José Luís Espert y Mario Cairella
Desde hace un tiempo a esta parte, el argentino de a pie ha tomado conciencia que el populismo lo lleva irremediablemente a más y mayor pobreza.
El político que hace del populismo un dogma, en realidad lo que está tratando de hacer es de comprar votos tomando decisiones que esconden su verdadero propósito: beneficiarse a costa del empobrecimiento de todos los demás.
Para este tipo de políticos lo importante es sacrificar el futuro en el altar de “su” presente, importándole poco o nada la salud económica, física y emocional de la población.
En términos económicos, el costo de generar 1 megavatio es de U$100 y la tarifa reconoce U$20. Para el caso del gas, el costo promedio se ubica en torno de los U$6 Mmbtu y la tarifa reconoce U$ 1,5.
Y el gobierno actual no escapa a este diagnóstico, repitió la misma receta de sus antecesores dogmáticos: congelar las tarifas para que la población tenga la “sensación” que toman medidas pensando en mejorarle el poder de compra del salario y de las condiciones de vida.
Sin embargo, solo basta con leer los libros de la historia económica de nuestro país y de otros gobernados por personajes similares: todo termina mal o pésimo.
Las tarifas congeladas, el dólar pisado, el cierre de nuestra economía al mundo bajo el falso argumento que la sustitución de importaciones es en apoyo a la industria argentina, es una mentira que parece, no termina de hipnotizar a los más desprevenidos o vulnerables.
La realidad es que es todo lo contrario. La consecuencia es un aumento injustificado del gasto, imposible de financiar de manera genuina. Ese gasto, va tomando formas distintas y muchas de ellas no surgen a simple vista como tal, sino que, como una infección generalizada en el cuerpo, nos empieza a comer desde adentro.
Esa infección generalizada se manifiesta en forma de emisión monetaria descontrolada, que supura en forma de inflación desmedida y saltos devaluatorios abruptos o escases de bienes y servicios, etc.
Es entonces que, frente a un diagnóstico tan cruel, es necesario tomar medidas que curen ese mal y eviten que vuelva a resurgir con el paso de los años.
El tratamiento se sabe de antemano, será doloroso, pero también se sabe que, una vez tomadas las medidas correctas de remediación, el camino de la recuperación ha comenzado.
Seguramente, muchos de nosotros no lo veremos consolidado, pero habremos sentado bases sólidas para que esta degradación, no agarre desprevenidos a quienes tienen largas vidas aún por vivir.
En este sentido, es que las medidas que hay que tomar para que la energía deje de ser el tema preferido para el manoseo de los populistas, deben ser directas y tomadas lo antes posible.
¿Cuáles son esas medidas?
Antes de responder esa pregunta, trataremos de anticiparme a los “negadores” seriales representados por los gobernadores e intendentes que verán reducida una gran cuota de poder, o los empresarios que viven gracias a las relaciones con el gobierno de turno.
Comencemos aclarando que ninguna de estas medidas tiene nada que ver ni con negar el federalismo ni con recompensar vía regalías el origen los recursos.
La energía eléctrica y el gas son bienes fungibles, fluyen por el país a través de redes, mezclando los electrones de Salto Grande con los de los parques eólicos del sur o las granjas solares del norte. Lo mismo sucede con el gas.
Ahora entonces, proponemos las siguientes medidas, entre otras:
- Quitarle a los gobernadores e intendentes todo poder sobre la gestión y definición de las tarifas de energía eléctrica y gas, ya sea tanto en lo referente a: A, en la porción que corresponde a costo económico de generación de electricidad o producción de gas. B, el Valor Agregado de Distribución (VAD). C, la carga impositiva sobre los conceptos anteriores.
- Si por cualquier razón, las Empresas Distribuidoras de Energía, no pudieran pagarle a Cammesa el 100% de sus deudas, dichos saldos impagos serán retenidos automáticamente de la coparticipación federal de impuestos.
- Eliminar todos los entes reguladores provinciales o municipales que son fuentes de corrupción y siempre funcionales al gobierno feudal de turno.
- Las Cooperativas Eléctricas deben transformarse en sociedades comerciales con capacidad crediticia objetivamente medida.
- Eliminar toda carga tributaria provincial y municipal que aumente innecesariamente el costo de la energía y/o del gas, incluyendo los Ingresos Brutos.
- De la misma forma que Cammesa tiene la función de realizar el despacho económico, seguro y eficiente de la energía eléctrica, también debería realizar el mismo despacho del Gas de manera tal de premiar a los más eficientes.
- Tender a la total liberación del sistema energético para que cada usuario pueda elegir a su proveedor de energía o gas.
- Que sea la Justicia Federal de Buenos Aires la única con jurisdicción competente para tratar temas energéticos. Está probado que la justicia federal del interior del país no puede ejercer el role que de ella se requiere.
- Los esquemas tarifarios tienen que ser diseñados como modelo “step-up”, o sea, a mayor consumo mayor precio.
Todas estas iniciativas, u otras similares que tengan los efectos finales descriptos, deberían ser implementadas de manera inmediata por quienes tengan la responsabilidad de reconstruir este país. Pero lo que no podemos seguir es mintiéndonos en casi todo como lo venimos haciendo desde hace tanto tiempo que ya casi somos una gigantesca villa miseria. A pesar de todo, todavía podemos evitarlo.
José Luís Espert y Mario Cairella