Hay que cambiar el modelo

El modelo fiscal de la convertibilidad de hacer déficit fiscal cada vez que se puede, acumular deuda pública hasta atragantarse y cuando ella no se puede pagar, patearla para adelante como se hizo con el Megacanje, está agotado, no va más.

Si se lo juzgara a Cavallo a la luz de su actividad como policy maker en los últimos 20 años se llega a la conclusión de que para él las deudas no se pagan. El problema es que desconocer la realidad siempre nos lleva a problemas, porque las deudas se pagan o por las buenas o por las malas. Por las buenas es ahorrar para los períodos en los cuales vence la deuda y por las malas es como históricamente Cavallo ha reaccionado: licuando y confiscando en el medio de grandes caos económicos.

En 1982 cuando era presidente del BCRA y ya se había convertido en una pesadilla peor que la de Freddy Krueger para todo gerente financiero de bancos por la tonelada de circulares que emitía todos los días, con tasas de interés controladas emitió moneda a lo loco dejando flotar el tipo de cambio. La consecuencia fue obvia. Un fogonazo inflacionario impresionante que licuó deudas empresarias y también los depósitos de los indefensos ahorristas. En 1989 fue el ideólogo del Plan BONEX, una de las estafas más groseras que se hayan cometido contra los depositantes en el prontuario macroeconómico que es la Argentina. Cuando llegó al Ministerio de Economía en 1991, reconoce la deuda con los bancos acreedores pero la patea para adelante con el Plan Brady. Reconoce luego con los Bocones deudas con jubilados y proveedores del Estado de décadas pero también las patea bien lejos del horizonte de ese momento.

Después privatiza el sistema previsional generando un costo fiscal para el Estado de más de $4.200 millones por año sin tomar previamente ningún resguardo fiscal. Luego baja los aportes patronales con un costo fiscal de más de $3.400 millones por año y nuevamente no tomó ningún resguardo fiscal. Para coronar el "festival de bonos" se gastó durante su primera gestión como ministro de economía $35.000 millones de recaudación haciendo explotar más todavía el déficit fiscal y el endeudamiento público. Hoy, cuando tenemos que empezar a pagar las deudas acumuladas durante la convertibilidad porque ya desde afuera no nos prestan más, la pateamos para adelante con el Megacanje capitaneado por las AFJP y bancos locales a una tasa de interés que como mínimo es 5 veces más alta que el potencial de crecimiento económico de Argentina (siendo realistas y no voluntaristas).

El argumento de Cavallo para transferirle una deuda (la del Megacanje) a "tasas no ruinosas" a las generaciones futuras es que el déficit fiscal y la enorme acumulación de deuda pública de la última década es como consecuencia de la pérdida de recursos fiscales por la privatización del sistema previsional. En palabras de Cavallo, como el sistema previsional de reparto tiende al equilibrio, existe una ley de responsabilidad fiscal que obliga a déficit fiscal 0 en el 2005 y las AFJP para el 2030 habrán acumulado cerca de $400.000 millones de fondos derivados de sus aportantes, las consecuencias serán que el déficit fiscal desaparecerá, la deuda pública quedará congelada en $150.000 millones, luego se irá licuando con el "vigoroso crecimiento " en términos del PIB, y como las AFJP "nadarán" en liquidez, no habrá problemas para refinanciar los vencimientos de deuda que se vayan produciendo por el Megacanje por más abultados que sean.

Todo este razonamiento, al negar la realidad de lo que ha ocurrido en materia fiscal durante la convertibilidad, pero particularmente durante su primera gestión como ministro de economía, es totalmente falaz. Por lo tanto, fracasará y seguiremos viviendo momentos muy aciagos en Argentina.
Primero. Las tasas del Megacanje son claramente ruinosas. Hay varias maneras de calcularlo correctamente versus las mentirosas y caprichosas maneras que ha encontrado el gobierno para presentarlo. Una de ellas, es calcular la TIR que iguala dos flujos de fondos. Uno es el flujo de pagos de intereses y capital de la deuda que se sacó de circulación y otra es el flujo de capital e intereses de la nueva deuda más el pago de la comisión de los bancos y el cash del que se hace el gobierno por la liberación de las garantías Brady. En ambos casos habría que incorporar las ganancias y pérdidas de capital por las diferencias entre valores residuales y el precio de mercado de los bonos. La TIR es de 17%. Impagable.

