La controversia se reavivó hace unos días cuando el ministro Roberto Lavagna reconoció que no sólo es problemático cuando sale dinero al exterior sino también cuando entra en demasía. Es entonces cuando se financia cualquier fantasía macroeconómica como sucedió con la convertiblidad. Ahora que ya pasó lo peor de la crisis, la Argentina y América latina vuelven a resultar destinos atractivos los inversores internacionales. Esta vez, apuntan desde Economía, la idea es que no tomen al país desprevenido como sí sucedió en los 90. Opinan Daniel Heymann, Ernesto Gaba, José Luis Espert y Sebastián Edwards.
El rumor de que el Ministerio de Economía contemple la posibilidad de regular el flujo de capitales reavivó un viejo debate de la teoría económica. El chispazo comenzó unos días atrás cuando Roberto Lavagna advirtió que en épocas de vacas gordas se tienden a cometer los peores descalabros macroeconómicos. Por ende, un correcto control de esa entrada y salida de recursos provenientes del exterior permitiría evitar grandes fluctuaciones que aviven los ciclos económicos.
Existe consenso unánime entre los economistas que en época de carestía de capitales no hay riesgo de embarcarse en faraónicas políticas de consumo. Simplemente porque la canilla está cerrada. Pero lo contrario ocurre en tiempos de abundancia de financiamiento.
La retórica empleada por Lavagna al referirse a este tema en un reciente documento publicado por el Ministerio de Economía, por el momento está lejos de ubicarse en el llano de las nuevas medidas económicas por venir en las próximas semanas. La observación del ministro se ubica más bien en el marco de señalar aquellos errores cometidos durante los años de convertibilidad y que lógicamente él mismo espera no repetir ahora. En el clímax de su gestión y con el pecho henchido, el titular de Hacienda aprovecha cada vez que tiene oportunidad para dejar sentado cuán sin sentido fue la paridad del 1 a 1.
Sin embargo la idea seduce al ministro. De eso no hay duda. Y si bien ahora no es una prioridad porque todavía no existe una significativa entrada de capitales que regular, Lavagna estaría dispuesto a avanzar en aquella dirección de manera conjunta con Brasil en un futuro si están dadas las condiciones.
Visiones distintas
Quienes están en contra del control de capitales argumentan que los gobiernos confunden los síntomas con la enfermedad. Para el economista José Luis Espert la posible iniciativa del gobierno pasa únicamente que por una cuestión ideológica. "Acá no existen verdaderos argumentos económicos para justificar un impuesto que grave la salida de los fondos menores a 180 días".
Para este tema en particular, con frecuencia se cita el caso chileno como modelo a seguir. "Pensar así sería un error advierte Espert- primero porque nuestro vecino implementó tales medidas sobre la base de una sólida posición fiscal, luego bajó las tasas de interés, más tarde subió los encajes y cuando vio que aún así no le alcanzaba para frenar la entrada de capitales golondrinas, entonces sí recurrió al control de flujos".
Un experto en este tema, el economista chileno y profesor de la Universidad de California, Sebastián Edwards, cree que "antes de hablar sobre control de capitales en Argentina y el paralelismo con Chile, las autoridades deberían poner el pie sobre la tierra y fijarse bien cuál es la situación fiscal para ver si conviene o no avanzar en ese sentido".
La restricción de capitales no garantiza la estabilidad económica y en ciertos casos es una vía costosa de desarrollo, según opina una corriente de la economía. A lo largo de las últimas cuatro décadas, Hong Kong ha llegado a ser próspera a través de un modelo de economía abierta, a pesar de que haya experimentado grandes fluctuaciones económicas. La India, por el contrario, se protegió de capitales extranjeros hasta hace poco y el resultado ha sido el empobrecimiento de su pueblo -aunque muchos como contrapartida señalan el extraordinario crecimiento de su PIB en la última década-.
Pero también hay casos exitosos. Y Chile es uno de ellos, precisamente. Desfavorecer la entrada de estos flujos golondrina fue precisamente el objetivo del encaje dispuesto por el país trasandino en los 90. Entonces, se estipuló que el 30% del capital que ingresaba al país debía permanecer durante un año en el Banco Central, período después del cual éste se liberaba.
