Aunque las trabas a las importaciones impuestas por el gobierno impiden que la fuga de capitales derive en un nuevo 2001, aseguran que el nivel de actividad seguirá cayendo, de no mediar modificaciones en el rumbo económico.
"El capital es cobarde", reza un popular dicho entre los operadores bursátiles. Y en el caso de Argentina, vaya si lo es: con niveles récord de US$ 37.500 millones en tres años, la fuga de dólares casi iguala a la del trienio 2001-2003, uno de los períodos más negros que recuerde la historia económica argentina.
Para los analistas, la compensación que representa el ingreso de dólares provenientes del comercio exterior impide que se repliquen las consecuencias del nefasto 2001, aunque coinciden en que ningún país puede sostenerse en el mediano plazo con tamaña fuga de divisas, y que la falta de crecimiento será el alto precio que se deberá pagar.
Es que la mejora en el saldo de la balanza comercial (diferencia entre exportaciones e importaciones) explicada más por las trabas que el gobierno impuso a las compras al extranjero que por una suba de las ventas, financió el 75% de la huida de capitales. Para el remanente, se utilizaron las reservas con que cuenta el Banco Central.
"Esa es una pésima noticia. Si este proceso no se detiene, habrá consecuencias muy severas en el mediano plazo", alertó el economista bahiense Jorge Pazzi.
Explicó que los dólares que se van –o esconden bajo el colchón–implican menos demanda doméstica, porque son recursos que no tienen por destino el consumo o la inversión, acentuando todavía más el parate generalizado que sufre la economía.
Desde la consultora Espert y Asociados, José Luis Espert, señaló que la sangría de dólares es una de las más grandes de los últimos veinte años, "sólo superada por la peor crisis económica de nuestra historia (la de 2001)".
De cara al año entrante, la probable recuperación en los precios de los cereales, oleaginosas y sus derivados –que explicaron, en promedio y durante el primer semestre de 2009, un 41% de las divisas que generó nuestro país– impediría un "nuevo 2001".
"De contarse con estos dólares, evitamos el colapso financiero, pero no que siga cayendo la actividad económica. Es decir que, en el mejor de los casos, tendremos más recesión", alertó Espert.
Raíz política.
Al momento de indagar sobre las causas, el consenso es casi unánime: el actual escenario, a diferencia de otros casos, tiene más que ver con cuestiones políticas que macroeconómicas.
"Las continuas sorpresas que brinda el gobierno al sector privado genera desconfianza, y eso explica buena parte de este escenario", resumió Facundo Martínez, analista de M&S Asociados, la firma de consultoría que comandan Carlos Melconián y Rodolfo Santángelo.
Precisó además, que el proceso de huida de divisas no se produjo sólo en nuestro país, sino que fue compartido por Brasil, Méjico y Chile.
"La crisis financiera mundial era el detonante, pero ahora que los efectos más duros pasaron, esos países no tienen fugas sino que, por el contrario, hay ingreso de dólares" reflexionó Martínez.
Su par de Ecolatina –firma de asesoría económica fundada por el ex ministro de Economía Roberto Lavagna–, Rodrigo Alvarez, opinó que "el gran desafío del Poder Ejecutivo es recrear la confianza, porque hay una crisis política grave que repercute en las variables económicas. La política sigue afectando la economía, que marca una agenda de restricciones cada vez más pesada".
Para ello, resolver los "viejos" temas pendientes sigue siendo la premisa.
"Mientras se ratifiquen determinadas cosas como, por ejemplo, a Moreno, la fuga no va a revertirse, porque este es un problema de expectativas", advirtió Pazzi para finalizar.
Plata en fuga
Durante el segundo trimestre de 2009, el drenaje de dólares representó nada menos que un 7% del PBI. Es decir, en dicho lapso, US$ 5.519 millones no tuvieron como destino ni el consumo ni la inversión.
La batalla entre el campo y el gobierno y la estatización del sistema de jubilaciones y pensiones fueron el impulso para que sólo en 2008 desaparecieran del país más de US$ 21.000 millones.