Otra sería determinar cuál sería el "trend" de los pagos de capital e intereses habiendo hecho un ajuste fiscal hoy bajando muy fuerte el gasto público, endeudarse a las tasas altas de mercado de hoy con la seguridad de renovar esa deuda a tasas mucho más bajas cuando al ajuste haya surtido efecto y comparar ese flujo con los flujos de la nueva deuda post Megacanje y renovaciones a tasas salvajes. El ahorro sería muy significativo, por lo menos, de 4% del PIB en términos de valor presente neto.

Segundo, no es cierto que el déficit fiscal de hoy es como consecuencia de la reforma previsional de 1994. Lo que hizo la reforma previsional fue blanquear (parcialmente) una deuda implícita del sistema estatal. Si bien es cierto el Sistema estatal perdió recaudación, también dejó de generar una deuda implícita con los aportantes que se traspasaron al sistema privado. Tratándose de aportes previsionales que generan un compromiso de gasto hacia delante, no se puede interpretar los cambios en la recaudación de una manera parcial, como si se tratara de impuestos comunes (que no generan un gasto futuro). Con el traspaso a las AFJP el Estado aumentó su deuda explícita pero redujo su deuda implícita.

Pero lo hizo en forma parcial. Si el traspaso del sistema estatal a las AFJP hubiera sido completo como en Chile, hubiera resultado evidente que la deuda pública total es hoy mucho mayor que la actualmente registrada. Entonces la conceptualización correcta es la opuesta: el déficit fiscal actual es una medida parcial del verdadero déficit, ya que no contempla los intereses implícitos sobre la deuda contingente que el Sistema de Seguridad Social todavía tiene con sus futuros jubilados, con los beneficiarios de la Prestación Básica Universal y con los millones de evasores previsionales que, sin cobertura alguna, significarán una carga futura para el Estado. Finalmente, una programación fiscal responsable hubiera calculado los costos fiscales de la reforma previsional y hubiera ahorrado los $25.000 millones de recaudación que ya había antes de la privatización del sistema en 1994 en vez de gastársela toda para hacer populismo y demagogia para arrasar en cuanta elección había en camino.

Además, ¿no era que privatizar el sistema previsional, además de los beneficios de largo plazo de aumentar la tasa de ahorro de la economía, mejoraba la solvencia fiscal?
Tercero. Cuando se privatizó el sistema previsional se decía que entraría en equilibrio en 2003. Luego, cuando se vio que el desempleo creciente y el ennegrecimiento de la economía generaban una sangría espectacular de recursos del sistema de reparto se afirmaba que entraría en equilibrio en el 2017. Hoy nadie que entienda algo del tema previsional se anima a decir si el equilibrio del sistema existe porque aunque se mueran todos los jubilados que están hoy adentro, la mitad de los activos que pueden reclamar en el futuro haberes del Estado no aporta con lo cual ahí hay un déficit fiscal potencial fenomenal que nadie en el gobierno tiene en cuenta.

Cuarto. La Ley de Responsabilidad Fiscal no existe. Sancionada en 1999, fijaba la meta de déficit fiscal en 0 en 2003. En 2000, primer año de su vigencia y cuando Machinea se veía venir el cuarto ajuste fiscal en menos de 12 meses de estar sentado en la poltrona de Economía, envío un proyecto, rápidamente sancionado por el Congreso por supuesto, para que se fuera a déficit fiscal 0 en 2005 y no en 2003. Como consecuencia de ello, el déficit del lustro 2001-2005, subía $10.000 millones respecto de la ley original. Además, suena ridículo ver un país como Argentina que para no caer en la cesación de pagos hoy compromete el futuro de manera dramática al patear la deuda para adelante a "tasas ruinosas" como las fijadas en el Megacanje y que al mismo tiempo diga que tiene una Ley de Responsabilidad Fiscal. La tendrá en los papeles, pero en la realidad o no existe porque ante el menor problema para cumplir se la cambia o aunque no se la cambie es irrelevante porque el déficit que está ahí puesto es insostenible.