Otro caso exitoso fue el de Malasia. Su economía, junto a la de Corea, había resultado vapuleada durante la Crisis Asiática. Y las dos salieron por distintas vías. El gobierno de Seúl avanzó más por el lado de la liberalización de su mercado de capitales amortiguando su impacto a través de un tipo de cambio flotante y una gran paquete de ayuda del FMI. Malasia por el contrario, implantó una serie de controles de flujos de recursos para no afectar su tipo de cambio fijo. Estableció una tasa del 30% sobre la ganancia de aquellos fondos que permanecieran por un tiempo menor a los 12 meses. Y una tasa del 10% para los que dejaran el dinero un lapso mayor al año.
En definitiva, y según la otra corriente de economistas, la idea de gravar entrada de capitales, para hacer más difícil los costos de salida a corto plazo, es razonable para moderar las bruscas fluctuaciones. Especialmente para prevenir a la "chilena" los excesos de la fase expansiva del ciclo.
¿Es relevante?
Sin embargo, su implementación no es tan sencilla. Los sistema de control son engorrosos y la distinción entre residente y no residente es difícil establecer. De modo que los capitales de corto plazo pueden buscar la forma de eludir los impuestos. Otro inconveniente a resolver sería la aplicación de la alícuota para la Argentina, ¿se fija en relación al nivel que tengan las tasas de interés en el mercado internacional o simplemente como un porcentaje de la ganancia que obtengan los fondos depositados en la plaza local, como en el caso de Malasia?. Todos interrogantes sin respuestas por el momento.
Ernesto Gaba, economista jefe del Banco Francés, piensa que "hasta que no se reestructure la deuda publica y se reconstituyan los derechos y obligaciones de un sistema capitalista, parece aventurado hablar de gravar la entrada de capitales porque simplemente no entran". Las subas que se observan en bonos y acciones, en todo caso son recuperaciones de excesivas caídas previas con bajo volumen operado, de modo que no indican mayor entrada de capitales del exterior, analiza Gaba.
Para Daniel Heymann, economista de la CEPAL y especialista en tópicos monetarios, hablar en estos momentos de gravar el ingreso de capital golondrina obedece más bien a una discusión de "fine tuning", es decir, de sintonía fina. "Puede generar algún efecto positivo en el corto plazo si se utiliza en dosis pequeñas pero no se sabe a largo plazo".
¿Porqué entonces Lavagna dio rienda suelta a tal tema?
Las razones
Una de las razones es la ensayada más arriba, al comienzo de la nota. Lavagna viene a representar algo así como el vértice entre la Convertibilidad y una nueva Economía Argentina que nace con el fin del 1 a 1. Y allí le gusta volcar las tintas de vez en cuando. Pero también hay datos objetivos que hacen pensar que la salida de capitales sufriría una fuerte desacelere este año y los siguientes.
Un nuevo reporte del Institute of International Finance de la semana pasada señala que la fuga de fondos pertenecientes a bancos comerciales pasaría de un negativo de 15 billones de dólares a 3 billones para toda la región. "Un punto a tener en cuenta" cree Espert. Lavagna, mientras tanto, ya piensa que a la primer oportunidad de ir en esa dirección no dudará en hacerlo. Sin embargo, hay que señalar que si bien el flujo neto demuestra una recuperación respecto al 2002, todavía está lejos de mostrar los niveles de 2000.
En vísperas del nuevo mandato presidencial, Lavagna se ha esforzado una y otra vez con decir que no habrán nuevos grandes anuncios. Sin embargo, y a lo largo de los últimos meses, se advierte cierta búsqueda de originalidad por parte del Ministerio de Economía y el Banco Central en la presentación de nuevas medidas. Primero fue el inflation targeting. Y ahora el control de capitales.
Todas ellas obedecen a la vuelta en escena de instrumentos de política monetaria que durmieron durante toda una década. Pero hay que tener en cuenta que la implementación de estas herramientas, en los países que fueron exitosas, no fueron utilizadas de la noche a la mañana. La reputación y el prestigio en este terreno hay que ganarlo con los años y el tiempo, ensayó Heymann hace poco. A veces da la sensación de que la Argentina habla duro y pega suave. Cuando debería ocurrir lo contrario: hablar suave y pegar duro.