El economista pergaminense José Luis Espert, docente universitario y titular de una prestigiosa consultora especializada en inversiones y macroeconomía, hizo un pormenorizado análisis de la actualidad económica de la Argentina y sus perspectivas, en una entrevista concedida a LA OPINION.
De paso por su ciudad natal, el doctor Espert marcó pautas a través de las cuales considera que debe pasar el crecimiento de nuestro país, señalando los aspectos positivos que hay que rescatar y subrayando lo que, a su juicio, no se enmarca en el camino correcto.
Como dato relevante señaló que Argentina bajó su índice de pobreza en 15 puntos y el de indigencia en 10 puntos durante los últimos tres años, aunque asegura que es un error del Gobierno pretender terminar con estos problemas “en dos días”, sino que para ello es necesario sostener durante varios años un crecimiento de por lo menos el siete por ciento anual.
– ¿Cómo es la realidad económica de la Argentina?
– La economía tuvo un primer semestre muy bueno, no tan bueno como fue el año pasado, pero siguió siendo positivo porque tuvo un 7 por ciento de crecimiento, aunque veníamos de 9 por ciento en 2004. Ahora estamos asistiendo, ya en el tercer trimestre, a una desaceleración, pues creo que la economía a esta altura está creciendo alrededor del 6 por ciento, y va a redondear entre un 6,5 ó 7 durante el año.
Y la gran novedad no es la desaceleración del crecimiento, que es muy poca, sino que ha aparecido el fenómeno de la inflación, y creo hay tres grandes causas por lo cual Argentina tiene inflación hoy: una es la andanada de 17 aumentos de salario por decreto que ha dado el Gobierno, que ha hecho volar los costos laborales de las empresas; en segundo lugar, el aumento del gasto público que se ha duplicado desde que se lanzó el plan de Duhalde en enero de 2002, porque ha crecido en 60 mil millones de pesos el gasto público desde que se devaluó en Argentina, lo que significa un 80 por ciento más respecto del gasto público que había en 2001; y el tercer hecho, es que la Argentina no tiene reglas de juego competitivas para la inversión, tiene reglas de juego corporativas, muy al servicio del que tiene poder de lobby y toca el timbre que hay que tocar en la Casa Rosada; eso impide que la inversión crezca todo lo que tiene que crecer para que semejante estímulo que recibe la demanda agregada por el lado de salarios y gasto público, no traiga inflación. Es decir, la inversión está creciendo y mucho, pero no crece a la velocidad que tiene que hacerlo para que semejante empuje a la demanda que le da el Gobierno, vía salarios y gasto público, no traiga inflación.
– ¿Tiene influencia el salario en negro para la macro economía?, porque en la pequeña y mediana empresa muchas veces los grandes costos hacen doblegar el pago en negro…
– Sí, claro. Los datos de la actividad económica que releva el Indec permanentemente incluyen la economía negra, por eso cuando uno dice que en Argentina se recauda 30 puntos de productos de impuestos, eso supone que ese cálculo está hecho contra todo el producto, el blanco y el negro. Por lo tanto, el sector blanco paga el doble de lo que paga la economía total, porque la economía negra es la mitad de la economía blanca. Por lo tanto, la economía blanca no paga 30 por ciento de presión impositiva, sino que paga 60 por ciento. La economía blanca está casi expropiada por el Estado.
Con esta presión impositiva formal desde el Estado salvaje, el que está blanco va a tratar de pasarse al negro y el que está en negro jamás va a entrar al blanco. Una cosa que debería aprender el señor Montoya (Santiago, titular de la Afip) en la provincia de Buenos Aires, es que si él quiere recaudar más -y está recaudando una enormidad de plata en la provincia y no veo por qué quiere recaudar más- debería bajar impuestos en vez de subirlos. En la Argentina es todo al revés: suben los impuestos y después te envían a los Montoya para que vigile qué se recauda y eso es una cosa absurda. ¿Quién pensó que después de subir los impuestos la evasión iba a bajar? Yo diría que ésta es una segunda amenaza que tiene el programa económico argentino, además de la inflación. Aunque no tuviéramos inflación, una amenaza sobre el crecimiento económico, es que tenemos más economía, y la economía más productiva, más eficiente, que es la economía blanca, está violada, se desangra pagando impuestos. Hoy es como que uno tiene una amenaza de muy corto plazo del crecimiento económico que es la inflación, no hay riesgo de hiperinflación, pero sí el riesgo que uno corre de que esta inflación, que es del 12 ó 15 por ciento que estamos teniendo a nivel anual, aborte el crecimiento económico.
