A poco más de un mes de las elecciones, la mala relación entre Kirchner y Lavagna terminó por causar el distanciamiento del Ministro de la cartera de Economía. Las diferencias se venían haciendo notorias desde que éste optó por no sumarse a la campaña electoral y terminó profundizándose la última semana a raíz de las declaraciones de Lavagna contra la cartelización de empresas en la obra pública. De esta manera, el Gobierno pierde al “Einstein” de su gabinete y no hay duda que su salida implicará una profundización de su tendencia populista. Prueba de ello es la designación de Felisa Miceli (una “soldado de Kirchnerista”, como le gusta que la llamen) como titular de Economía. Una mujer muy cercana a K que asegura que las palabras ajuste, reestructuración y achicamiento están prohibidas en su vocabulario.
Si algo le faltaba a K para asemejarse más su par venezolano Hugo Chávez era la salida de Lavagna. Claro que éste no fue un ministro ortodoxo ni nada que se le parezca, pero significaba al menos un freno ante la ignorancia económica reinante en la Casa Rosada. La voluntad de seguir marcando tendencias no se interrumpió luego de la campaña electoral, por el contrario, los acontecimientos internos no han parado de arrojar información sobre la dirección que pretende seguir este Gobierno. El corte autoritario de K ya no es novedad, de hecho, sigue aprovechando cuanta aparición pública hace para relegar en algún sector la culpa de los males que nos aquejan. La más reciente fue en Mar de Plata durante el coloquio de IDEA.
Esta vez se encargó de acusar a los supermercadistas de estar cartelizados y atentar de esta manera contra el bolsillo de los argentinos. Lo cierto es que la incapacidad de contener la suba de precios es uno de los principales problemas y disparadores, tanto de las medidas adoptadas en el último mes, como de la justificación del distanciamiento del Ministro Lavagna, a lo que también hay que sumarle las declaraciones que este último había hecho denunciando cartelización en la Obra Pública y desafiando a K con su presencia en el coloquio de IDEA.
El flojo desempeño de la derecha en las elecciones del 23 de octubre le dio al Gobierno la confianza necesaria para profundizar su tendencia autoritaria y “progresista”. En el último mes no faltó oportunidad para dejar bien clara la posición argentina en lo que refiere a política exterior. Los dos acontecimientos claves en este sentido fueron la IV Cumbre de las Américas y la visita oficial a Venezuela de la semana pasada.
En Mar del Plata, K fogoneó la contra-cumbre en el estadio de fútbol, pronunció un fuerte discurso inaugural en gran parte dirigido contra Bush y dejando de lado antes de comenzarla toda posibilidad de negociar fechas para la implementación del ALCA, argumentando asimetrías entre América Latina y EEUU. Esta posición también le trajo conflictos con su par mexicano debido a la visión favorable al libre comercio que sostiene Vicente Fox. El segundo acontecimiento relevante en este sentido fue la visita oficial a Venezuela. A pesar de que la relación con Chávez es presentada por el Gobierno como una relación puramente económica, la realidad es que se trata de una cuestión ideológica dado que a los fines económicos sería más conveniente tener un acuerdo con el FMI de modo de alivianar el cronograma de pagos para 2006. Sin embargo, K prefiere obtener financiamiento del venezolano para seguir repagando deuda sin ninguna pérdida de discrecionalidad, uno de los pilares fundamentales de su mandato.
Todo esto hizo que el último mes sea de suma importancia para analizar el rumbo del Gobierno. La voluntad del Presidente de seguir profundizando su corte autoritario de “patrón de estancia” se ve ahora realzada por la renuncia de Lavagna, ya que éste era el único que podía hacerle sombra en el ámbito político y además representaba un freno ante la irracionalidad económica de K. No faltará tiempo para que el propio K se encargue de dejarlo como un mero técnico a fin de minimizar la posibilidad de tenerlo como rival en las elecciones de 2007. Lo cierto es que con Lavagna fuera del gabinete la argentina seguirá acentuando su perfil populista, incrementando la presencia del Estado en la economía vía controles de precios y asemejándose cada vez más al tan admirado Hugo Chávez.