El peligroso sendero hacia la estanflación

En el entorno de la Independencia de los EE.UU., el 4 de julio, los commodities de exportación, a excepción del trigo, tocaron máximos históricos y partir de ahí ya se han derrumbado en promedio 45%. A mediados de agosto, con los precios de los granos y el petróleo en caída libre, Standard and Poor’s y Moodys bajaron la calificación de la deuda y el mercado comenzaba a tener la sensación de que la Argentina podría volver a defaultear la deuda.

¿Por qué este súbito rayo de pesimismo sobre el «vergel» que los Kirchner y sus seguidores en el sector privado habían logrado sembrar en estas pampas? ¿Era la sempiterna sensación de complot internacional o de cabotaje que anida en nuestros corazones de argentinitos ombligos del mundo o realmente hay razones de peso que lo justifican?

Hoy, la Argentina tiene la misma y desastrosa situación fiscal de ingresos y gasto público que en 2002, cuando no pagaba la deuda pública. Los Kirchner se gastaron en estos 5 años y medio de gobierno los $ 300.000 millones (u$s 100.000 millones) de aumento en la recaudación de impuestos. A su vez, ellos la consiguieron exprimiendo como a un limón al sector privado con retenciones a las exportaciones y el no ajuste por inflación de los balances de las empresas y debido al crecimiento económico causado por la burbuja de precios de commodities que tanto le molestaba a Cristina de Kirchner.

Se salvaron (y nos salvamos) hasta ahora de un default en serio (suspensión de pagos) porque la reestructuración salvaje de la deuda pública que hizo Lavagna, si bien nos dejó fuera del mercado de capitales, bajó su tasa de interés de 8% a 2,2% y aumentó su madurez de 7 a 17 años. Pero entre la pésima situación fiscal de la Argentina con déficit aún con presión impositiva salvaje sobre los que están en blanco, economía en enfriamiento acelerado y caída de retenciones por el desplome de los precios de los granos en Chicago y por otro lado, con vencimientos «en serio» de capital de deuda pública por u$s 8.000 millones por año para el período 2008-2011, la espada de Damocles del default vino para quedarse por más canje de deuda a los holdouts y préstamos garantizados que se haga en breve.

Y en este contexto de lamentables condiciones fiscales vino el cataclismo financiero internacional más espectacular desde la crisis del 30. Ya nos ha provocado a los argentinos una caída mínima en nuestro ingreso disponible de 4% del PBI en un solo trimestre por la caída de los precios de nuestros commodities de exportación. Para tener una idea de la extravagancia de esta cifra, basta con mencionar que es la mitad del efecto favorable de términos del intercambio que tuvimos a lo largo de 5 años y medio entre 2003 y la primera parte de 2008. Además, hay que agregarle una fuga de capitales que también reduce el gasto interno por casi 3% del PBI, que no afloja desde el estallido de la crisis subprime en julio de 2007.

Jaque

Todo esto obligará a una baja muy importante de nuestro gasto interno de consumo más inversión que pondrá en jaque al crecimiento de 2009. El gobierno está tratando de evitarlo con un ridículo proyecto de blanqueo de capitales. Ningún argentino traerá plata a un país que licua ahorros y rompe contratos. Por otro lado, el tamaño del Estado es difícil que se achique en un año electoral que ya pinta complicado para el proyecto nepotista de los Kirchner.

De esta manera, la víctima predilecta del matrimonio sureño será el gasto del sector privado. La pregunta siguiente es ¿con cuánta suba del desempleo se «operará» la caída del gasto del sector privado? La respuesta depende de cuánto devaluará el gobierno.

Hay 3 razones por las cuales la Presidente tiene incentivos a devaluar. Por un lado, el jefe de la UIA, Juan Carlos Lascurain, llora las desventuras industriales por el dólar barato. La posibilidad que una invasión importada de productos chinos o brasileños nos quite la independencia ganada con mucha sangre criolla en 1810, es suficiente argumento para blindar nuestras fronteras. Una mezcla de devaluación y prohibiciones de importación ya se está viniendo más rápido que volando. Obvio que en estas condiciones el campo seguirá sometido por la pareja Moreno-Echegaray: el alimento con los Kirchner es un bien público para todos, ricos y pobres.

En ese sentido, el caso de la UIA es desopilante. Durante los años en los que el dólar se abarataba a la velocidad del rayo, afirmaba que era genial la estrategia del dólar caro. Nada decía de los aumentos de salarios que tenía que darle a Moyano (en dólares hoy son superiores a diciembre de 2001) y de la presión impositiva salvaje (hoy récord histórica) porque a cambio recibían la «papita fina» que era el alimento barato por el engendro de política exportadora de los Kirchner y el simulacro de competencia comercial que era el Mercosur (sazonado con proteccionismos negociados con Brasil). Total, cuando con esto ya no alcanzara, pedirían más protección y devaluación y encontrarían una Presidente que les diría como Cristina de Kirchner hoy «vamos a defender como sea nuestras industrias y nuestro empleo».

Un subproducto de la nueva vuelta de tuerca sobre el tipo de cambio es el proyecto que sobrevuela por las «craneotecas» oficinas del Ministerio de Trabajo consistente en la obligación de las empresasde pedir autorización para suspender o despedir trabajadores. O sea, luego de 5 años y medio donde muchas empresas han dado no los aumentos de salarios que podían sino los que fijaba el tándem sindical de Moyano y Tomada, ahora vamos por más. ¿Y si vamos directamente al grano del socialismo del siglo XXI de Chávez y nos dejamos de andar con vueltas? Hace más de medio siglo que coqueteamos con ello.

El segundo argumento por el cual el gobierno puede acelerar el ritmo devaluatorio es compensar la caída de recaudación por retenciones por el desplome de los precios de nuestros commodities de exportación. El tercero es encarecer la apuesta de los que le quieren sacarle dólares al Banco Central luego que la crisis financiera internacional dejó al rey desnudo.

Dado que nos hemos quedado sin margen para hacer política anticíclica como Chile que puede deteriorar su situación fiscal dándole aire al sector privado porque ahorró en épocas de vacas gordas, en la Argentina el tobogán que se viene de la actividad económica será inexorable: caída del ingreso disponible, fuga de capitales, devaluación y desempleo. Ninguna profundización del modelo cavernícola del último lustro lo evitará, simplemente porque lo que es causa del problema no puede ser su solución.

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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