La traición de los Bancos (y de Redrado)

En su trabajo "Debt Intolerance", el ex economista jefe del FMI Kenneth Rogoff llega a la conclusión de que a lo largo de 175 años (1824-1999), la Argentina defaulteó su deuda sólo cuatro veces.

Esa lentitud de tortuga para romper nuestras promesas de devolver dinero prestado fue reemplazada por la velocidad de la luz con la llegada del modelo productivo. Defaulteamos en 2001 con la sonrisa siempre franca de Adolfo Rodríguez Saá. Repetimos en marzo de 2005, cuando Roberto Lavagna dio de baja las estadísticas de deuda pública a los que no aceptaron el canje, y " Lassie" Guillermo Moreno puso el broche de oro con su ingeniosa tablita de poner como inflación mensual de 2007 la del mismo mes de 2006 menos 0,1% (esto ya se hizo 6 veces).

Cristina no le fue en zaga en cuanto al desparpajo para justificar el crimen que está cometiendo el gobierno contra las estadísticas. En viaje de estreno de su traje de candidata a dedo a España en la última semana de julio, y luego de un semestre completo de infames dibujos con el IPC, en una de sus primeras declaraciones casi decía que ¡cómo no iba a mentir su marido Néstor con la inflación, si causaba más de u$s 400 millones por año de aumento de la deuda pública!

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Justo en ese momento, estalla la burbuja inmobiliaria en los EE.UU. (uno de los pocos eventos externos desafortunados que Kirchner ha tenido que soportar en su mandato) y se dispara una corrida en la Argentina contra los bonos de la deuda pública (cayeron 5% en julio y 10% en agosto) y de los bancos argentinos contra las reservas del BCRA. Era obvio que los grandes inversores estaban realizando un " repricing" (revaluación, hacia arriba) del riesgo argentino.


Pérdida

La pérdida de reservas del BCRA en el período fue de u$s 1.311 millones, o sea, $ 4.129 millones. De ellos, $ 3.916 millones (95%) se debieron a compras de los bancos, que se dividieron en $ 669 millones usando su liquidez (encajes más pases pasivos netos) y $ 3.247 millones por reventas de sus propios títulos al BCRA.

Fueron pocos ($ 691 millones) los rescates de Lebac y Nobac que hizo el BCRA vía licitaciones públicas y abiertas. Casi todo ($ 2.556 millones) se hizo a través de silenciosas recompras en el mercado secundario, probablemente para que Kirchner no se enterara de que los mismos a los que él les había regalado el bono compensatorio por la pesificación asimétrica por u$s 10.000 millones para salvarlos del quebranto, ahora le estaban sacando reservas a "su" BCRA, con la invalorable ayuda de Martín Redrado, que les dio liquidez y al mismo tiempo mantenía firme la demanda por Lebac y Nobac, tratando de reducir la pérdida patrimonial de los bancos por la caída de los títulos públicos. Tanto es así que en la última semana de agosto, a través de dos comunicaciones, el BCRA permitió a las entidades financieras contabilizar a valor nominal tanto las Letras emitidas por él como los títulos públicos.

Más tarde, el 13 de setiembre, en un coqueto encuentro en Londres organizado por Euromoney, Redrado les dijo a los inversores lo que querían escuchar de boca de un banquero central: que estaba profundamente preocupado por la inflación argentina. A partir de allí, el mercado se transformó en un gran maremoto de disparates.

A las 24 horas estallaron la tasa de interés activa y el spread o diferencial. Los bancos trataban de compensar con tasa lo que perdían por la trituradora que eran los bonos del gobierno. Con el mismo fin, el 24 de setiembre, el BCRA subió la tasa de los pases pasivos. Néstor Kirchner, desde el 20 de ese mes, ya comenzaba a advertir que las tasas tenían que bajar. Las primeras víctimas de "la guerra de la tasa" fueron los bancos extranjeros, que desde el día 26 ya no pueden participar más de las licitaciones de los títulos del BCRA en una medida más efectista que efectiva (hay pocos no residentes que se vuelvan locos por comprar deuda pública argentina).


Oficios

Y a medida que nos acercamos al presente, la degradación de medidas es creciente. El 28 los bancos empiezan a recibir un oficio de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia investigando por qué venden bonos ajustados por CER (nunca por qué compran) y en octubre ocurre lo mismo con las AFJP, pero en este caso lo hace directamente la Secretaría de Comercio Interior.

En el medio, el BCRA decidió (20/9) una posición de encajes bimestral para el período octubre-noviembre, con la trampa de que el exceso de integración de octubre no se podrá aplicar en noviembre, tratando de maximizar el crecimiento de los préstamos bancarios antes de las elecciones. De esa manera, Redrado se congraciaba con Kirchner en su desesperación por bajar la tasa de interés. Total, si dar liquidez en el corto plazo trae más inflación ¡para que lo tenemos al dibujante del IPC Guillermo Moreno!

Al final y después de las amenazas presidenciales, vinieron las medidas del 17 de octubre, que inyectan más liquidez (una locura con una inflación verdadera de más de 20% anual) y pareciera que crean nuevas líneas de préstamos a empresas y familias a tasas más negativas en términos reales que en la actualidad. Todo una gran fantasía. Como decía ayer en la Contratapa de Ambito Financiero un banquero anónimo sobre los que se acerquen interesados por la novedad: "Les vamos a pedir carpetas y más carpetas hasta que se cansen y desistan del trámite".

La suba de las tasas para los préstamos se produjo porque los depósitos se desaceleraron (hay más riesgo argentino) y los préstamos bancarios se aceleraron, pero fundamentalmente porque los bancos trataron de compensar con más tasa de interés el pésimo resultado por títulos que tuvieron en julio y agosto (que les generó pérdidas durante dos meses seguidos) a raíz de que en medio del estallido del mercado hipotecario en los EE.UU., Cristina Kirchner, recién llegada a Europa, justificó la destrucción del sistema estadístico nacional que está haciendo el gobierno de su marido en momentos en que el INDEC se preparaba para mostrar siete meses de fantasía oficial sobre la inflación.

Ahora sí que la suba de precios puede comenzar a tener una raíz monetaria también. Ya es fiscal, salarial, por el cierre de la economía y la poca inversion.

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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