Frente a lo que denominó como «efecto jazz», Cristina de Kirchner insistió ayer con la idea de que la Argentina es lo suficientemente sólida para enfrentar la crisis en EE.UU.. Es la primera vez que habló del tema y dio a entender que el país está blindado. Lo mismo se pensaba de los mercados de Asia y Europa y en algunos casos esas Bolsas perdieron hasta 15% en sólo 48 horas. Se muestra como escudo protector a los superávits gemelos, uno de los cuales, el fiscal, sería ficticio a la luz de varios análisis.
El martes 15 de enero, el ministro de Economía, Martín Lousteau, dio a conocer las cifras sobre el Ahorro Inversión de la Nación durante diciembre, con lo cual quedó cerrado el resultado fiscal de 2007. Lo que presentó fue poco más que un «teatro de pulgas». Hoy la Argentina no tiene superávit fiscal si se lo mide bien, o sea, sin manipulaciones ni mentiras.
Causó impresión verlo al ministro discursear sólo sobre el resultado anual y no decir una palabra sobre diciembre. La razón es simple. El último mes de 2007 marcó un récord de déficit en las cuentas fiscales y además no tuvo ninguna desaceleración del gasto, al revés de lo que cree tanto el público informado como el lego.
Lousteau concentró su atención en los $ 25.700 millones de superávit primario (antes del pago de intereses) anual. Como todos sus predecesores, prefirió hacer esto a enfocarse en el deterioro que sufrió una versión menos mentirosa de la situación fiscal como lo es el resultado global (después de intereses), el cual, incluso dentro de las «estadísticas» oficiales, tuvo una caída de 20% (al pasar de $ 11.600 millones en 2006 a $ 9.300 millones en 2007) a pesar de una recaudación que creció 35%.
El gasto público global representa el verdadero gasto del gobierno puesto que considera todos los pagos que se deben realizar, incluido los intereses de la deuda pública, ¿o acaso se tiene previsto defaultearlos como en 2001? En 2007 el superávit global oficial fue de sólo 1,1% del PBI, la observación más baja desde 2003 que incluso tiene como ingresos los mal contabilizados stocks de acciones, bonos y depósitos de las personas que se fueron ( obligadas o no) por la contrarreforma del sistema previsional de principios del año pasado, desde capitalización a reparto. Así, deberían restarse $ 7.800 millones, reduciéndose el superávit a la insignificancia de $ 1.500 millones o alternativamente 0,2% del PBI (con la Inflación verdadera de 20% y no la mentira oficial gerenciada por Guillermo Moreno).
Entonces, perdón Sr. ministro Lousteau: ¿dónde está el superávit? Y todavía falta el soberbio déficit de las provincias.
El deterioro fiscal del año fue innegable y fue liderado por la fiesta electoral, pero por supuesto, se decidió tomar como estrategia la desorientación general. El gobierno se enfocó no sólo en el resultado más conveniente (antes del pago de intereses), sino que realizó también las comparaciones que les resultaban más provechosas. Así se alcanzó a leer/ver en casi todo medio sobre la importante desaceleración que sufrió el gasto sobre el fin del año. Nada que ver. Todo muy lejos de la realidad. El crecimiento en diciembre tanto del gasto primario (44,1%) como el global (45,7%) se ubica en línea con el promedio del año, es decir, entre 44,2% y 44,3% respectivamente y el gasto corriente sin intereses ( salarios, jubilaciones, bienes y servicios y los subsidios estatales al transporte y la energía,) creció 46,7% similar al aumento promedio de todo 2007 de 47,0%.
