El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) volvió a sorprender a los mercados y a los analistas con sus mediciones. Ayer por la tarde, el cuestionado organismo informó que la inflación de noviembre fue de 0,9%, en lo que constituye la segunda mayor suba del año, cuando la mayoría de los economistas esperaba un alza de entre 0,6 y 0,7 por ciento.
El desconcierto, sin embargo, fue mayor cuando se conoció que para las estadísticas oficiales la canasta básica de alimentos registró una inédita baja del 1,35%, lo que contrasta con todos los estudios privados, que denunciaron fuertes subas en los alimentos.
Para alimentar aún más las dudas de los economistas, en el comunicado del Indec que se conoció ayer, en uno de los párrafos se informó textualmente que “tanto los bienes, que representan el 53%, como los servicios, que representan el restante 47 por ciento, tuvieron una variación de 1,1% respecto del mes anterior”. Sin embargo, en los cuadros figura que la suba en los bienes habría sido del 0,7%, lo que explicaría que la inflación final haya sido del 0,9 por ciento. En el organismo reconocieron el error e indicaron que el dato correcto era el 0,7% que se publicó en el cuadro.
Más allá de estas contradicciones, el índice de inflación superior al esperado tuvo como repercusión una mejora de los bonos de la deuda pública, que cerraron con una suba promedio del 0,9 por ciento, ya que la mayoría de los pronósticos anticipaba una manipulación mayor del índice oficial. Igualmente se ubicó por debajo de lo que los economistas y analistas consideran la inflación real, que, según sus cálculos, se ubica por encima del 1,2 por ciento.
Con la suba del 0,9% de noviembre, la inflación oficial acumulada en los primeros once meses se ubicó en el 7,5%, con lo que ya se puede descontar que el índice del costo de vida para todo 2007 no sólo se ubicará dentro de las metas que se había impuesto el Gobierno de una inflación de entre 7 y 11%, sino que también estará por debajo del 9,8% registrado en 2006.
Alimentos más baratos
De acuerdo con las estadísticas oficiales, la inflación fue impulsada por las subas en el rubro “transporte y comunicaciones”, incluyendo el aumento del 20 por ciento registrado en los taxis porteños. Además, también se registraron subas importantes en algunos alimentos, como el limón (59,3%), la batata (12,6%), la banana (10,9%), la harina (8%) y el arroz blanco (7,1%), aunque el rubro “alimentos y bebidas” tuvo un alza de apenas 0,1 por ciento.
Este comportamiento prácticamente neutro se explicaría por las fuertes bajas que registró el Indec en algunos productos frescos, como tomates (-55,8%), zapallito (-36,4%), lechuga (-23,6 por ciento) y cebolla (16,3%); en algunos lácteos, como la leche en polvo descremada (-1,1%) y el queso cuartirolo (-2,2 por ciento). En el caso de la canasta básica, para las estadísticas oficiales, en noviembre directamente habría habido una baja del 1,35%, con lo que una familia tipo, integrada por padre, madre y dos hijos, necesitaría ingresos por $ 441,3 para no caer en la indigencia y de $ 948,9 para no ser considerada pobre.
Hipótesis
Con estos datos, la canasta básica de alimentos acumula en el año un alza del 6,4%, mientras que la canasta básica total –que incluye además de los alimentos algunos servicios indispensables e indumentaria, y que se utiliza para medir la línea de pobreza– subió 5,5 por ciento.
“Un índice alto de inflación nunca es buena noticia, pero en este contexto es positivo que se reconozca que los aumentos son reales. Lo que en cambio es totalmente insólito es que para el Indec los alimentos hayan subido un 0,1% y la canasta básica haya bajado 1,35%. Una explicación posible es que el Gobierno haya buscado descomprimir el frente financiero reconociendo una inflación mayor, lo que ayuda a recomponer la relación con los bonistas, pero sin afectar los números de pobreza e indigencia, que se elaboran sobre la base de la canasta básica”, señaló el economista Camilo Tiscornia.
Otra hipótesis que se barajó en las últimas horas es que la leve suba en el rubro alimentos y bebidas se explicaría porque el Indec a la hora de hacer sus relevamientos no habría tomado los precios de las góndolas de los supermercados, sino los valores acordados con las empresas proveedoras, que son más bajos que los reales. Sin embargo, en la consultora Economía y Regiones, que preside Rogelio Frigerio, relativizaron esta posibilidad.
“El conjunto de productos sujetos a los acuerdos de precios presentó una variación del 1,5% en noviembre, por encima del aumento exhibido por los bienes y servicios sin acuerdos (1 por ciento)”, destacó la consultora.
“La efectividad de la política de acuerdos de precios del Gobierno ha ido disminuyendo, ya que varios rubros incluidos en los convenios estuvieron entre los que más se incrementaron”, agregaron en Economía & Regiones.
El economista José Luis Espert fue aún más lejos en sus críticas a las estadísticas oficiales y señaló que “no hay ninguna explicación técnica” que justifique una caída en los precios de la canasta como la que informó el Indec. “Nada hace pensar que pudieran bajar los precios”, enfatizó.
Nota Original: LA NACIÓN | 07/12/2007