El día D fue el 11 de marzo. Ese día se conoció la propuesta del ministro de Economía, Martín Lousteau para lograr el objetivo central de la administración Fernández que no es otra cosa que la redistribución del ingreso. El aporte del joven ministro fue un esquema de retenciones móviles (la “tablita”) que disparó la mayor protesta del sector agropecuario en toda la historia argentina.
Para el economista José Luis Espert, de profundas vinculaciones familiares con el sector, este camino está destinado al fracaso. Y fundamenta, desde lo técnico, el enojo de los empresarios rurales. “Si hoy los precios internacionales se triplicaran (200% de aumento), lo que reciben a cambio los productores argentinos podría subir más de 20%. A esto se agregan los del petróleo, fijado en los hechos en u$s 42 el barril a fines del año pasado con otro sistema de retenciones móviles ¿Qué será entonces de la vida de los mercados locales de futuros? De esta manera, han quedado congelados los precios internos de las materias primas básicas y así la rentabilidad de la industria, a su vez, pasa a tener la mesa servida a su gusto. Las únicas concesiones que esta última tiene que hacer al kirchnerismo son los salarios que fija Moyano y la suba de las tarifas de la energía para mantener inalteradas las residenciales y redistribuir el ingreso”, le explicó a Genoma.
Y enfatizó “Mirá, lo que el campo debería tener en claro, más allá de las justificaciones circunstanciales que cada Ministro de Economía tenga, es que en la Argentina ha vuelto a imperar la idea, y con toda la furia te diría, retrógrada, prehistórica y fracasada para mí de expropiarle toda la renta posible al campo y al petróleo para que la industria tenga alimento barato, energía barata, protección de afuera y crédito blando. Esto ya fracasó. Esta concepción explica la decadencia argentina. Lo peor que ha hecho la Argentina es esto. Y si embargo, tiene mucho arraigo en la sociedad, que acá hay que hacer todo para proveer al desarrollo industrial de esta particular manera. Que si bien no es la única manera de proveer desarrollo, es la que ya intentó Perón en la primera presidencia con: proteccionismo, el IAPI. Es la manera que ha vuelto acá. Y te la podrán justificar con que la sojización, que desenganchar los precios, todas esas son justificaciones circunstanciales de cada ministro de Economía de turno. Este es el bosque. Después habrá mil árboles y ramas, pero ese es el bosque”.
Genoma: ¿Cuáles serían algunos de esos árboles?
José Luis Espert: El primero, fue cuando hace cuatro años, el Gobierno de Néstor Kirchner empezó con su política de precios máximos para la carne y cierre de exportaciones. En esa misma línea, después le tocó el turno, a otras producciones como el tambo, el algodón y el trigo. El segundo árbol, fue cuando destrozó estos mercados provocando una mudanza de los productores hacia la soja. Y ahora los arrinconaron con la soja, porque la fijación de precios máximos empuja su rentabilidad hacia abajo. Un tercer árbol que hay que visualizar para entender el origen del conflicto fue el maltrato dialéctico que se mostró, por ejemplo, cuando la Presidenta habó de “piquetes de la abundancia”, “golpistas”. Y lo que hay que decir es que esta gente envió gente violenta a la Plaza de Mayo, por lo cual no tiene autoridad moral para hablar en esos términos. Y el cuarto, también tiene que ver con la política. Los intendentes y los gobernadores están contra la pared, porque saben que una vez que acabe el conflicto, los empresarios les van a pedir rendición de cuentas. Y por lo que se ve en estos días, se acaban los “chupakirchner”. El campo tiene una oportunidad histórica de pararse y decir basta a una historia de 60 años. Me parece que la política anterior del campo era absurda. Hay consecuencias muy favorables para la sociedad, como que aquellos que los votaron terminaron manifestando en Plaza de Mayo. Y están bien que se discutan la distribución del ingreso, porque se pueden hacer de otras maneras. No en forma tan corrupta ni clientelista.
