Con un auditorio que orilló el centenar de personas, fundamentalmente compuesto por empresarios y profesionales -no pasó desapercibida la escasa presencia de dirigentes políticos y la nula asistencia de funcionarios municipales- el economista pergaminense José Luis Espert ofreció el viernes último un seminario sobre "Argentina: diagnóstico y perspectivas económicas".
Con estilo claro y contundente y un lenguaje sencillo y entendible. al que le sumó la proyección de gráficos y cuadros, trazó un crudo panorama sobre el presente y el futuro de las finanzas en el país.
No ahorró críticas hacia la dirigencia política y sindical y a varios de sus colegas. Sabedor del impacto de su alocución -fundamentada con amplitud de estadísticas e información- advirtió que su función no es escribir libros de autoayuda sino efectuar un análisis de la economía y trazar proyecciones.
Remarcó que aboga por "un capitalismo que le sirva a la gente" y no "por este capitalismo salvaje, destructivo más que constructivo”.
El economista anticipó que dos grandes temas ocuparán el centro de la atención en los próximos 365 días: "la cesación de pagos o no y el atraso del tipo de cambio van a dominar la agenda de discusión en el próximo año".
El titular de Espert Grupo Consultor diferenció "dos caras bien distintas" del Plan de Convertibilidad. Elogió "la buena reforma estructural promercado", citando las privatizaciones, la desregulación de los mercados y la apertura de la economía, aunque "se necesita mucha mayor apertura.
Esta economía tan cara en dólares da la sensación de que es muy abierta, cuando en realidad no es así”. En cambio cuestionó "una política fiscal absolutamente irresponsable", ya que "cada peso recaudado se gastó y se financió el déficit resultante con entrada de capitales".
En este sentido, reprobó duramente que de la que de la mano del aumento de la recaudación se haya incrementado el gasto público y transmitió la necesidad de que "la próxima vez que tengamos un proceso de recuperación guardemos la recaudación", porque en los últimos años el déficit se financió pidiendo prestado. "Nos empachamos de deuda.
Nos olvidamos de lo básico y esencial: cuidar la plata que uno gana".
Consideró "lógica" la queja de los industriales y de los productores agropecuarios, “que compiten en una economía más abierta y con un atraso cambiario".
"Hay una combinación letal" e hizo referencia a la economía más abierta de los últimos 40 años, con el tipo de cambio más atrasado de los últimos 40 años y la tasa de desempleo más alta desde que se mide este guarismo. "El resultado fiscal es el de una economía que está en cesación de pagos".
Ante este presente, Espert afirmó que "congelar el gasto público no alcanza" y "si no se hace un ajuste muy grotesco" el compromiso firmado entre el Gobierno central y las provincias este mes "será un papelito flotando en el maremoto".
Reiterando conceptos vertidos en la entrevista publicada el viernes en LA OPINION, indicó que debe ajustarse el gasto público en 15 mil millones de dólares y lo fundamentó con concluyentes proyecciones que indican que al ritmo actual en el año 2005 habrá un déficit global de 21.100 millones de pesos y la deuda pública alcanzará los 234.408 millones, representando casi un 75% del PBI. Planteó un panorama distinto si se produce ese drástico recorte, como puede apreciarse en los cuadros.
"Es necesario y ético que el ajuste lo paguen los políticos, porque haber despilfarrado el aumento en los ingresos nos llevó al costo social actual", precisó.
Esta poda podría pasar por la reducción de personal en la administración pública (concretamente habló de “echar a los ñoquis"), rebajar sueldos y dietas de jueces provinciales y concejales, terminar con los subsidios a las empresas concesionarios de servicios, eliminar el sistema de asignaciones familiares y establecer un tope a las jubilaciones.
La devaluación
Entre los gráficos que exhibió, Espert mostró uno que ilustra sobre el encarecimiento de la Argentina en dólares, que está un 17% por encima del primer trimestre de 1981 (época de Martínez de Hoz, previa a la devaluación realizada por el ministro Sigaut,, durante la dictadura militar) y si bien fue terminante al afirmar que el atraso cambiarlo afecta severamente la competitividad de las empresas, también lo fue al sostener que “en el corto plazo devaluar es caótico".
Pero en el mediano plazo "para que la Argentina sea un país viable, hay que pensarlo".
También aludió a la necesidad de avanzar en una reforma política, en la educación, en terminar con la copartipación federal de impuestos y otorgarle potestades recaudatorias a las provincias y eliminar la promoción industrial.
Tras su didáctica exposición, Espert respondió las numerosas preguntas que el auditorio le formuló, que sirvieron para ilustrar aún más al atento público sobre la crítica situación económica en la que se encuentra sumergido el país.