¿Se viene la estafa a los depositantes?

Luego del default de la deuda y el control de cambios, si además se estafa a los depositantes, Argentina no tiene futuro. Lo terrible es que se están generando las condiciones que favorecen esa estafa.

Finalmente y como no podía ser de otra manera, luego de diez años de una política fiscal irresponsable como pocas veces se recuerde en nuestra historia, estamos en el medio de un caos que todavía es una especie de "Spa" comparado con lo que puede venir. Ya hemos defaulteado la deuda, barrido con toda independencia del BCRA, metido la mano a los fondos de las AFJP, establecido tipos de cambio diferenciales con el factor de empalme, reintrodujimos controles de cambio y hemos congelado depósitos. Las consecuencias de una bombástica herencia recibida y de estos horrores de política económica, son evidentes: economía en implosión, desempleo récord en la historia, la peor situación social jamás vista, los jóvenes capacitados que emigran mientras importamos pobreza de países vecinos, un país sin esperanza para la gente, etc.

¿Pueden generarse males mayores todavía? Por supuesto que sí. Todo depende de lo que vayamos haciendo en el medio del fango en el cual nos metieron dos sucesivos gobiernos inescrupulosos e ignorantes. El no devaluar es el único objetivo de un Poder Ejecutivo absolutamente perdido y sorprendido porque la realidad le es muy "chúcara", tal como el Presidente lo ha reconocido. Para el Gobierno todo se reduce a durar lo máximo posible a costa de cualquier precio de mediano plazo que podamos pagar los argentinos. Su única prioridad es no devaluar y para ello no importa si tenemos que defaultear, congelar depósitos, reestablecer los controles de cambio, liquidarnos las reservas internacionales y todo tipo de barrabasadas de política económica que uno pensaba que estaban enterradas luego de la hiperinflación.

El haber defaulteado la deuda nos condena a mucho tiempo de no recibir más préstamos del exterior. El control de cambios y la absurda idea de algunos diputados de gravar diferencialmente con Ganancias el giro de dividendos al exterior, traerá como consecuencia años sin Inversión Extranjera Directa. O sea, nos espera un futuro sin entrada de capitales foráneos. Pero la cadena del espanto puede no terminar ahí si a esto se le suma la fuga permanente de los ahorros nacionales. Y esto ocurrirá si la próxima víctima son los depositantes, para quienes el congelamiento dispuesto se puede transformar en una pérdida substancial de sus ahorros.

Y en ese sentido, el Ministro de Economía tiene sobrados antecedentes "licuadores". En 1982 cuando Cavallo fue presidente del BCRA, congeló las tasas de interés, dejo flotar el tipo de cambio y emitió moneda a lo loco. La consecuencia fue obvia: un fogonazo inflacionario impresionante que licuó deudas empresarias y depósitos de indefensos ahorristas. En 1989 fue el ideólogo del Plan BONEX, una de las estafas más groseras que se hayan cometido contra los depositantes en el "prontuario" macroeconómico de la Argentina. Esta vez la metodología fue distinta (se canjearon los depósitos por bonos públicos de bajísimo valor de mercado), pero los resultados fueron igualmente devastadores para el ahorrista.

Lo que hagamos con los depositantes hoy define en gran parte si la Argentina tiene alguna viabilidad en el mediano plazo. Las alternativas que andan dando vuelta son nefastas para el largo plazo porque llevan a que en el futuro los ahorros de los argentinos se hagan en el exterior. Una es la conversión forzosa de depósitos y préstamos a pesos y a continuación, flotar el tipo de cambio y emitir moneda para reactivar. Esta fórmula, idéntica a la de 1982, llevaría a una gran licuación de los endeudados y pérdidas enormes para los depositantes, tras el "
fogonazo" inflacionario.

La otra alternativa, más coherente con el empecinamiento en no devaluar, consiste en permitir a los deudores del sistema a pagar sus préstamos con (devaluados) bonos de la deuda pública. Este mecanismo que ya se ha instrumentado para empresas fundidas que entren en el plan de capitalización de deudas con el fisco, tiene un incentivo perverso: probablemente no haya mejor negocio hoy en la Argentina que dejar de pagar impuestos y convertirse (artificialmente) en una empresa que califique para el régimen de capitalización de deudas con el fisco.

¿La licuación de deudas terminará en los casos genuinos (y "fabricados") de empresas insolventes? ¿O por el contrario se extenderá a las empresas sin riesgo de insolvencia?. En el reciente ("moderno" y "evolucionado") decreto de congelamiento de depósitos y control de cambios, se ha incluido también a las empresas sanas en el mecanismo de cancelación de deudas con bonos, aunque el beneficio todavía queda sujeto al consentimiento de los bancos acreedores. Ahora bastaría decidir que el beneficio de la cancelación de deudas con bonos fuera de aceptación obligatoria para los bancos, para que un nuevo plan Bonex para los depositantes quedara sancionado de facto. Si ello ocurriera, los bancos sólo podrían devolver bonos desvalorizados a sus depositantes. ¿Es esto probable?. La implosión económica está creando un contexto de crisis generalizada en el que medidas excepcionales de carácter general parecen necesarias y convenientes. Por otro lado no hay negocio más atractivo para nuestros empresarios prebendarios. Incluso lo reclaman con desparpajo. "Hay que estatizar la deuda privada", dijo Franco Macri recientemente. Una vergüenza.

Sea a través de una desdolarización con subsiguiente explosión inflacionaria (propuesta preferida por los "economistas nacionales") o a través de un nuevo Plan Bonex, la transferencia de riqueza de los depositantes a los deudores del sistema sería un impúdico e injustificado robo de guante blanco. No hay ninguna razón para expropiar al ahorrista que durante los anos de la Convertibilidad ha estado recibiendo tasas de interés normales para estándares internacionales, muy inferiores a las de los títulos públicos. Por otro lado, no hay ningún justificativo para quitas de deuda a sectores altamente rentables como las empresas de servicios privatizadas o las que se pudieran beneficiar con una eventual devaluación. Los problemas de endeudamiento deben resolverse siempre caso por caso, haciéndole cumplir a la banca su rol de banquero, poniendo en juego su propio capital.

Si pretendemos ser un país serio, debemos abandonar de una vez para siempre las políticas "cambalache", donde igualamos a todos sin distinción. Debemos terminar con los congelamientos generales que "protegen" por igual a los bancos solventes y a los insolventes, no permitiendo que los bancos insolventes caigan y los solventes crezcan. En donde las licuaciones generalizadas salvan a los empresarios quebrados, no permitiendo que quiebren y la propiedad de sus empresas pasen a empresarios más eficientes. En donde el gobierno decreta licuaciones generalizadas que estafan al que ahorra y premian al "bicicletero". Son las reglas "cambalacheras" del capitalismo corporativo, estatista y prebendario los que nos han llevado a la decadencia por 70 anos. Si pretendemos terminar con ella, empecemos por la oportunidad que nos brinda esta crisis.
No es cuestión de "cacarear" que nunca se estafará a los ahorristas sino de hacer las cosas para que ello no ocurra. Ya son sobradas las muestras de falta de palabra de Cavallo desde que llegó a Economía en marzo. El día anterior al congelamiento le pidió a los ahorristas que dejaran su dinero en los bancos, que era el lugar mas seguro para tenerlo… Mientras tanto, los decretos y resoluciones inspiradas en su admirada ingeniería financiera están creando las condiciones para que un día nos encontremos con que una nueva "punción" al ahorrista sea un hecho inevitable. Sería patético y criminal.

José Luis Espert

José Luis Espert

Doctor en Economía

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