Tres economistas analizan el futuro y ofrecen sus respuestas
Después de la fuerte recuperación de la actividad y de la disminución del desempleo, tres economistas abren un debate clave para el futuro: cómo debe hacer el país para seguir creciendo a tasas altas que favorezcan el desarrollo.
La Argentina lleva cuatro años consecutivos de crecimiento a tasas que despiertan la envidia de muchos países desarrollados.
En este tiempo, el país dejó de ser el paria sudamericano que era identificado en el resto del mundo por las imágenes dantescas de hombres y mujeres asaltando un camión repleto de reses vivas, a transformarse en una de las naciones en desarrollo que mejores perspectivas ofrece en el mediano plazo.
Pero, ¿cuáles son las llaves que permitirán consolidar un modelo argentino sustentable en el tiempo?¿Qué decisiones económicas y políticas facilitarán que la Argentina se suba al selecto pelotón de naciones que lograron desarrollarse y mejorar la calidad de vida de sus habitantes?
En declaraciones recientes, el economista Orlando Ferreres abrió el fuego dialéctico cuando aseguró que, por las escasas dimensiones de sumercado interno, la Argentina tendría que pensar que cualquier crecimiento de median y larga data debería centrarse en una agresiva campaña exportadora.
El ex ministro de Economía, Aldo Ferrer, en cambio, opina que es “falsa” la dicotomía que contrapone la estrategia exportadora con una transformación productiva del mercado interno.
“Cuando uno observa el perfil productivo de los países más exitosos encuentra que se han transformado expandiendo su mercado interno, aprendiendo y lanzándose al mercado internacional. No hay transformación posible de la economía sin una industrialización profunda”, asegura Ferrer.
El modelo ideal que imagina Ferrer prevé una Argentina con un aumento de los ingresos, con un peso creciente de las manufacturas complejas, de los servicios, y una menor incidencia relativa de los insumos primarios sobre el gasto final”.
El consultor de empresas y ex presidente del Banco Central, Javier Gonzaléz Fraga, guarda buenos recuerdos de su antigua condición de empresario del dulce de leche en la Salamandra.
“Lo importante para el país es comprender que hay que contraponer el modelo productivo al especulativo”. Comenta.
Mientras que el economista, Jose Luis Espert, sostiene que “si la Argentina pretende imitar las proezas económicas que han mostrado China, Corea, Irlanda, entre otros, tiene que abrir su economía al mundo, bajando aranceles y eliminando las trabas para exportar”.
“Difílmente el país crezca a tasas altas durante décadas porque no está haciendo lo que corresponde. Tenemos una desmedida presión impositiva, la educación destruida y ningún respeto por las reglas de juego”, señala Espert.
ALIANZA. Cuando se lo consulta sobre política de alianzas comerciales internacionales que debería llevar adelante a la argentina, el lenguaje de Espert no da lugar a segunda interpretaciones: libre comercio y más libre comercio.
Por su parte, Gonzáles Fraga y Ferrer coinciden en que el país debe plantear estrategias comerciales globales inteligentes que no maniaten ni le resten margen de maniobras al país.
“El fracaso de la Ronda de Doha muestra que el mundo va hacia un bilateralismo dejando de lado el multilateralismo. Tenemos que hacer como Chile que hace acuerdos con todos”, explica Fraga.
Por su parte, Ferrer acota: “la Argentina por su perfil de producción es lo que se llama en la jerga internacional un globo trader. De tal manera, que no hay alianzas estratégicas que le convengan con ningún centro del poder mundial, porque lo que quieren ellos es tener periferias y nosotros para seguir creciendo no tener que ser periferias de nadie.”
El MERCOSUR también da lugar a diversas opiniones para todos los gustos según el consumidor.
Mientras Ferrer lo piensa como una extensión del mercado argentino y un campo de acción fértil para desarrollar políticas conjuntas en el campo energético, la infraestructura, y el desarrollo conjunto de mercados, Gonzáles Fraga piensa que hay que convertirlo en un asociación de libre comercio que le de más libertad de acción a sus asociados.
PROTAGONISTAS. El otro tema espinoso en el debate sobre el modelo de país para el desarrollo, giró en torno del rol que debería jugar los principales actores sociales, es decir, el Estado, los empresarios y los sindicatos.
“Creo que tendría que haber libertad absoluta de contratación ó directamente eliminar los sindicatos”, dispara sin titubear Espert.
Ferrer, en cambio, sostiene que los últimos convenios colectivos parecerían indicar que a la hora de reclamar aumentos los gremios se manejaron con “razonabilidad” y con demandas “consistentes con el crecimiento y la rentabilidad”.
“Los sindicatos juegan un rol importante porque si no, no subirían los salarios y había ganancias extraordinarias. Pero habría que pensar en alternativas a estas negociaciones colectivas que generan ineficiencia”, intercede Gonzalez Fraga.
En lo atinente al papel del Estado, Espert asegura que debe concentrarse en la Educación y salud básica, la justicia, la defensa y la seguridad pública y social, y la diplomacia.
Pero desde el otro sendero tampoco están de acuerdo.
“El Estado sebe tener toda la libertad posible e intervenir en todo lo que sea necesario para garantizar el buen funcionamiento de la economía”, responde el ex presidente del Banco Central.
Además de tantas diferencias y antinomias, también se presentó el terreno propicio para generar coincidencias.
Los tres economistas recalcaron conceptos claves que antes implicaban largas y absurdas discusiones.
Ninguno rebatió la necesidad de tener un tipo de cambio competitivo, ni el superávit fiscal, ni la tarea de los empresarios como protagonistas insustituibles de la producción y la riqueza.
Como sumar nuevas inversiones
Ningún economista duda hoy que cualquier debate sobre el desarrollo futuro del país requiere inexorablemente del impulso de las inversiones. Pero si flotan muchas interrogantes respecto de cómo crear las condiciones necesarias para seducir a los dueños del capital. “la condición necesaria para atraer inversiones, y la Argentina es un país salvaje que rompe todas las reglas”, afirma Espert. Ferrer, por su parte, recuerda que las inversiones casi se duplicaron en los últimos cuatro años saltando del 12% en el 2002 al 22,8% del PBI, y que además el país generó excedentes por U$S20.000M que se utilizaron para pagar la deuda con el FMI. Pese a ello, Ferrer reconoce que hay que crear condiciones para que asegurar la máxima reinversión de las filiales de las multinacionales. “Con la pesificación mejoró la seguridad jurídica porque ahora, a diferencia de los `90 en los que el sistema colapsó por la fuga de capitales, los contratos se pueden cumplir porque no están sobrevaluados”, opina Ferrer.
Nota Original: INFOBAE | 07/07/2006