Lo ocurrido con nuestro Banco Central desde 2003, no es demasiado diferente a lo de su símil brasileño. El principal socio del Mercosur decidió poner al suyo detrás de un único objetivo: bajar drásticamente la tasa de inflación. No importaba la apreciación real necesaria. La inflación tenía que ser internacional, pasara lo que pasara (por ejemplo, terminar subsidiando como en Argentina a los sectores “sensibles”). Lograron el objetivo, pero como el fisco brasileño acompañó relativamente poco, hasta el productivísimo campo gaúcho hoy se queja del atraso cambiario. Claramente falló la coordinación entre el Tesoro y el Banco Central cariocas.
En la Argentina post atraso cambiario de la convertibilidad, al BCRA se le asignó tarea esencial de mantener un tipo de cambio nominal casi fijo con esterilización de parte de la capacidad prestable que los bancos lograban por el parate en la salida de capitales primero, el shock favorable de términos del intercambio después y finalmente por la ligera entrada de capitales que comienza a haber ahora ¿Qué hacía el fisco mientras tanto? Nadie podía intuirlo, ni pronosticar, ni adivinar y mucho menos averiguar sobre él porque estaba y aún permanece exclusivamente destinado a la compra de votos a lo largo y a lo ancho del país para “insuflar” transversalidad kirchnerista.
Desde que en 2003 comenzó la recuperación económica y la etapa de superávits fiscales (que ya está llegando a su fin por más que el gobierno haga lo mismo con las cifras fiscales que con el INDEK), la Nación acumuló, hasta 2006, u$s 23.100 millones de superávit primario. Pagó intereses de la deuda pública por u$s 11.500 millones, o sea que logró un superávit global de u$s 11.600 millones ¿Qué hizo con él? Canceló (excluyendo el pago al Fondo de enero de 2006 que se hizo con reservas del BCRA) deuda neta con el FMI, BID y BIRF por u$s 8.300 millones y en títulos públicos por u$s 4.700 millones. Total del “desendeudamiento”: u$s 13.000 millones.
Pero si esta última cifra supera al superávit fiscal después del pago de intereses ¿de dónde sale esa famosa historia de los dólares que Economía puso, pone o debería poner para “ayudar” a que el BCRA acumule reservas sin emitir ni endeudarse tanto? Desde una falacia similar a los u$s 20.000 millones de dólares chinos que el probable futuro “primer caballero” Néstor Kirchner anunciaba a fines de 2004 que vendrían a la Argentina. Nunca el Tesoro puso una moneda para acumular reservas. Todas las reservas (u$s 31.000 millones) las compró el BCRA con los instrumentos que pudo: billetes (u$s 10.000 millones), encajes (u$s 4.400 millones) y deuda cuasifiscal (u$s 17.000 millones).
Pero ojo. Decir que el gobierno no compró ni uno de los dólares que están en el BCRA con recursos propios y genuinos del superávit fiscal, no equivale a decir que el gobierno nunca hizo una política contracíclica. Se es contracíclico en la medida que los dólares del superávit fiscal después del pago de intereses (superávit global) se usen para la mejora de los activos externos netos públicos. A su vez, esto se logra acumulando reservas y/o repagando deuda externa. Depositar el superávit en el Banco Nación para que éste le preste a los amigotes de la Casa Rosada es menos anticíclico que los sistemáticos paros docentes en los días previos al comienzo del ciclo lectivo: todo el mundo (incluido los chicos) está con los pelos de punta de que empiezan las clases y encima los maestros desertan.