La otra amenaza, en el largo plazo, es que esta presión impositiva formal que la paga toda el sector blanco, que es el más eficiente, es insostenible y eso va a abortar el crecimiento económico..
– ¿Cuáles son las perspectivas de inversiones en este marco?
La Argentina si sigue no sólo con los problemas de inflación y de presión impositiva formal salvaje, sino con otro tipos de problemas que habría que detallarlos, va a tender a la tasa de crecimiento mediocre que tuvo en los últimos treinta años, que fue del 2 ó 3 por ciento. Argentina con los problemas de inflación y de presión impositiva formal salvaje, tiene un gasto público que es solamente de enriquecimiento ilícito de por lo menos la tres cuarta parte de la parte política, porque un cuarto debe ser decente, con una economía cerrada que no compite con el mundo, va a ser complicado crecer a tasas chinas. Se crecerá un 2 ó 3 por ciento . No digo que eso vaya a ser en 2006, pero en algún momento Argentina si sigue así, con casi todos sus problemas sin solucionar, salvo la parte fiscal donde tenemos equilibrio fiscal por primera vez en 50 años, va a tender a una tasa de crecimiento muy mediocre.
Es decir que estamos como hace treinta años, donde es el campo el que salva de alguna manera la economía nacional, porque la balanza comercial entre las exportaciones que se hacen y las importaciones que son necesarias las sostiene el sector agropecuario.
Si Argentina no fue a la hiperinflación en 2002 y luego empezó a crecer, fue todo como consecuencia de la mejora en la situación fiscal que hubo y eso fue como consecuencia de dos impuestos: el impuesto al cheque y las retenciones. Entonces acá en algún sentido el campo evitó la hiperinflación y esto es lo que permitió este rebote de crecimiento económico lo cual en definitiva, nos lleva a decir que el campo es el que permitió esta recuperación.
– Y el campo, paradójicamente, puede dar estos números porque ha invertido…
– Invirtió muchísimo durante los ’90, ha seguido invirtiendo y además se encontró con una situación de precios internacionales durante 2003 especialmente, extremadamente favorables.
– Ese es el tema: si no hay inversiones, va a ser difícil el crecimiento…
– El punto es éste: cuando uno mira las experiencias de países emergentes exitosos como Chile, Australia, Nueva Zelanda, tienen niveles de inversión entre 26 y 30 puntos el producto y para que tengamos una idea, Argentina tiene hoy 19,5 y no llega a 20 puntos el producto y estamos fácil a 6 ó 7 puntos del producto de lo que se necesita para crecer a tasas del 7 u 8 por ciento y tener éxito económico. Y además, es muy importante qué sector es el que invierte esos 26 ó 30 por ciento puntos del producto. Cuanto más invierta el sector que exporta -en este caso argentino sería el campo o la industria que exporta también- mejor en términos de tasas de crecimiento.
En la última década se invirtió mucho, pero se invirtió mal, por eso terminamos como terminamos. No sólo hace falta invertir mucho, sino que los sectores que tienen que invertir deben ser los adecuados.
– No debe ser el sector de los servicios, por ejemplo.
– Tiene que haber inversiones de servicio, pero en la última década fue demasiado dispar la inversión porque el atraso del tipo de cambio hizo que la gran inversión estuviera concentrada en servicios.
Si voy con un tipo de cambio muy depreciado, o sea con un dólar caro, la señal es que los que más van a invertir, que es lo que está ocurriendo, son los sectores que exportan y que compiten con exportaciones, prácticamente los que exportan. La industria exportadora está invirtiendo muy fuerte y el campo también.
