Deudas y gasto en la provincia de Buenos Aires (*)
El lunes 28 de agosto, el actual ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires y ex subsecretario de Finanzas bonaerense entre 1991 y 2002, Gerardo Otero, respondió en LA NACION a algunas de mis afirmaciones publicadas el domingo 20 del mismo mes. He aquí mis nuevos comentarios a los suyos:
Otero sugiere que en 2001 el gasto público provincial era bajo, al afirmar: "Se observó una política restrictiva por la vigencia de la emergencia económica y fiscal". Catalogar como restrictiva una baja del gasto público provincial de sólo el 1% respecto del máximo histórico (1999) en un contexto deflacionario y estando al borde del default resulta temerario. ¿Qué quería: más gasto público para profundizar la crisis y licuar más?
Segundo, en 2001 y 2002, la Argentina sufrió la peor crisis de su historia, disparada por el default de la deuda pública. Es difícil dejar de pagar una deuda pequeña. En general, los defaults se hacen sobre pasivos enormes. ¿Por qué la deuda de Buenos Aires terminó siendo de US$ 10.400 millones en 2001 si sus ingresos crecieron $ 5900 millones (a precios de julio de 2006) en la década de convertibilidad?
Simplemente, porque el gasto público aumentó $ 8800 millones (un 80%), lo que hizo que el déficit de $ 2500 millones en 1990 subiera a $ 5600 millones en 2001. Por lo tanto, al gasto público de 2001 habría que huirle como a Frankenstein en vez de desearlo como Otero.
En la provincia de Buenos Aires rige desde 2006 un aumento del 10% en patentes y del 100% en el impuesto inmobiliario rural. ¿Esto no es un impuestazo para Otero?
Además, primero hay que discutir la razonabilidad de un impuesto sobre los activos. De existir, debería ser un pago a cuenta de ganancias porque, si no, se estaría gravando dos veces el mismo flujo de beneficios, una vez con ganancias y otra vez con el inmobiliario rural. Esto es justamente lo que pasa en Buenos Aires con la tierra. O sea: hay impuestazo porque existe doble imposición que, además, ha aumentado el 100 por ciento. Sin embargo, la provincia no le cobra a la industria un impuesto específico que grave sus maquinarias y edificios. Sólo paga ganancias. ¿Por qué esta discriminación contra el campo, señor Otero?
Por otra parte, el precio de los inmuebles (residenciales y rurales) ha subido espectacularmente en todo el mundo por las bajas tasas de interés internacionales. Así que Otero está gravando (con el doble de alícuota) un fenómeno transitorio y exógeno como una ganancia por tenencia de la tierra causada por la gran liquidez mundial. Y de nuevo, a los burócratas de la provincia de Buenos Aires no se les ocurrió gravar con impuestos especiales a la excepcional suba de la capitalización bursátil que las industrias cotizantes han tenido. ¿Por qué esta discriminación contra el campo, señor Otero?
En materia distributiva, Otero defiende la redistribución del ingreso nacional, pero quiere equidistribución (por aportes a la coparticipación y por población) de impuestos para su provincia. Incoherencia total.
Otero dice que miento cuando afirmo que, a pesar del extraordinario aumento de recaudación desde la devaluación, las provincias, sin las transferencias discrecionales que reciben desde la Nación, hubieran transformado sus superávits fiscales de 2003, 2004 y 2005 en déficits.
La información que usé para esa conclusión es pública y oficial ( www.mecon.gov.ar ). Probablemente, Otero no sepa de la existencia de ese sitio o, en el peor de los casos, el mote de mentiroso no me cabe a mí, sino a los que elaboran esos datos en el Ministerio de Economía de la Nación.
(*) Nota en respuesta al articulo de Gerardo Otero publicada en La Nación el 28-08-06 en pagina 2, Sección Economía & Negocios subida a nuestra pagina web