Pese a Rodrigazos, tablitas, híper y el 1 a 1, nada cambia

Los argentinos nos deberíamos preguntar muy profundamente acerca de las causas de nuestra secular decadencia. Por ejemplo ¿cómo es posible que habiendo sido el alucinante nivel de gasto público el que provocó crisis homéricas como el Rodrigazo, el fin de la Tablita de Martínez de Hoz, la hiperinflación y el colapso de la convertibilidad, sigamos pensando que socialmente es más costoso bajarlo nominalmente que afrontar colapsos como los anteriores para que baje en términos reales?

¿Tan profundo es nuestro sentido autodestructivo? ¿Tanto rating tiene el rol del Estado en nuestra sociedad que es capaz de tolerar incendios cíclicos con tal de no tocarlo? ¿Tan buenos son los servicios públicos que provee de seguridad, salud y educación básica? ¿Tan baja es la presión impositiva que sufren los que están en blanco que siempre amerita más gasto público a menos? ¿Tan inescrupulosos son nuestros políticos que con tal de mantener sus prebendas nos zarandean de crisis en crisis?

Yendo muy poco hacia atrás en el tiempo, sobre finales de 2001, el ex ministro Cavallo quería poner como garantía para el pago de la deuda, con tal de no bajar el gasto público, a la recaudación de impuestos y denunciaba la existencia de buitres que no apoyaban su cerrada defensa del tamaño del Estado. Hoy los Kirchner nos dicen que si no se usan las reservas del BCRA vamos a defaultear la deuda y mienten diciendo que hay en marcha un complot destituyente de los otros dos poderes del Estado, de la prensa y de los que no piensan como ellos en general.

¡Que mal que estamos los argentinos como para que ante situaciones muy difíciles como las actuales exista un hilo conductor tan fuerte entre el "capitalismo salvaje" de Cavallo y el "bolivarianismo light" de Cristina y Néstor.

Grosso modo y sin dibujos, los ingresos y los de gastos de la Nación de 2009 fueron $240.000 millones. Según el presupuesto del gobierno para 2010, los ingresos crecerían al 17%, o sea, $41.000 millones. Sin embargo, van a creer como mínimo al 21%, o sea, $51.000 millones, o sea, $10.000 millones más que en el presupuesto 2010. Por su parte, el gasto público según el presupuesto 2010 crecería 12,4% anual (viene al 30% anual), o sea, $30.000 millones. Si se congela el gasto primario (en 2007 fue record en 200 años de historia y desde ahí los sigue rompiendo junto con la presión impositiva sobre el sector privado que está en blanco que ya llega al 50% del PBI) y los ingresos crecen al 21%, la Nación tendrá $40.000 millones más que en el presupuesto 2010 como para financiar (y algo más) la pérdida de recaudación del evento nuevo de coparticipar el impuesto al cheque con costo fiscal para la Nación por $10.000 millones y el otro evento "nuevo" de no tener el Fondo del Desendeudamiento (FDA) por $25.000 millones. Esta es una alternativa.

Pero en realidad, el pago de la deuda pública debería ser también responsabilidad de las provincias. Casi toda su deuda está nacionalizada a tasa subsidiada, con la nación asumiendo el costo de pagar tasas de mercado con los bonistas privados y además todas sufren serios problemas fiscales por lo irresponsables que han sido en el manejo de la cosa pública durante la etapa de vacas gordas 2003-2008. De esta manera, la base de cálculo para generar los $25.000 millones del FDA debería ser la recaudación consolidada de la Nación más las provincias de $400.000 millones, lo cual requiere de un ajuste del gasto público más suave y compartido entre Nación y provincias. Esta sería la segunda alternativa.

Estas son la propuestas que deberían hacerse al gobierno ahora que anda diciendo que escucha ofertas para pagar la deuda sin el FDA, en vez de la propuesta del diputado Francisco De Narváez o el ex Secretario de Hacienda de la hiperinflación de 1989, Mario Brodersohn, de colocar un bono medio compulsivo a los bancos que lo único que evita son los embargos de los holdouts y los fondos buitres, en el mejor de los casos.

Pero en realidad, el problema macro de corto plazo no es tanto el pago de la deuda como el nivel de gasto público que está pidiendo a gritos un ajuste hacia abajo en términos reales. Sino, miremos el récord de presión impositiva, la guerra por plata contra el campo de 2008, el robo a los que ahorraban en las AFJP, la emisión monetaria creciente que va rumbo al Estado y el zarpazo sobre el Banco Central. Y nada de todo eso alcanza.

Sino se lo baja en términos nominales, la devaluación, algún día lo volverá a hacer como tantas veces ya lo hizo a lo largo de nuestra historia por culpa de pésimas políticas económicas primero y ya en el final del ciclo, por culpa de los "condicionantes políticos" (clientelismo y corrupción) que impiden el ajuste nominal.

Ese ajuste hacia abajo del gasto público nominal es cada vez más necesario y más todavía cuando se complica el canje de deuda con los holdouts (por el culebrón del Fondo del Desendeudamiento y el desastre del INDEK) que a lo mejor permitiría la colocación de deuda pública a alguna tasa de interés todavía desconocida como para que el gobierno consiga más fondos y pueda mantener algún relajamiento fiscal.

Hay que pelliscarse para entender que no estamos soñando en Argentina: los liberales truchos de los 90 nos endeudaron tanto con el exterior que terminamos en un megadefault y un súper atraso cambiario y los progres truchos de Duhalde y los Kirchner hicieron puré los salarios reales con la devaluación de 2002 y ahora quieren usurpar la garantía en dólares que tienen los depósitos de la gente en los bancos para pagarles la deuda a la vieja y “maldita” patria financiera internacional.

Y más increíble todavía resulta que algo que comenzó por plata (pagar la deuda con reservas porque hay déficit fiscal y nadie nos presta) se haya convertido ahora en un problema fiscal y político de un tamaño fenomenal que todavía tiene final incierto.

Así, el progreso es cuento chino.

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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