G: Lo que todavía nadie explicó en profundidad es por qué después de cinco de crecimiento económico se produjo esta nueva alza en las retenciones.
JLE: En realidad, cuidado, más que alza de retenciones, hay precios máximos. Si mirás bien el polinomio matemático que el Gobierno armó, si hoy se triplica el valor de la soja en Chicago, el productor recibirá sólo el 20%. Con lo cual va a destruir el mercado de futuros. Mi sensación es que, para el programa económico de Cristina hay un antes y un después de estas medidas.
G: ¿Por qué?
JLE: No nos engañemos. Desde mi punto de vista, el programa económico de Cristina es un mamarracho. Si Argentina estaba creciendo, es porque el precio internacional de los productos que exportábamos compensaba el mamarracho del programa. Respecto de la sojización, que parece que le preocupa mucho a a al Presidenta la respuesta debería ir a buscarla en parte en el destrozo del mercado de la carne, de la leche y del trigo que ha hecho su secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno al prohibir exportaciones, cerrar registros de exportación, fijar precios e intervenir mercados (como el de Liniers), al mismo tiempo que la oleaginosa pasaba a valer oro en el mercado internacional. Ahora que, si al gatillo de la recuperación argentina de los últimos dos años particularmente, el excedente se lo traga el Estado, es un golpe muy fuerte, en contra, a la iniciativa del sector agropecuario. Obviamente Lousteau me va a decir que él lo va a gastar mucho mejor que los productores, y por eso se lo queda. Si se profundiza este camino, y todo indica que así será, vamos, entonces, a una desaceleración de la tasa de crecimiento de la economía. Esto no se sentirá en 2008 o 2009, pero sí claramente en algún momento del 2010 o 2011. Para este año, las proyecciones de crecimiento están en el orden el 4%. Es decir, perdiste unos 2 puntos de crecimiento.
G: Y claro, la justificación es esta “renta extraordinaria” del campo
JLE: Sí, pero alguien se puso a pensar lo que han ganado, por ejemplo, los que producen los textiles donde una remerita de morondanga de algodón te cuesta 100 pesos y muchos de esos industriales emplean mano de obra esclava que le pagan $ 2,50. Como siempre, dependiendo de dónde está el reloj ideológico te ocupás de una cosa u otra. ¿Por qué hoy en la sociedad está la lupa la rentabilidad del campo? Porque la concepción ideológica, la política económica está dedicada a desarrollar la industria basada en proteccionismo, crédito subsidiada. ¿Vos sabés cuál fue la tasa de rentabilidad de la construcción de los últimos 5 años? Fueron 3 a 4 veces las del agro. Pero nosotros, como sociedad, miramos las del agro. Porque tenés un Gobierno cuya concepción ideológica es poner al agro y al petróleo en mínimas rentabilidades para que el alimento y al energía sean los más baratos posibles, porque sin estas retenciones expropiatorias de hoy, obviamente, la industria tendría que hacer muchísimos más esfuerzos del que hace hoy para pagar los mismos salarios reales y para pagar la energía que compra. Por el contrario, el campo es el sector más eficiente que hay… Y ahora, la cadena de pagos se está cortando. En realidad, el campo debería hacer un listado de los sectores que más plata ganan en la Argentina y estoy seguro no estaría el agro en los primeros puestos. Por eso, reitero, las retenciones no son sólo un tema fiscal, sino es una cuestión ideológica. Hay mucha preocupación en Lousteau y en el Gobierno por la alta rentabilidad del agro y del petróleo, y por retrotraer sus precios a los de finales del año pasado, pero mantiene silencio sepulcral sobre las superganancias de sus sectores industriales protegidos (textiles, lavarropas, termotanques, baterías, juguetes, etc.) y la construcción. Tampoco se puede olvidar de cómo el Estado condona deudas y les transfiere cada vez más fondos a las obras sociales de los sindicatos acólitos sin miramientos.