El Banco Central en manos de los K (*)

El programa financiero del gobierno argentino para el eleccionario 2011, será una escalada sobre el de 2010. Esto es, aceleración del crecimiento del gasto público y más uso del Banco Central para financiar un déficit fiscal que puede llegar a 3% del PBI ¿podrá el gobierno llevarlo a cabo sin tensionar demasiado de la cuerda?

El Estado argentino recaudaba $70.000 millones de pesos en 2002 (22% del PBI) y luego de 8 años de “modelo productivo”, en 2010, lo hará por la impresionante cifra de casi $490.000 millones, o sea, $420.000 millones más. Se multiplicó por 6, o 500% de aumento.

Ese monto representa 32% del PBI (10% del PBI más que en 2002) que, corregidos por un 33% que evaden, significa que los pagan impuestos lo hacen por el equivalente al récord bicentenario de 48% del PBI, cifra similar al promedio de Europa, hoy en crisis en parte por su gastador Estado de Bienestar.

Sin duda que un país de ingresos medios como Argentina no puede sostener indefinidamente una presión impositiva sobre los que están en blanco de casi la mitad de su valor agregado. Además, si nunca se pagaron tantos impuestos como hoy en nuestra historia y encima hay déficit fiscal (3% del PBI en 2010), el gasto público también está en un nivel récord bicentenario.

Pero 2011 es probable que no sea el año (2010 descartado) en el cual Argentina se vea obligada a poner su situación fiscal más acorde con sus parámetros de sostenibilidad en el largo plazo, haciendo un fuerte ajuste, a pesar que el déficit de las cuentas públicas supere en 0,5% del PBI al de 2010 y llegue a 3,5% del PBI.

Esto nos lleva a analizar el programa financiero del año próximo. Pero para contextuarlo, primero es necesario hablar del cierre de la "caja fiscal" de 2010.

En el presente año, entre el déficit fiscal primario de Nación más Provincias (sin dibujos) por $25.000 millones, pagos de intereses impostergables (sin la deuda en manos del propio sector público) por $18.000 millones y lo mismo para las amortizaciones de capital (sin la deuda en cartera del gobierno ni la de los organismos internacionales) por $21.000 millones, las necesidades de caja del fisco consolidado son de $64.000 millones (4,2% del PBI).

¿Quién será el gran prestamista que proveerá este gigantesco monto? El BCRA, que emitirá moneda por $15.000 millones de adelantos transitorios y $22.000 millones de "utilidades" del año 2009 que transferirá a la Tesorería. Además, le dará a Hacienda $26.000 millones de reservas internacionales (u$s 6.500 millones) que quedaron a su disposición luego de los Decretos del Bicentenario y del Desendeudamiento.

La consecuencia de los $37.000 millones de emisión monetaria es que la cantidad de dinero está creciendo a casi el 25% anual haciendo que la inflación de 2010 converja, como piso, a esa cifra. El uso de reservas con fines fiscales hizo que, en el primer semestre de 2010, los dólares en poder del BCRA, a pesar de la supercosecha de soja de la campaña 2009/2010 y la entrada de capitales por u$s 1.900 millones (1% del PBI), fueran sólo u$s 1.700 millones más que los que había a fines de 2009.

En líneas generales, si las tasas de crecimiento del gasto público y la recaudación para 2011 fueran las mismas que en el presente del orden del 30% anual, las necesidades de caja, incluyendo a las provincias, subirían a $80.000 millones hasta las elecciones presidenciales de octubre y a $90.000 millones hasta fin de año (la diferencia de $10.000 millones es el pago del cupón atado al PBI que se pagará en diciembre), 4,7% del PBI.

