Los sectores productivos tienen dificultades para planificar y presupuestar en un ámbito de suba sostenida de los precios, en especial cuando no pueden trasladar los costos a sus productos.
La inflación volvió a la Argentina luego de una década de estabilidad (los 90) y obligó a un replanteo general sobre los presupuestos y la plantificación en la economía nacional. Sobre la responsabilidad que le cabe al Estado en la suba sostenida de los precios hay debates entre economistas, empresarios y funcionarios. Para los hombres de negocio, la inflación es un verdadero dolor de cabeza, en especial si no se pueden trasladar los nuevos costos a los precios de productos o servicios, como suele ocurrir. Ningún sector podría verse beneficiado de una disminución de la capacidad de consumo de la población, pero algunos sufren particularmente la situación. LA GACETA relevó la forma en que se desarrollan actividades como el turismo, la construcción, la industria textil y el campo, que se vieron altamente beneficiados con la salida de la paridad uno a uno con el dólar, y en general hubo coincidencia en que la inflación viene devorando en forma sostenida los márgenes de rentabilidad.
Con niveles de crecimiento del 9% anual en el país, una inflación que ronda entre el 10 y el 12% resulta manejable para el Gobierno, que impulsa como política de combate de este fenómeno al tradicional control de precios, con fuertes presiones a los sectores que componen la economía. El director de Estadísticas de la provincia, Juan Carlos Abril, planteó que en los primeros cuatro meses del año la inflación en Tucumán se ubicó en un 3,5%, contra casi el 5% del primer cuatrimestre de 2005. Según este funcionario, a partir de los acuerdos sectoriales motorizados por el Gobierno nacional, ahora la gente elige precios, lo que impacta en las expectativas inflacionarias.
El economista José Luis Espert, dijo que la inflación no es un fenómeno monetario. “Es un fenómeno fiscal y de aumentos de salarios; no tiene nada que ver con la cotización del dólar. La inflación es una consecuencia directa del modelo redistributivo del Gobierno”, afirmó. El especialista remarcó, no obstante, que el Ejecutivo fracasó en su intento de mejorar la situación de los sectores de menores ingresos del país, porque “no logra achicar la diferencia entre el 10% más rico de la población y el 10% más pobre”. Por su parte, el experto de la consultora abeceb.com, Dante Sica, opinó que se observan resultados en la política de acuerdos de precios entre el Gobierno y los sectores, profundizada a inicios de año. Resaltó que esta política se centró principalmente en el rubro de alimentos y bebidas, que el año pasado había explicado más del 50% del incremento de los precios.
El economista tucumano Pablo Ayub, del estudio “Broda y Asociados”, sostiene que el Gobierno diagnosticó que la inflación es causada básicamente por tres fenómenos: 1) un ajuste de precios relativos, derivado de la devaluación de 2002; 2) una concentración de poder de mercado en ciertos sectores empresarios que hace que se cobren precios monopólicos, ante la ausencia de competencia; y 3) la falta de inversión que determina que el crecimiento de la oferta agregada sea menor al de la demanda, y consecuentemente se generen cuellos de botella. Pero considera que mientras el Estado “no saque el pie del acelerador y deje de estimular la demanda agregada, estaremos por encima de la media mundial de inflación”.
Espert asegura que, en realidad, al Gobierno no le preocupa la inflación mientras la economía crezca a un 9% anual. “Sí, en cambio, le interesa teatralizar respecto de los aumentos de precios, en particular, porque estamos a un año de las elecciones”, subraya
Nota Original: LA GACETA DE TUCUMÁN | 21/05/2006