En ese punto surge otro tema, porque si invierten quienes tienen que hacerlo, como la industria, pero los servicios se quedan sin invertir, no habrá ni electricidad, ni gas, por ejemplo, para sostener ese crecimiento…
El hecho de que el dólar esté caro hace que los sectores que invierten sean los que al país le conviene que inviertan en términos de crecimiento sostenido. Ahora, para que los servicios inviertan, lo que hay que hacer es a la inversa de los que se está haciendo desde el Gobierno con el contrato con las privatizadas. O sea este Gobierno ‘defaulteó’ el contrato con las privatizadas en enero de 2002, pero hace tres años y medio que los tiene ‘defaulteado’. Acá la vergüenza es haberle mojado la oreja todos los días durante los últimos tres años y medio a los que invirtieron 25 mil millones de dólares en Argentina en la última década. Eso es una vergüenza y la Argentina no debería permitírselo como país, porque la imagen que da afuera es vergonzosa. Uno podrá estar de acuerdo o no con las privatizaciones, podrá estar de acuerdo o no con que fueron monopólicas o no, pero lo que no puede hacer es destruir un contrato y mantenerlo tres años y medio estruido, sin la perspectiva muy clara de que se vayan a construir muy rápidamente. Eso es lo que impide que en Argentina el sector de servicios invierta lo que tendría que invertir. Es más, yo diría que de una manera suicida y nefasta el Gobierno mantiene los contratos destruidos para que el Estado empiece a sustituir a los privados en la provisión de servicios públicos, o para que se vayan los extranjeros y vengan los amigotes del poder. Creo que acá hay un objetivo de desarrollar un capitalismo de origen nacional en parte a partir de la salida de los privados y extranjeros, reemplazados por privados amigotes de Kirchner y también por el Estado prestando esos servicios desde, una cosa espantosa como la Enarsa, o sea gastar plata sin hacer nada, porque tiene empleados.
– Hay una lucha entre lo que será crecer industrialmente y con qué servicios se va a crecer.
– Si uno alegremente sigue con contratos defaulteados, va a tener problemas de energía para crecer, porque está todo atado con todo. El dólar a tres pesos puede hacer que el sector que tiene que invertir invierta, pero si no tiene energía para producir por más que invierta no tiene a quien venderle porque no hay energía para producir.
En Argentina lo que deberíamos dejar de hacer es intentar de inventar el círculo cuadrado, porque está todo inventado. Ya se sabe qué países emergentes han sido exitosos y qué países emergentes, no. Yo creo que tenemos que imitar a los exitosos, como Chile, Australia, Nueva Zelanda, Irlanda, y dejar de intentar ser un Chávez girado a la derecha. Eso es una cosa muy “berreta”, hay que imitar a los exitosos.
– Argentina tiene muchas riquezas naturales, comodities y alguna exportación y hay plata en caja, pero el problema es la distribución, porque ese dinero no llega a la gente para que consuma.
– En ese planteo hay varios puntos interesantes. Si uno mira bien desapasionadamente y al mismo tiempo profesionalmente los números de Argentina y de Brasil, en los que son los fundamentos macro, política monetaria y fiscal y apertura de economía, son dos economías muy parecidas. O sea, Argentina desde el punto de vista de los fundamentos macro, política monetaria fiscal y apertura a la economía, es muy parecida a Brasil. Aunque cueste creerlo, Brasil tiene menos pobreza e indigencia que Argentina, pero no es muy diferente a ésta en indigencia y pobreza, entonces la pregunta es por qué lucen distinto, y la respuesta es porque se venden distinto. Nosotros tenemos a Drácula vendiendo la Argentina, que es Kirchner; y Brasil lo tiene a Lula, que en lugar de pelearse con el Fondo, pelearse con el primer mundo, se hace amigo de G 7, los países más poderosos del mundo, entonces la diferencia entre Brasil y Argentina, no es en el contenido, es en el envase, es en el gerente de marketing que tiene cada uno en la Casa Rosada o Brasilia, entonces en las vísceras no son diferentes.
“Por favor copiemos a los exitosos”
– Pero ¿por qué habiendo plata en caja no llega la distribución?
– La pobreza en Argentina, en octubre de 2002, era 55 %; es decir que el 55% de la población en octubre de 2002 era pobre. Hoy la pobreza en la Argentina es del 40 %. Argentina en tres años bajó la pobreza 15 puntos. La indigencia en la Argentina era 25 % en octubre de 2002 y hoy estamos hablando que en la Argentina el 15% de la población es indigente, es decir bajamos 10 puntos en indigentes; si Argentina bajó en tres años desde el peor momento de su historia, de 55 a 40 la pobreza y de 25 a 15 la indigencia quiere decir que hubo una mejora muy grande en los indicadores sociales. Pero creo que la locura de este gobierno es pretender solucionar el problema de la pobreza y la indigencia en dos días, para que Kirchner sea plebiscitado en octubre de 2005 y reelegido en 2007. La pobreza y la indigencia en la Argentina no son solucionables en dos días, este es el delirio y el error del Gobierno. Los problemas de pobreza y de indigencia vienen como consecuencia de indigencia cultural de 80 años, no como consecuencia del estallido de la convertibilidad que fue un suceso. Argentina tiene casi un siglo haciendo mal las cosas: en lugar de hacer un capitalismo competitivo, abierto al mundo, con bajos gastos públicos, con presiones impositivas normales, violamos a la gente con impuestos, tenemos déficit fiscales, economía cerrada, políticos corruptos. Hace cien años que Argentina viene mal y la locura ha sido pretender solucionar en tres años el problema de un siglo. Entonces todo el mundo está preguntando cuándo bajamos la pobreza y la indigencia. Esperen, hemos bajado mucho la pobreza, mucho la indigencia, lo que pasa es que da la sensación de que no se ha hecho nada por esta locura del Gobierno de querer solucionar todo ya y ahora.
