido. El Ministro del Interior Aníbal Fernández denunció como forajidos y mafiosos a los empleados del instituto que amenazaban con dar a conocer la inflación verdadera de enero desenmascarando la mentira oficial. El Presidente Kirchner dijo que nadie lo iba a parar en los cambios que había que hacer para seguir sacándonos del infierno (lo cual obviamente incluye dibujar el IPC). El Jefe de Gabinete Alberto Fernández (siempre con esa sonrisa bien canchera) diciendo que ¡como se les iba a ocurrir cambiar un índice para ganar una elección! Finalmente, la Ministra Miceli denunciando (¡cuando no!) actividades sospechosamente corporativas y de complot a los economistas que firmaron una solicitada pidiendo que se cuide al INDEC.
En enero, se computó: 1) una suba de turismo de 3.7% cuando en realidad fue de casi 19%. Directamente se pusieron los precios acordados entre Moreno y algunas cámaras de turismo en vez de los que la gente pagó cuando veraneó; 2) una suba de servicios para la salud de 2.18% en vez de 15% como mínimo por el cambio del anterior sistema de prepagas a uno de copagos más 2% o uno similar al viejo con 22% de suba ¿argumento? Que constituye un nuevo producto y por lo tanto no hay que computarlo, cuando en realidad las “Biblia” de estadísticas internacionales dicen que sí se computa; 3) una suba de verduras de 9.8% en vez de 15% más que pagó cualquiera que se haya chocado en la calle con una verdulería. Conclusión: el IPC de enero no fue de 1.1% como el INDEK publicó sino de alrededor de 2.4% (más del doble).
Cocina de febrero. Se computó: 1) una caída en los servicios para la salud de 0.78% en vez de una suba del 4% por el cambio de sistema mencionado antes; 2) caída de frutas de 0.56% en vez de una suba de 5%; 3) verduras en 0.1% en vez de un aumento de 9%; 4) una suba de útiles escolares de 0.24% en vez de una de 14% (parece que los hijos de los muchachos K que manejan el INDEK no van al colegio). Conclusión: el IPC de febrero no fue de 0.3% como el INDEK publicó sino de alrededor de 1% (el triple).
Cocina que ya prepara el INDEK para marzo 1) cuotas de los colegios con 0% de aumento en vez de alrededor de 10% (y eso que es sin computar el aumento de las cuotas del 20%/25% que los colegios privados aplicarán desde abril porque se lo disfrazará como “cuota recupero” luego de que el Ministro de Educación cerrara a solas con los gremios docentes una suba del salario mínimo de los maestros del 25%; 2) útiles escolares con 1.0% de aumento en vez de 3% y 3) probablemente se computará 5% y no toda la suba de la carne en el mostrador que ya llega al 15% con algún argumento esotérico como que esa carne proviene de vacas con 5 patas en vez de 4 (vacas marcianas), lo cual constituye un nuevo producto que no existe y por lo tanto no hay que computarlo (cuando en realidad sí habría que hacerlo); 4) caída de turismo de 10% cuando en realidad no superará el 5%. Conclusión: el IPC de marzo no será de 0.6% o 0.7% como el INDEK publicará sino de alrededor de 1.5% (casi el triple).
De esta manera, el IPK del primer trimestre dará poco más de 2% (8.2% anualizado) en vez de un IPC de 4.9% (21% anualizado). La “metodología” del INDEK parecería ser medir los inexistentes aumentos de precios de los acuerdos que firma Moreno, que la estacionalidad de los precios se toma sólo si es negativa y que los nuevos productos que sustituyen a otros no se computan en la medida que entrañen subas de precios porque son un bien tan nuevo que no admite comparables; desconociendo así que el diseño metodológico del IPC, en su origen, responde a las recomendaciones de la Oficina Internacional del Trabajo (R, Turvey y otros, OIT, 1989), en el marco del Sistema de Cuentas Nacionales 1993 (Naciones Unidas, 1996).
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Mentiras y verdades
De ninguna manera estamos en presencia de cambios metodológicos en el INDEC para el cálculo del IPC. Eso es un eufemismo de acá a la China. Lo que ocurre en verdad, es que hay un gobierno que nunca decidió luchar contra la inflación (que no tiene un origen monetario) sino que después de fracasar rotundamente en el control del IPC ha decidido usar al INDEC para que publique los números que éste quiere de IPC como si fuera una propaganda oficial más del estilo “Argentina un país en serio” que produce la Secretaría de Medios que dirige “Pepe” Albistur.
Pero en realidad es toda una gran mentira. Sino miremos a los salarios creciendo al 20% anual o la inflación minorista que está implícita en la recaudación del IVA Aduana en el 22% anual. Los precios al consumidor verdaderos se vienen acelerando sin pausa desde de 2004 y ya están subiendo en el orden del 20% anual.
Llegados a este punto surge una pregunta elemental. Si el gobierno está tan lleno de valerosos setentistas que cada vez que viene Bush (hoy “dueño” circunstancial de nuestro odiado imperio) cerca de Argentina le ponemos a Chávez al lado para que le queden la orejas coloradas de improperios, que se enfrenta a forajidos, complotadores, mafias, intereses espúreos, empresarios corporativos y que al final se desviven por ir sacándonos de un infierno en el cual “otros” nos colocaron ¿Por qué no asume el costo político de dibujar impunemente como lo está haciendo armando un INDEC-K en serio y deja que el INDEC Verdadero nos siga proveyendo de datos objetivos de la evolución de los precios de nuestro querido país? Después de todo ¿Qué son los $80 millones anuales que cuesta un INDEC más para un Estado que ya gasta $240.000 millones anuales? ¡Es solo 0.033%!
Sino que dejen de sacarle plata a la gente vía impuestos para pagar dos veces el costo de tener una sola Secretaría de Comercio Interior. Una para abonar los salarios de los que dibujan y otra para que otros “pongan” la cara cuando nos muestran el dibujo. Que directamente cierren el INDEC, subsidien a sus empleados y que quede claro que la Secretaría de Comercio es en realidad una dependencia de la Secretaría de Medios que promociona los actos de gobierno a través del IPK.
(*) Parte de esta Nota fue publicada en La Nación del 18-03-2007 en página 8, Sección Economía & Negocios