Mientras que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no se cansa de repetir desde el atril que este modelo de dólar alto beneficia a empresarios "que ganan muchísimo dinero", varios analistas y los propios industriales se animan a contradecirla. "Los beneficios de la devaluación ya se esfumaron", retruca uno de ellos. Con un tipo de cambio estable y con precios que suben esquivando controles, para la industria nacional se erosiona la competitividad del peso en relación con el dólar derivada de la devaluación de 2002.
Las cifras oficiales lo confirman: el precio mayorista para la producción de manufacturas ya subió más que el dólar. Según se constata en un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), mientras que en 2000 el valor de referencia del índice mayorista y del dólar estaba equiparado (100=100), en marzo último el primero de ellos se fue a 338,9 y la moneda norteamericana, en tanto, se ubicó en 315,6. Simultáneamente, para complicar más la rentabilidad industrial, el índice mayorista de precios importados, al igual que el dólar, creció menos que los precios de los bienes de la industria nacional (está en 332,8).
Con todo, "el efecto de la devaluación ya se esfumó", señala el economista Jorge Colina, responsable del estudio. Esto es, los industriales no pueden contar con una ganancia adicional de competitividad cambiaria sino lo contrario: para este sector, en términos reales, el tipo de cambio ajustado por la inflación mayorista cayó por debajo de un peso y ronda los 93 centavos.
No obstante, según datos del Banco Central, el tipo de cambio real multilateral -que no sólo tiene en cuenta el debilitado dólar sino también las fortalecidas monedas de Europa, Chile o Brasil- aún se mantiene por encima del nivel que tenía en la convertibilidad. Tal como lo destacan los especialistas, en el último tiempo la competitividad cambiaria se vio beneficiada por la devaluación global del dólar.
Colina explicó que la erosión de la competitividad cambiaria justifica el retorno masivo de los productos importados, que vuelven a resultar competitivos. Así, la niña mimada de los 90 vuelve a atemorizar a una industria nacional en recuperación. Una de las recetas que se proponen en el sector para recuperar competitividad es una nueva devaluación del peso; sin embargo, esto significaría un incremento en los precios internos, un mazazo aún mayor para los asalariados.
Por sectores
La industria metalmecánica está entre las más afectadas por esta pérdida de competitividad. En el sector salieron a reclamar soluciones; hace meses que piden, en vano, ajustes al modelo.
El vicepresidente de la Cámara de Industriales Metalúrgicos y de Componentes de Córdoba, Sergio Recchia, pidió públicamente un dólar a $ 4,50 para recuperar rentabilidad. Advirtió que el sector pierde competitividad respecto de Brasil y China y anticipó una recesión si no se toman medidas.
El director ejecutivo de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (Adimra), Ricardo Güell, también trazó un complicado panorama, sobre todo desde que se desató la crisis del campo. "Por el aumento de costos que venimos sufriendo, estamos peor que antes de la devaluación; somos menos competitivos que en la convertibilidad", dijo. "Con el incremento de costos de 2008, quedamos un 23 por ciento menos competitivos que en 2001."
La suba de costos, agregó, impacta en la estructura industrial y, con la incertidumbre actual, "hay que trasladarlo a precio". El dirigente ejemplificó: las ventas de maquinaria agrícola sufre una retracción del 80% a partir del paro del campo.
Opiniones de especialistas
Cada vez son más los economistas que reclaman ajustes al modelo. María Castiglione, de la consultora Castiglione, Tiscornia y Asociados, opinó que ya se "erosionó" buena parte de la ganancia desde 2001. Pero estimó que, en términos de competitividad, las industrias aún están un 43% mejor que en el 1 a 1. En esto ayudó -dijo- la debilidad del dólar, que permitió morigerar el impacto.
El economista José Luis Espert coincidió con su colega en señalar que "la inflación se come la ganancia generada por la baja de costos lograda por las empresas". Según sus cifras, el margen de competitividad aún es del 30% por la sostenida devaluación del dólar. De lo contrario, "las industrias estarían con las mismas dificultades que en 2001".
El economista Eduardo Curia también reconoció que "el modelo necesita un service ". Apuntó que, luego de resolver el tema inflacionario, hay que concentrarse en el tipo de cambio competitivo, "eje del modelo". Según sus cálculos, se produjo una pérdida de paridad del 30% respecto del punto de equilibrio -prefiere usar para este cálculo el índice salarial más que la evolución de los precios mayoristas.
"Se perdió un margen que no es subestimable. Hay un proceso de degradación que es contradictorio en un modelo sustentado en el tipo de cambio competitivo y sostenible", criticó . "Esto impacta en varios sectores, pero le pega más fuerte al sector industrial."
Al avanzar en los problemas más urgentes para enfrentar este escenario, los economistas prefieren evitar una nueva devaluación. Coincidieron en atacar la inflación para reencauzar un modelo que podría ganar competitividad si potenciara la inversión.