La semana pasada, el Gobierno dejó en claro su estrategia económica para el período post-electoral. Con unas jugadas mediáticas, dejó entrever que existe una tarea de desgaste del ministro de Economía. El Gobierno busca que el funcionario quede identificado con una gran capacidad técnica, virtuoso en el manejo de la economía, pero con poco vuelo político.
Hay un cierto temor a que Lavagna continúe haciendo crecer su imagen política y busque consolidar su presencia electoral en miras a las elecciones presidenciales de 2007.
Con Eduardo Duhalde fuera del juego, Lavagna podría ser una buena opción fuera del kirchnerismo: posee el respaldo empresario, con sólidos contactos internacionales y un interesante crecimiento histórico para el país mientras ejerce su cargo.
La semana pasada se vio la movida. El Presidente no respaldó a Lavagna en las acusaciones contra la construcción, y éste no apoyó a Kirchner en sus ataques a supermercadistas.
Había vía libre en la disputa, ya que se mezcló también martín Redrado entre los ataques, por los encajes. El titular del BCRA dijo que sería bueno cancelar el impuesto al cheque porque es distorsivo. Lavagna dijo que no.
Lavagna también tuvo un gesto inteligente. Su presencia en el Coloquio de IDEA, al que el gobernador Felipe Solá no asistió para respaldar a Kirchner, fue un guiño a los empresarios, que lo aplaudieron de pie. Eso claramente indica donde jugará sus cartas.