Quinto. Hay que tomar conciencia de que lo que ocurrió entre 1991 y 1994 fue un "veranito" que en lugar de durar 3 meses fue de 4 años porque consistió en un espectacular shock de demanda producido por el déficit fiscal que, bien medido, es igual al déficit en cuenta corriente de la década del ´90. La consecuencia fue un boom de crecimiento basado en el consumo y la inversión domésticas que atrasó el tipo de cambio como nunca en la historia. Hoy estamos experimentando la otra parte de la historia. La deflación, el desempleo masivo y el cierre de empresas. Con el problema de precios relativos y de capital humano que tenemos, el crecimiento potencial del Argentina no es mayor al 2% por año o por lo menos no es ni el 7% ni el 10% como dice Cavallo.

Sexto. ¿Qué es eso de andar mezclando la necesidad de renovar la deuda pública del futuro con un participante del sector privado como las AFJP? A menos que estemos todos equivocados salvo Cavallo, las AFJP no son una agencia del sector público que le asegura el financiamiento abundante y barato que él nos muestra. Son agentes del sector privado que tiene fondos aportados por el sector privado que invierten, dentro de ciertos límites, en lo que les plazca. Este tipo de mezclas antojadizas en función de las necesidades de corto plazo da vergüenza ajena cuando uno piensa que así se vendió el Megacanje en el exterior y es la consecuencia de haber hecho las cosas por la mitad en el pasado.

Si queremos una solución de mercado para el tema previsional deberíamos haber eliminado para siempre en 1994 el sistema de reparto tanto para los activos como los pasivos que existieran en aquél momento y así hoy las AFJP no serían presentadas como una especie de nuevo Banco Central que financia al gobierno. No quisiera estar en la piel de un dueño de una AFJP con un Cavallo diciendo que las AFJP "son mías".
Lo que Cavallo no entiende o no quiere entender es que hay una "pata" de la convertibilidad que está totalmente agotada que es la de patear para adelante la deuda porque ésta se paga con crecimiento económico (y si no, no se paga), hacer reformas estructurales en el corto plazo para que entren capitales, reactivar y gastarse todo el producido de la recaudación resultante de la reactivación con suba de gasto público (1991-1996) o con baja de impuestos como ahora con los planes de competitividad.

El problema de Argentina es de solvencia y no de liquidez. Si fuera de liquidez, como el gobierno afirma, con un programa financiero como ellos dicen que está cerrado en el 2001 y con el Megacanje, el riesgo país tendría que estar en los 500 basis points. Si no baja de 900 basis points es porque es de solvencia, o sea, el Estado está quebrado, tiene un déficit de más de 5% del PIB, una deuda pública que ya supera 55% del PIB y con una solvencia fiscal de largo plazo sumamente deteriorada.
Los problemas y los daños generado por una política fiscal irresponsable que lo tiene a Cavallo como ideólogo, no se solucionan generando buena onda diciendo que todo va ir fantástico, que creceremos 5% (cuando el ajuste de la cuente corriente privada en 2001 es de más de 1% del PIB), que cumpliremos la meta del FMI (el desvío mínimo respecto de una de meta de $6.500 millones será de $3.000 millones) sino afrontándolos. Encararlos hoy es bajar el gasto público $15.000 millones para ir a déficit 0 cuanto antes. La alternativa es seguir como ahora, penando por medio punto de reactivación, manipulando expectativas para contrarrestar lo mal que están las cosas, mientras el desempleo crece, las empresas cierran y los jóvenes emigran.

José Luis Espert

José Luis Espert

Doctor en Economía

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