Interrogantes
¿Como logró el gobierno imponer en la mente de la sociedad que el gasto público se está desacelerando después del tsunami preelectoral? Durante noviembre, la postergación en la presentación de los certificados de obra pública en varios emprendimientos del Estado implicó una caída en la cuenta de Gasto de Capital de 2,6% anual. Esto hizo que el gasto global creciera «sólo» 38% contra el mismo mes de 2006. Sin embargo, el gasto corriente sin intereses que representa 80% de las erogaciones estatales subió 47% contra noviembre de 2006, casi igual a 44% del promedio de todo el año 2007 y sólo ligeramente por debajo del delirio del tercer trimestre de 54% cuando el gobierno de los Kirchner se jugaba la posibilidad de «la profundización del cambio» en las elecciones presidenciales de octubre. En cuanto se normalizó el papeleo de las obras que maneja De Vido en el mes de diciembre, el gasto público global volvió a crecer a 46% anual, por encima de 44% de todo 2007 y ahí nomás de 49% del tercer trimestre. Entonces, perdón Sr. ministro Lousteau: ¿dónde está la desaceleración del gasto público?
Es cierto que por un tema meramente estadístico, el gobierno,si se esfuerza mínimamente,puede mostrar en 2008 una desaceleración del gasto que todavía no existe, porque luego de la fiesta de 2007 es difícil sostener ( estadísticamente) tasas de 45% anual. Pero en los dos primeros meses posteriores a las elecciones de octubre, no hay ninguna desaceleración como dice el gobierno.
Supongamos ahora que en 2008 los ingresos fiscales crecen a igual tasa que en 2007 (33,2%), más los 2 o 3 puntos porcentuales que proveerán los nuevos ingresantes al sistema de seguridad social por la contrarreforma, la recaudación crecería 35% anual. Respecto del gasto público, podrían considerarse dos escenarios, uno donde se continúa con la loca política que se observó en 2007 de crecimiento de 44% y otro en el que hay una desaceleración de 10 puntos porcentuales para llegar a 34%. En este segundo caso tanto ingresos como gasto aumentarían lo mismo y recién ahí se cumpliría la promesa oficial.
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Vencimientos
El primer caso resulta en un déficit de $ 1.400 millones, es decir -0,1% PBI, con lo cual se estaría enfrentando el peor resultado desde 2002. En tanto el segundo, nos devuelve un superávit global de $ 14.000 millones, o 1,3% del PBI. Este resultado sería equivalente al aumento de recaudación proveniente del reciente aumento de las retenciones a las exportaciones (tanto agrícolas como sobre los hidrocarburos) y el flujo que recibirá el gobierno de los nuevos aportantes al sistemade reparto. Cabe destacarque el superávit global de u$s 4.400 millones de este escenario, es aproximadamente igual a los vencimientos de capital de la deuda performing que debe enfrentar la Nación durante 2008 (u$s 5.500 millones). Es desastrosa la situación fiscal de fondo que el gobierno kirchnerista ha perpetuado. A pesar del espectacular aumento de recaudación que ha habido en los impuestos tradicionales como IVA y Ganancias por el crecimiento económico, las recategorizaciones, el no ajuste por inflación de los balances de las empresas, el tardío ajuste en los mínimos no imponibles, el aumento en bienes personales. A pesar de la creación de impuestos nuevos como las retenciones a las exportaciones que no paran de aumentar porque el gobierno no para de subir sus alícuotas y porque Tampoco paran de aumentar los precios internacionales de la soja, el maíz, el trigo y el petróleo, el superávit fiscal de 2008 sería de un insignificante 1,3% del PBI, equivalente sólo a los aumentos de recaudación decididos en 2007, el quinto año de modelo productivo, como son la última suba de retenciones y los mayores ingresos que recolectará la Seguridad Social por derecha (no por izquierda como en 2007). No es nada holgada la situación fiscal y si se le agregara el déficit de las provincias sin dudas que el resultado, en el mejor de los casos, es poco deficitario.
Entonces, no hay superávit fiscal, no hay desaceleración del gasto público, no hay desendeudamiento, la deuda pública está siendo defaulteada cuando se dibuja la inflación y hemos dado de baja de la deuda a los que no aceptaron el canje de Lavagna. Los dibujos y la violación al derecho ciudadano de estar informado no es sólo un problema del INDEC sino de todo un gobierno que ha decidido que las estadísticas no son un bien público sino un instrumento para ganar poder. Lamentable.