"Lo peor está por llegar". Así se resume el pensamiento del economista José Luis Espert, quien vaticinó un agravamiento de la situación para después de las elecciones de fin de junio, cuando el recorte en el gasto político por parte del Ejecutivo nacional desinflará todavía más los números de la actividad económica.
A la austeridad posteleccionaria de subsidios y de obra pública habrá que agregar también la resolución de una agenda pendiente que incluye la negociación con las provincias grandes para evitar "levantamientos", el atraso cambiario y la renegociación de la deuda. Lejos de la moda intervencionista mundial, Espert defendió las recetas liberales para salir de la crisis y bramó a favor de un ajuste fiscal que corrija números y de una devaluación para evitar peores cifras de recesión y de desempleo.
Después del voto
"Después del 28 de junio, la política hará que los problemas económicos sigan siendo grandes, o sean grandísimos. Dependerá del resultado electoral y de la decisión de los Kirchner de sentarse a negociar "o no" con el resto de los sectores", dijo el director de la consultora Espert & Asociados, quien estuvo en la ciudad invitado por la Federación Gremial de Comercio e Industria.
"El impacto de la política sobre la economía se sentirá en el segundo semestre, ya que hasta ahora existe cierto control gracias a los gastos de campaña, la suba de los precios de la soja y la caja que significó la estatización del sistema de pensión", aseguró Espert, para quien si bien no habrá movimientos bruscos antes de las legislativas, cerca de fin de año el gobierno se verá obligado a hacer un ajuste fiscal y una devaluación que pondrá al dólar cerca de los 5 pesos.
El frente provincial
A la par de lo que se viene anunciando desde las filas de los economistas opositores al modelo oficialista, Espert aseguró que si no hay una negociación seria entre el Ejecutivo y los gobernadores de las provincias más grandes —como Santa Fe y Córdoba— habrá "levantamientos” en los territorios del interior del país.
"Los Kirchner tendrán que sentarse a negociar si quieren mantener la situación bajo control, la cosa está muy crítica", dijo. A la hora de buscar responsables por el descalabro provincial, el consultor repartió culpas entre el desmanejo fiscal de los sucesivos gobernadores, la política agropecuaria del gobierno central y el pésimo contexto internacional. "Todas las provincias aumentaron sus recaudaciones pero en todas también subió el déficit”, diagnosticó.
Con respecto al dólar, el economista definió la cotización de la divisa estadounidense como "re-barata desde un punto de vista clínico", aunque desestimó que vaya a haber cambios abruptos antes de las legislativas de junio. "Las decisiones en política cambiaria demorarán, pero en algún momento tendrán que llegar porque de lo contrario la actividad caerá todavía más, y el desempleo será mayor”, agregó.
A las malas perspectivas descritas por Espert para el escenario económico, se suma una evaluación parecida del elenco político argentino, al que definió como "dramático".
Según su visión, hay una ausencia de debate en serio con respecto al modelo de desarrollo, ya que las propuestas de la oposición van en el mismo sentido que las del oficialismo, aunque "sin el salvajismo institucional de los Kirchner". Esa ausencia de debate y de propuestas genera que las políticas aplicadas sirvan para defender a una industria "poco eficiente" y a despojar al campo, "el único sector competitivo a nivel internacional de nuestra economía".
El campo
Para Espert, un buen ejemplo de la gran escisión que existe entre las necesidades de la gente de a pie y la clase dirigencial fue la pelea entre el campo y el gobierno, cuyo desenlace final dependió sólo de un voto en el Senado.
"Tuvo que venir una persona con ética endeble "en referencia al vicepresidente Julio Cobos" para evitar la expropiación del campo. Eso habla muy mal de toda la clase política".
Espert consideró que, más allá de la influencia relativa de la malaria global en las cuentas nacionales, Argentina está pasando por una de sus crisis cíclicas que llegan cada 5 o 6 años.
"Son los problemas estructurales del país que reaparecen de vez en cuando. Quieran o no, llegará el momento en el que tendrán que devaluar la moneda, hacer un ajuste fiscal severo y reprogramar la deuda", consideró el especialista, para quien cuanto más tarde se tome la decisión de cerrar los grifos del gasto público, peor será para la salud de las cuentas.