ALDO ABRAM
-Director de EXANTE-
Lo más importante cuando dicen que no va pagar la deuda con el hambre de los argentinos es no olvidarse que el año pasado entramos en cesación de pagos, no le pagamos a nadie y en un año duplicamos los pobres y los indigentes. Hoy hay 7 millones más de argentinos que son pobres y 4,8 millones que no pueden ni comer. Con lo cual, evidentemente que los argentinos pasen hambre no está relacionado con que la Argentina no pague la deuda.
Cuando un país no cumple con sus compromisos, no muestra un esfuerzo para hacerlo, no respeta las instituciones y los derechos, no tiene seguridad jurídica, está condenado al subdesarrollo o un alto nivel de pobreza. La clave del éxito del gobierno de Kirchner va a pasar por demostrarle al mundo que es capaz de recuperar la seguridad jurídica en la Argentina; y que los argentinos en el tiempo, con esfuerzo y responsabilidad, somos capaces de cumplir con nuestros compromisos, lo que garantizará que los inversores vuelven a la Argentina, y de esa forma tengamos más empleo, más producción y bienestar económico para todos los argentinos.
ORLANDO FERRERES
-Ex viceministro de Economía-
En realidad no escuché nada en concreto, habló para todos sin grandes líneas. Me pareció que intentó decir para todos algo como lo de fortalecer al empresariado nacional y esas cosas. Tampoco logré sacar nada en cuanto a futuras medidas, y algo similar con la orientación de la política económica. Tocó el tema de la deuda con marketing.
Lo que sí me preocupa es que dijo que tienen que cambiar todas las cúpulas, donde los militares serán los primeros. El mensaje es complicado, sobre todo para los militares porque cuando hubo vacío de poder ellos actuaron profesionalmente. Con relación a cambiar las cúpulas empresariales y sindicales, parece haber un tema de militancia, ideológico. Es delicado, por que los inversores miran esto.
Puede ser un tema que tendrá algún impacto en la economía, porque en el caso de los militares se trata de una institución que actuaba bien. En síntesis, Kirchner sigue siendo una incógnita a despejar.
No fue un discurso como el de Frondizi, con una orientación estratégica de desarrollo; todo fue de compromiso.
JOSE ESPERT
-Economista-
No ha agregado nada nuevo a lo que el Presidente viene diciendo en los últimos días. Más bien parece que se consideran que están en una gesta redentora de los desposeídos, donde se destaca como diferencia un cierto respeto a las cuentas públicas.
Pareció una actitud contestataria a la década del.
Mucha liturgia populista, echándoles la culpa de la hecatombe a las AFJP, a los evasores. Respecto de la deuda, que es impagable, es una falta de respeto al acreedor, al que se le va a castigar andar diciendo que van a hacer obra pública con su dinero para reactivar en el corto plazo. Me preocupa independientemente que lo crea o no , que diga que les está haciendo creer a los argentinos una gran mentira que por culpa de los evasores se produjo el gran colapso del año pasado.
Hay que luchar contra la evasión, pero esto no sirve para solucionar todos los problemas que tenemos, es un disparate. Por suerte para todos, Kirchner toma el gobierno con la economía con un fuerte envión y lo salva su énfasis sobre las cuentas fiscales. Lo triste son los giros de un extremo a otro, del populismo al liberalismo, en las últimas décadas. No hay economía ni país que aguante.
LUIS SECCO
-Economista-
Obviamente se tratará de analizar un discurso presidencial de inauguración de mandato, donde sólo se dan enunciados sin precisiones, pero igualmente se puede determinar que la agenda del nuevo gobierno priorizará la acción social vía crecimiento de la economía. Para esto se pondrá el eje en la obra pública y el consumo dentro del mercado interno como mecanismo para salir de la crisis social.
Comparto la necesidad de avanzar prioritariamente en mejorar la situación social, pero no coincido con los instrumentos para resolver la encrucijada.
Una inyección para mejorar el consumo no es lo adecuado para buscar el crecimiento de la economía. La Argentina tiene un problema en la confianza y falta de inversión, y una reforma impositiva que vaya dirigida a aumentar el consumo no generarán ninguna de las dos cosas.
Por el lado de la obra pública, en lugar de la inversión privada no genera tampoco optimismo. En el pasado argentino estas políticas no fueron complementarias al crecimiento o la recuperación, sino meros sustitutos a la inversión privada, quitándole fondos y aumentando la ineficiencia. Para peor, la historia argentina reciente está plagada de casos donde la obra pública derivó en más clientelismo político.
Otra cuestión es de dónde sale el dinero para esa obra pública. Roberto Lavagna habla de $6.000 millones disponibles: $3.500 millones provenientes del presupuesto, $1.500 millones de préstamos de organismos internacionales y $1.000 millones de fondos de fideicomisos. En el primer caso, parecemos olvidar que la argentina tiene un fuerte déficit ya que no está cumpliendo con sus obligaciones de deuda. El gobierno elige la obra pública en lugar de esta cuestión fundamental como si sobra el dinero en un país en default. En la segunda fuente, se trata de más deuda. En el tercero, no está claro que exista esa liquidez ya que los fondos fiduciarios están prácticamente desfinanciados y habría que sacar el dinero de otro lado.
La pregunta, entonces, es cómo recurrir a la obra pública sin caer en los errores políticos y clientelistas del pasado y con financiamiento genuino.