La sensación que predomina entre los argentinos de a pie es que su elite gobernante se maneja con absoluto desparpajo e impunidad. Y no es en vano. El ex presidente Raúl Alfonsín, luego de habernos sumido en el infierno de la hiperinflación en 1989, decía en el medio de la deflación de la segunda mitad de los 90 que un "poquito de inflación no sería tan malo". Carlos Menem, al mismo tiempo que colocaba la tasa de desempleo en un nivel récord histórico en su segundo mandato, pronosticaba su pulverización.
A fines del 2000, Fernando de la Rúa, cuando llevaba al país de las narices al default y la devaluación, afirmaba, frente a las cámaras de TV instaladas en Olivos y con cantos de pájaros detrás que con el blindaje "se iniciaba una nueva etapa llena de crecimiento". Eduardo Duhalde, en enero de 2002, discurseaba frente a la Asamblea Legislativa que lo nombraba presidente diciendo que "el que depositó dólares, retirará dólares" y un mes después su gobierno lanzaba el corralón y la pesificación de los depósitos.
Más actual y falsa todavía, luce la frase pronunciada por todo miembro del gobierno de Kirchner (como no podía ser de otra manera) de que "estamos en un proceso de desendeudamiento".
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Desde fines de 2001 y hasta los últimos datos oficiales de deuda pública (setiembre de 2006), cancelamos deuda con el Banco Interamericano de Desarrollo por US$ 855 millones, con el Banco Mundial por US$ 3394 millones y con el Fondo Monetario Internacional (hasta fines de 2005) por US$ 6607 millones. Luego, en enero de 2006 y con reservas prestadas por el Banco Central, se le pagó al Fondo el capital remanente por US$ 9530 millones. Así, la caída de la deuda con organismos internacionales desde el comienzo de nuestra "liberación" ha sido de US$ 20.385 millones. Pero teniendo en cuenta la deuda de la Nación por la letra intransferible que el Tesoro le colocó al Central para llevarse las reservas y pagarle al FMI, la baja se reduce a US$ 10.855 millones.
Los "setentistas" quisquillosos, que no quieren ver que la deuda del Gobierno no baja habiéndole pagado al FMI con reservas US$ 9530 millones, tienen que mirar la deuda bruta consolidada de Nación más el BCRA. Así, la letra intransferible desaparece (deuda de uno y crédito del otro) como pasivo y en principio se vuelve a una disminución de deuda de US$ 20.385 millones. Demasiado lindo para que sea verdad. Consolidar la deuda bruta de manera correcta obliga a ver qué pasó en el período enero 2002-septiembre 2006 con los pasivos del BCRA. De esa manera, en vez de reducción, habría un aumento de la deuda pública por US$ 12.218 millones, porque desde la devaluación todas las reservas se acumularon con base monetaria o deuda cuasifiscal por US$ 32.603 millones.
Quedémonos entonces mejor con los US$ 10.855 millones de caída de la deuda y sigamos con el conteo del "desendeudamiento".
El canje que se cerró en 2005 implicó una baja nominal de deuda de US$ 70.393 millones, 45.046 millones de los que aceptaron el canje y 25.348 millones de los que no entraron a los que el Gobierno les dio el "trato de la licuadora voraz": directamente los dio de baja de la deuda pública. Bien a lo Kirchner.
Pero como US$ 20.071 millones de esa quita son los intereses atrasados por el default declarado por Adolfo Rodríguez Saá, la reducción de pasivos provocada por el canje se reduce a US$ 50.322 millones.
La pesificación provocó una baja de US$ 26.820 millones de deuda pero fue más que compensada por la suma del ajuste por CER por US$ 17.999 millones y la devaluación del dólar en el mundo por US$ 12.573 millones (hay deuda emitida en monedas extranjeras distintas al dólar). El neto fue un alza de la deuda pública por US$ 3752 millones.
La reversión de los préstamos garantizados costó un aumento de deuda de US$ 3418 millones, hubo adelantos transitorios del BCRA por otros 4804 millones; Bonar por 2000 millones; Bocones por 2796 millones y Boden por US$ 23.517 millones para compensar a los bancos y a los ahorristas por la pesificación asimétrica de febrero de 2002 y otras yerbas. El total suma US$ 36.535 millones que, neteados de cancelaciones varias por 3645 millones, dejan un aumento neto de US$ 32.890 millones.
De esta manera, las bajas de deuda pública en el período enero 2002-setiembre 2006 (último dato oficial) suman US$ 61.177 millones. Las altas fueron por 36.642 millones -la nacionalización de la deuda provincial, en los hechos, la hizo Cavallo en noviembre de 2001- y el neto da una caída de 24.535 millones monto casi idéntico a los 25.348 millones de dólares de los bonistas que decidieron no aceptar el canje de deuda y que el gobierno ha repudiado.
Es importante recordar que, apenas terminó el canje, el Ministerio de Economía los dio de baja de la deuda pública, en un cambio copernicano en la historia de la contabilidad.
Era la primera vez que un deudor soberano que pretendiendo pertenecer al mundo civilizado y sin negociación alguna, le hacía una quita del 100% a la totalidad del débito al que no aceptaba su oferta.
Sólo más plazos
En definitiva, es falsa la alharaca oficial sobre desendeudamiento, porque lo que realmente ha bajado los pasivos es la grosería de dar de baja una cuenta deudora de los que esperaban una propuesta mejor.
Ni siquiera como porcentaje del PBI (a pesar del crecimiento de la economía) la deuda pública ha bajado: a fines de 2001 era de 57,4% y a setiembre de 2006 de 63,6%. Sólo en 2007 estaría en niveles similares. Sí es cierto que en marzo de 2005 hubo una baja del 30% del valor presente neto de la totalidad de la deuda pública por la reducción en la tasa de interés (del 8 a 4%) y el fenomenal alargamiento de plazos (de siete a 14 años), pero jamás el gobierno pretende hablar de esto cuando dice "estamos bajando deuda".
Hasta setiembre de 2006, habiendo finalizado el grueso de los cambios patrimoniales que hubo entre 2002 y 2005 (pesificación, compensaciones, quita, etc.) y a pesar de los números fiscales superavitarios que muestra Economía, la deuda pública subió de US$ 128.629 millones a US$ 129.604 millones.
Y en 2007 todo indicaría que sería peor porque el superávit fiscal cae, como mínimo, por la violenta suba de la factura de intereses debido a que el Gobierno coloca deuda cada vez más aceleradamente y a tasas crecientes (en un contexto de deterioro fiscal cancelamos deuda concursal por deuda "casi" de mercado).
La reestatización del sistema previsional sancionada en febrero pasado por el levantamanos en el que se ha convertido el Congreso, es una fenomenal tabla de salvación de corto plazo (pero salvavidas de plomo para el largo plazo).
Permitirá que el fisco se haga de ingresos por única vez de 1% del PBI en 2007 y de 0,5% del PBI desde 2008 en adelante. A lo mejor sí ahí la deuda baja un poco nominalmente. Veremos.