La Justicia abrió dos causas; el Poder Ejecutivo no dio datos
Las teorías sobre conspiraciones urdidas en las sombras para perjudicar a Néstor Kirchner no nacieron con los hechos de violencia de San Vicente: en los casi tres años y medio que lleva en el poder, el Presidente denunció otras dos veces la existencia de complots contra el Gobierno.
Si a esas denuncias se suman las que hicieron dirigentes o figuras del oficialismo, las posibles conspiraciones para derrocar o desestabilizar a Kirchner suman seis.
Las acusaciones tuvieron distintos destinatarios -la derecha, el menemismo, el duhaldismo, la oposición en general, “los que actúan en las sombras”-, pero siempre obtuvieron un mismo resultado: quedaron como meras denuncias políticas que, al poco tiempo, se perdieron en el olvido.
En dos oportunidades, las acusaciones motivaron investigaciones de la Justicia, pero esos casos no fueron la excepción: tras un breve lapso de averiguaciones, las causas se cerraron por falta de pruebas.
La primera vez que el Presidente alertó sobre un complot en su contra fue el 2 de junio de 2004, en medio de un clima enrarecido por una seguidilla de asaltos de alto impacto en la Capital. “No tengo ninguna duda de que hay algunos sectores interesados y desplazados que están ayudando a crear una situación de psicosis en la sociedad, porque evidentemente trabajan para desestabilizar y quebrar determinadas situaciones institucionales”, dijo entonces el Presidente.
La denuncia causó tal revuelo que, en los días siguientes, los laderos de Kirchner salieron a bajar el tono a la polémica y aclarar que no se hablaba de un complot, sino de intentos de generar caos. Uno de ellos fue el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que aceptó identificar a los presuntos desestabilizadores: acusó a los economistas neoliberales Jorge Avila, José Luis Espert y Daniel Artana, a la Fundación FIEL y al sociólogo Rosendo Fraga.
Al día siguiente, la denuncia llegó a la Justicia por iniciativa del fiscal Carlos Stornelli, a quien el Presidente acusó de querer judicializar el caso para “callar bocas”. Enojado, Kirchner no respondió un cuestionario que le había enviado el entonces juez de la causa, Juan José Galeano.
Luego de que el jefe de Gabinete contestara que se trataba de cuestiones políticas, la Justicia archivó la investigación.
Contra todos
A esas alturas, desde el oficialismo ya se habían lanzado dos denuncias de desestabilización. La primera la había hecho en noviembre de 2003 el entonces piquetero Luis D Elía. “Si quieren derrocar al presidente Kirchner, lo defenderemos como dice el artículo 21° de la Constitución, y si es necesario resistiremos en la calle y a los tiros”, dijo el hoy funcionario, luego de acusar al ex presidente Eduardo Duhalde de financiar a los piqueteros opositores al Gobierno.
Seis meses más tarde, el diputado Miguel Bonasso acusó a “fuerzas antidemocráticas” de “conspirar” contra el Gobierno y a algunos medios de prensa de intentar “limar la imagen presidencial”.
“No vamos a permitir que esa derecha salvaje vuelva a mostrar los dientes nunca más en esta Argentina”, dijo en una sesión en la Cámara baja en la que el jefe de Gabinete debió responder cuestionamientos de la oposición.
La segunda vez que Kirchner denunció la existencia de una conspiración contra el Gobierno fue en agosto del año pasado. En plena campaña electoral, el Presidente acusó a Duhalde, Carlos Menem y Luis Patti de conformar un “oscuro pacto de desestabilización”, tal como lo había bautizado su esposa, Cristina Fernández, entonces candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires.
Antes de la denuncia sobre el complot en San Vicente, el diputado kirchnerista Edgardo Depetri también había advertido sobre un intento desestabilizador. En agosto pasado, señaló a organizaciones que reúnen a militares retirados y en actividad, como la Unión de Promociones (UP) y Argentinos por la Memoria Completa, que presidía la controvertida Karina Mujica.
El caso también llegó a la Justicia, por una denuncia del abogado Ricardo Monner Sans. Pero a la jueza María Servini de Cubría le bastaron unos pocos días para cerrar la causa.
Una mirada hacia atrás en la historia reciente muestra que las denuncias sobre complots son una constante. “Hay una relación entre ver conspiraciones por todos lados y el grado de retroceso de la calidad democrática”, analizó el politicólogo Sergio Berensztein.
Nota Original: LA NACIÓN | 25/10/2006