Aún sin pagar el medio aguinaldo de diciembre (con lo cual el fisco “ahorra” u$s 1.000 millones en 1997 que deberán ser pagados a principios de 1998), el verdadero déficit fiscal del gobierno en el presente año será de u$s 5.340 millones.
Esta cifra es u$s 940 millones más alta que los u$s 4.400 millones que se le presentarán al FMI sobrecumpliendo la meta fiscal (u$s 4.500 millones), debido a gastos que no se computan e incluir como ingresos a conceptos que no se sostienen en el tiempo. De esta manera, se sigue dando una imagen de falsa solidez de las cuentas públicas argentinas.
La espectacular reforma estructural que se llevó a cabo en nuestro país en el período 1991-1994 junto con la ley de convertibilidad, han sido extraordinarios mecanismos para convertir al déficit fiscal en un instrumento de política económica fuertemente reactivante, simplemente al poner un límite bastante estrecho al financiamiento monetario de los desequilibrios presupuestarios y su reemplazo (desde niveles de desequilibrios fiscales mucho menores a los de la década del 80) por financiamiento externo.
Desde 1991, el FMI ha tenido una enorme flexibilidad en el análisis de la evolución de nuestras cifras fiscales con una consecuencia muy negativa. La de mostrar un sector público en perfecto estado de salud, en el sentido de cumplir con las pautas de los acuerdos (salvo en contadas oportunidades) pero, al mismo tiempo, conviviendo con el muy seguido (y contradictorio) anuncio de paquetes fiscales que aumentan las alícuotas de impuestos y moratorias impositivas para cerrar las cuentas públicas.
El presente año no sería una excepción a la curiosa regla que parecería que aplica el FMI con Argentina: “laissez-faire” fiscal mientras haya reformas estructurales y fuerte liquidez en el mundo.
En efecto, una medición del déficit fiscal, si bien con importantes problemas de cobertura y de metodología, pero que pretende ser medianamente prolijo y representativo de la verdadera evolución de las cuentas públicas argentinas, permite obtener un desequilibrio para el presente año de u$s 5.340 millones cifra que será 21% superior a la que será oficial desde 1997 en adelante, aún con el FMI como auditor de nuestro fisco.
¿Cuáles son las cuatro operaciones de “creative accounting”(contabilidad creativa), sin considerar como tal al no pago en 1997 del medio aguinaldo del sector público que pertenece a diciembre próximo, que se realizarán para “oficializar” un resultado fiscal de u$s 4.400 millones para el presente año?.
1) En enero directamente no se computó como déficit el desequilibrio de las Cajas Provinciales de Previsión Social por u$s 140 millones.
2) En julio, cuando el Estado vendió por u$s 279 millones las acciones provenientes del Programa de Propiedad Participada (PPP), se consideró que la cancelación de la deuda que hicieron los empleados de YPF con el Gobierno por el préstamo con el cual las habían comprado en julio de 1993, era como si fueran impuestos (y no privatizaciones como realmente son) y así el resultado fiscal mostró una transitoria mejoría absolutamente insostenible.
3)En agosto se “anotaron” como recurso corriente del gobierno, a pesar de nunca haberse producido su ingreso en efectivo a la contabilidad nacional, u$s 283 millones de utilidades adelantadas del Banco Hipotecario Nacional a la Tesorería.
4) En setiembre, cuando se realizó el canje de una parte de los Bonos Brady por el Argie 2027, se liberaron las garantías de los Bonos Cupón Cero de los EE.UU. que, desde el ingreso de la Argentina al Plan Financiero 1992, habían capitalizado intereses por u$s 238 millones. Este monto fue computado en su totalidad como si fuera un impuesto cobrado el mismo mes de setiembre, cuando en realidad debería haberse imputado a cada período, como ingreso del Gobierno, los intereses que se acumulaban en cada año sobre el collateral de los Bonos Brady.
En realidad, esta última operación, el gobierno también la hace a veces cuando muestra estadísticas de deuda pública y netea de ellas a los Bonos Cero Cupón por ser parte de sus activos.
De esta manera, la desprolijidad alcanza magnitudes mayúsculas dado que período a período el gobierno “activa” los intereses capitalizados de la garantía de los Bonos Brady y cuando los cobra en efectivo, también constituyen un ingreso del período que mejora la caja fiscal.
Afortunadamente, la realidad es una sola y no dos y, a pesar que el gobierno muestra una razonable salud en las cifras fiscales de Argentina, todavía no somos “investment grade” para ninguna calificadora de riesgo internacional.
Esto ocurre porque en nuestro país, entre otras cosas, si bien se ha realizado una espectacular reforma económica en privatizaciones y desregulación de mercados, no se considera prudente al manejo fiscal que se ha tenido, el cual sigue condicionando de manera notable la sostenibilidad de la tasa de crecimiento de la economía y es inconsistente con la caja de conversión.
La hiperinflación tuvo la virtud de que un partido como el peronista eliminara el estado empresario y desregulara la economía. El efecto tequila trajo como consecuencia positiva una política monetaria mucho más prudente que la anterior a la devaluación mexicana. ¿Por qué no “rompemos” con la perversa lógica de aprender sólo con las crisis y hacemos de la transparencia de nuestras cuentas públicas una verdadera profesión de fe?
Ámbito Financiero – Pág. 12 – 25 de Noviembre 1997