Entre 2003 y 2006, se bajó la deuda con los organismos internacionales con recursos del superávit fiscal por u$s 8.300 millones ¿Cuán contracíclico fue el modelo productivo en el período? Poco, muy poco si tenemos en cuenta que el stock de pasivos con los organismos todavía es de u$s 14.500 millones y que el aumento de la recaudación entre 2003 y 2006 fue de u$s 40.000 millones ¿Por qué no dejar congelado el gasto público en los niveles de 2002 si fue el exceso de gasto fiscal el que derrumbó a la convertibilidad? O para espíritus más “progres” ¿Por qué no dejarlo en el nivel del máximo superávit de 2004 en vez de aumentarlo en u$s 20.000 millones hasta fines del año pasado
Además, en lo que va de 2007 la cancelación de deuda con el BID y el BIRF fue de sólo u$s 800 millones ya hubo endeudamiento neto en títulos por u$S 900 millones (sólo lo que se llamó en su momento “deuda performing” y que es la que hoy está venciendo es de u$s 68.000 millones) y el aumento anualizado de la deuda pública después del canje de marzo de 2005 está en los u$s 6.800 millones (por el CER y el dólar débil en el mundo), no demasiado lejos de los u$s 7.700 millones anuales que crecía por los déficits fiscales de la convertibilidad que nos llevaron al default a fines de 2001.
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En un contexto de debilidad fiscal (aunque todavía no se note), con términos del intercambio volando, objetivo de tipo de cambio más o menos fijo, economía en pleno boom de consumo y con la Casa Rosada tratando de que los bancos ganen plata (capitalismo corporativo), la única manera de evitar que la inflación verdadera supere el extravagante 17%/20% anual de hoy es que el BCRA coloque más y más deuda remunerada. Por este motivo, durante el período 2003-2006, las Lebacs, Nobacs y Pases Pasivos netos (de los Activos y de los Redescuentos) han representado el 55% de la acumulación de reservas y hoy ya han explotado hasta el 85%. De todas maneras, es mejor tener las reservas contra deuda cuasifiscal como hoy a no tenerlas como en la convertibilidad. Si algún día el modelo productivo sufre una corrida, el BCRA entregará dólares a cambio de LEBCAS y NOBACS, cosa que no ocurrió durante los ´90 cuando luego de meses de corrida y a pesar del préstamo del FMI de u$s 10.000 millones de julio de 2001, ser terminó “soltando” el tipo de cambio a principios de 2002. Lo que está muy mal hoy es que la política fiscal haya terminado estando ausente de una genuina y agresiva política anticíclica.
Es un verdadero disparate que con el tsunami de dólares que entra al país por los precios récords que día a día marcan en Chicago la soja, el maíz, el trigo y el petróleo y por el extraordinario crecimiento económico mundial (también ya están entrando dólares por la cuenta capital vía endeudamiento de las empresas), el gobierno haya dejado sólo al BCRA para hacer política contracíclica por culpa de un Tesoro que tuvo la chance de tener más de 7% del PBI de superávit fiscal (Chile con un shock de términos del intercambio similar al nuestro tiene 8%) y hoy va a equilibrio fiscal en el mejor de los casos (sin dibujos, obvio) por haber aumentado el gasto público $170.000 millones desde 2002.
Ha habido una absoluta falta de coordinación entre la política fiscal y la monetaria. Lo que sí abunda es cháchara del Tesoro mintiendo de que tiene un súper-superávit fiscal y del BCRA adjudicándose múltiples objetivos (acumular reservas, metas de M2, política anticíclica, acumulación de reservas, bajas tasas de interés) cuando en realidad no sabe de qué disfrazarse para cumplir con el mandato kirchnerista de un tipo de cambio más o menos fijo, crecimiento, bancos ganando plata y baja inflación ante una lluvia de dólares por la que no hacemos nada para merecerla.
Es obvio que si se compran dólares contra pesos y además se busca algo de esterilización, habrá más acumulación de reservas y menos agregados monetarios que sin ella. Esto no es justificativo para que el BCRA diga como dice en sus pomposas presentaciones que tiene metas para el M2, que persigue un “esquema prudencial de acumulación de reservas”, que el régimen cambiario es de “flotación administrada” y que también hay un “inflation targeting” (cuando al mismo tiempo la Justicia investiga cuánto dibujo, aprietes y alteraciones en las bases de datos hay en el IPK ante el fracaso de la política antiinflacionaria).
El gran problema, como en los maldecidos noventa, vuelve a ser fiscal. Por supuesto que falta poco para que también sea cuasifiscal, pero el primero es del tamaño del legendario monstruo Godzilla comparado con el segundo. Está claro dónde debería estar el centro de nuestras preocupaciones.
(*) Parte de esta nota fue publicada el 5-07-07 en Ambito Financiero, Pagina 4