Bajo el supuesto que el gobierno hace una colocación de deuda soberana en el mercado internacional de capitales o usa depósitos oficiales o el FMI vuelve a emitir DEGs como en 2009, totalizando fondos por $11.000 millones, hasta las elecciones, el programa financiero en 2011 necesita de u$s 9.000 millones de reservas del BCRA (u$s 11.300 millones para terminar el año). Estas podrían sufrir su primera caída en casi una década de modelo productivo por más de u$s 5.000 millones, siempre que el BCRA no sea un IndeK, o sea, que si las reservas, caen, nunca se las mostrará más bajas (un gobierno que destruyó al instituto de estadísticas del país es capaz de cualquier cosa con las cifras)

Resulta obvio entonces que la situación fiscal, a pesar de una recaudación nunca vista en nuestra historia, ha comenzado desde hace tiempo un camino de deterioro creciente, por más que Boudou insista en sus circenses conferencias de prensa de que el superávit fiscal no para crecer. Claro, el pequeño detalle es que el Ministro considera, por ejemplo, que los u$s 2.500 millones en DEG que Argentina recibió de los u$s 250.000 millones que emitió el FMI a mediados de 2009, son asimilables al Impuesto a las Ganancias o al IVA que mejoran el resultado fiscal, en vez de (como correspondería) un financiamiento del déficit.

Pruebas al canto. En marzo de 2008 el gobierno trató de duplicar la ya alucinante recaudación por retenciones y llevarla a los u$s 20.000 millones anuales con las fallidas retenciones móviles. Entonces, en octubre del mismo año se quedó con los fondos de los que ahorraban en las AFJP por u$s 12.000 millones anuales de flujo. Como no le alcanzaba, desde 2010 recreó el impuesto inflacionario que le permite recaudar entre el no ajuste en las escalas del Impuesto a las Ganancias y la demanda nominal de dinero, alrededor de u$s 10.000 millones anuales. Dado que le seguía faltando, comenzó a usar las reservas del BCRA para seguir financiándose: u$s 6.500 millones en 2010 y probablemente necesite otros u$s 9.000/u$s 11.300 millones en 2011.

De todas maneras y volviendo a una afirmación realizada más arriba, es probable que 2011 no sea el año en el que gobierno se vea obligado a ajustar (por supuesto que si es por voluntad, nunca ningún gobierno ajustaría) y por lo tanto pueda seguir con la fiesta de gasto público que recomenzó en 2003, luego de la previa de 1991-1999 (convertibilidad) y del respiro 2000-2002 (default y devaluación).

Al menos hasta ahora, el sector privado aceptó mansamente el robo que sufrió de sus ahorros por la eliminación de las AFJP, las tasas de interés reales negativas sobre sus depósitos, la inflación que se "come" el poder de compra del dinero que mantiene en el bolsillo y la pérdida de respaldo en dólares por sus ahorros en los bancos.

Pero como el cierre del programa financiero 2010-2011, más su insostenibilidad por cuestiones estructurales de largo plazo (presión impositiva de países ricos para los que están en blanco y déficits fiscales infinanciables) está montado sobre pilares altamente conflictivos, esto es, la recaudación del impuesto inflacionario (que atrasa todos los meses el tipo de cambio) y el uso de las reservas del BCRA, hay que seguirlo con cuidado. No vaya a ser que la demanda de dinero algún día considere que el tipo de cambio se atrasó demasiado por la inflación en dólares del programa electoral o que la pérdida de reservas del BCRA para financiar el fisco ya ha sido suficiente y decida atacar al Banco Central en la búsqueda de dólares.

Tal vez, la peor amenaza para el sueño reeleccionista de los Kirchner en 2011, a pesar del desastre que están haciendo en materia fiscal (entre otros) y una oposición poco competente, no sea ni económica ni financiera, sino el hartazgo de una sociedad cansada, en resumidas cuentas, que la traten de llevar a los empujones cada vez más cerca de la Venezuela de Hugo Chávez

(*)http://www.elpais.com.uy/Suple/EconomiaYMercado/10/08/16/ecoymer_508609.asp

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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