"Salvo que se vuelva a cargar sobre las espaldas del pueblo argentino, no hay ninguna posibilidad de variar esta situación", dijo Kirchner
Con firmes rechazos a "presiones" externas y disidencias internas, el presidente argentino Néstor Kirchner asumió personalmente el sábado la defensa de la posición de su gobierno de negociar con los acreedores privados sólo por 25% del valor de su deuda en mora por 81.000 millones de dólares.
"Salvo que se vuelva a cargar sobre las espaldas del pueblo argentino, no hay ninguna posibilidad de variar esta situación", dijo el jefe de Estado en conferencia de prensa en ! su natal provincia de Santa Cruz (sur), donde pasa los fines de semana.
El mandatario ratificó de ese modo la oferta argentina que los acreedores rechazan, poco antes de que el Grupo de los Siete (G7), reunido en Boca Ratón, Estados Unidos, emita una declaración en la que se esperaban referencias a la trabada negociación entre Argentina y los tenedores de bonos en mora.
Argentina tiene deuda con acreedores particulares por unos 81.000 millones de dólares, en mora desde diciembre de 2001, pero se mantiene al día con los organismos internacionales de crédito, como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Kirchner insistió en que la oferta a los acreedores "no es caprichosa" sino calculada en sintonía con la capacidad de pago de la economía local, al tiempo que rechazó lo que describió como "más presión" de "fondos buitres y bancos".
"Argentina puede pagar hasta el 25%, y con mucho esfuerzo, el endeudamiento de los tenedores de títulos externos, fondos buitres y bancos, que son los que están haciendo más presión", acusó.
Como ejemplo de esa presión, las autoridades argentinas señalan la demanda de un fondo estadounidense que obtuvo el miércoles de un juez de Maryland prioridad para quedarse con unos depósitos de las fuerzas armadas de Argentina en Estados Unidos, valuados en 3 millones de dólares, en el caso de que se acepte que sean embargados para cancelar deuda.
Kirchner anunció el sábado que esa decisión judicial será apelada por el Estado argentino, y advirtió que su gobierno dará batalla contra "las presiones" también en el campo judicial.
"Lo que no hacemos es dramatizar. Sabemos que estamos en una lucha muy difícil y estamos con mucha fuerza", añadió.
El presidente arremetió además contra algunos economistas locales, de filiación liberal, que consideran equivocada la estrategia negociadora del gobierno y sugieren mejorar la oferta a los acreedores.
"Nosotros no endeudamos a Argentina. Los que endeudaron a Argentina tendrían que tener un poco más de decoro y callarse la boca", fustigó el mandatario.
Horas antes se conocieron opiniones de los economistas Luis Espert y Carlos Melconián, este último asesor del ex presidente Carlos Menem (1989-1999), en cuya década de gestión la deuda argentina escaló considerablemente.
Espert cuestionó al gobierno que pretenda "hacernos creer a todos que un acreedor, cuando quiere cobrar, es un delincuente y por lo tanto merece el peor de los escarnios: el mundo civilizado no funciona así".
Melconián, por su parte, criticó "esta actitud de empujar el problema a un costado, (porque) sólo en dos años nos ha costado 7.000 millones de dólares en términos netos, según reconoció el ministro de Economía, Roberto Lavagna".
El economista menemista señaló asimismo "la ineptitud total de los organismos internacionales para liderar una solución". La posición oficial también comenzó a cosechar apoyos explícitos, tras el llamado del gobierno a convertirla en "una causa nacional".
En ese sentido se conoció el sábado el pronunciamientos del Grupo Industriales, corriente interna de la Unión Industrial Argentina, según la cual "Argentina no puede comprometerse a pagar más allá de los recursos que pueda obtener a través de la producción y el crecimiento".