Los problemas de inequidad en la distribución del ingreso no existen en los países que son ricos. Prácticamente en países como los de Europa, Estados Unidos, Japón, no hay grandes diferencias. En Argentina la diferencia de entre el 10% más rico y el más pobre es 30 veces superior que en los países desarrollados. En el promedio de los países ricos, no llega a 10 veces esa brecha pero hay problemas de inequidad de todas maneras. Los países que tienen poca inequidad son muy ricos y tienen 10 veces más de ingresos per cápita que nosotros, ya que aquí tenemos 4.500 dólares y Estados Unidos tiene 45.000 dólares de ingreso per cápita.
Un país que tiene 10 veces más de ingreso per cápita que nosotros, tiene menos de un tercio de la inequidad que tenemos nosotros.
Para solucionar las causas de inequidad en serio, primero hay que ser rico. Para eso hay que hacer lo que hacen los países ricos. No hay que imitarlo a Chávez, como hacemos nosotros acá, sólo que un poquito más hacia la derecha.
Hay otra manera de solucionar los problemas de inequidad, por izquierda, que es en una economía comunista: todos iguales, pero somos todos igualmente pobres. Argentina, para solucionar el problema de inequidad siendo pobre, va a tener que ser comunista entonces, aunque con esto no le quiero dar una idea al presidente.
Si usted quiere ser muy equitativo y rico, va a tener que hacer lo que hacen los países ricos. ¿Qué hacen los países ricos? Poca presión impositiva, poca corrupción, economías abiertas, fiscos que no tienen déficit, mucha educación, mucha salud. Y los ejemplos nuestros son que violamos la gente con impuestos, corrupción, economía cerrada, ya ni competimos con Brasil. La reforma educativa es Filmus distribuyendo libritos en la entrada a la cancha de fútbol, el programa de Salud es Ginés González García repartiendo profilácticos… así es complicado ser rico. Hay que hacer lo que hacen los exitosos, por favor copiemos a los exitosos.
La visión sobre el sector agropecuario
– Cuál es el futuro de las zonas agrícolas?
Yo lo veo bien. A pesar de las nefastas retenciones, yo no entiendo cómo la dirigencia agropecuaria se calla con todo esto, porque no debería permitir un impuesto que grava de la manera grosera la productividad como las retenciones.
Aunque haya retenciones, la suma de un dólar a tres y los precios de la soja más o menos razonables, yo creo que a esta zona -Pergamino- le va a seguir yendo bien, porque hay una buena perspectiva de precios allá arriba. Y un dólar que se va a depreciar algo de aquí a fin de año frente al euro y al yen, yo creo que eso le favorece a la soja y a Pergamino.
Hablamos de una situación favorable, pero que no parte desde el desarrollo…
– Argentina para desarrollarse tiene que crecer treinta años a tasa china, o para hacer de otra manera, no pongamos China, sino a Chile menos dos, porque este vecino creció nueve y nosotros tenemos que crecer siete en treinta años. Porque Argentina hace tres décadas que no crece, que tiene el mismo producto per cápita. Argentina tiró a la basura una generación completa de argentinos, porque si uno supone que la vida activa de una persona son 30 ó 40 años, la Argentina desaprovechó a una generación.
Era el país número 30 en el ’74 y hoy es el número 72. Por eso, para recuperar posiciones tiene que crecer al 7 ó 9 por ciento. Argentina perdió 40 posiciones en el ranking mundial en los últimos treinta años.
Pero por más que Argentina crezca, no tiene que crecer al 3 ó 4 por ciento para recuperar posiciones en el mundo, sino que para eso tiene que crecer a tasa china, porque hasta los países de Europa del este que eran comunistas, se han apiolado, y están haciendo un capitalismo competitivo de economía abierta, con reglas estables, con fiscos solventes, entonces es como que nosotros estamos corriendo siempre de atrás esta carrera.
Nota Original: LA OPINIÓN | 24/07/2005