Pese a los duros cuestionamientos al organismo, canceló deudas por US$ 4244,55 millones
Pese a que el Fondo Monetario Internacional (FMI) es uno de los principales destinatarios de las críticas del presidente Néstor Kirchner, es al mismo tiempo el principal beneficiario de la política oficial de desendeudamiento, que ha llevado a que ningún otro gobierno le haya pagado tanto como éste al organismo internacional de crédito desde el retorno de la democracia.
En efecto, los fondos girados -en concepto de capital e intereses- desde junio de 2003 hasta julio de este año suman 13.212,84 millones de dólares, cifra que duplica a la realizada por los gobiernos de Eduardo Duhalde y Fernando de la Rúa juntos, e incluso es superior a la del gobierno de Carlos Menem, según datos obtenidos en la página de Internet del organismo.
Los pagos por amortizaciones desde que Kirchner asumió la presidencia generaron una reducción del stock de deuda por 4244,55 millones de dólares, de acuerdo con la cotización actual del DEG (derechos especiales de giro, equivalente a 1,46 dólares), la moneda que el Fondo Monetario utiliza para sus transacciones.
La mitad de las cancelaciones de capital se realizaron este año. Entre enero y julio, el Gobierno pagó unos 2160 millones de dólares, es decir, unos 6200 millones de pesos. La cifra equivale, por ejemplo, a casi el doble de la inversión prevista para todo el año en rutas y viviendas (3370 millones de pesos) y es superior a la destinada al presupuesto para educación de 2005 (5082 millones).
También duplica el presupuesto actual del Ministerio de Desarrollo Social ($ 3044 millones). El jueves pasado, durante un acto en la provincia de La Rioja, Kirchner defendió la política de desendeudamiento de su gobierno, que redujo los compromisos con el organismo a 11.100 millones de dólares, sin contar los intereses.
"Desde esta Rioja donde algunos levantaron tantas veces los ideales del FMI paseando por sus salones, les digo a los directivos del organismo que nos vamos a desendeudar con dignidad y sin hambre para el pueblo", dijo.
En la misma línea, el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, dijo el viernes durante una conferencia en la Universidad Torcuato Di Tella que la Argentina no puede ser un deudor in aeternum del organismo.
Volver a las fuentes
"El Fondo está volviendo a ser lo que era en un principio: un bombero que está para apagar incendios, para ir detrás de las crisis, y ya no un prestamista de última instancia." El funcionario señaló: "Los que creen que la Argentina puede seguir eternamente en deuda con el Fondo no registraron este cambio".
No obstante esta visión, los analistas consultados por LA NACION coincidieron en señalar que la estrategia oficial es ineficiente, al menos desde el punto de vista del costo financiero, ya que el mercado presta a tasas más elevadas que las que cobra el FMI por sus créditos.
Señalan, además, el encarecimiento del DEG con relación al dólar -en agosto de 2002 se necesitaban 1,32 dólares para adquirir un DEG, y hoy se necesitan 1,46-, lo que implica un mayor esfuerzo para cancelar deuda.
"El milagro del default es que, si nos prestan, es a una tasa equivalente al 15% en dólares, similar a la del megacanje de Cavallo", dijo José Luis Espert, de la consultora Espert & Asociados.
"No hay una política de desendeudamiento como la de Brasil, que es deliberada. Esto es mentira. Es el ropaje que este gobierno le pone al hecho de que por culpa de sus incumplimientos no tenemos acuerdo con el FMI y éste deja de reembolsar los fondos", agregó.
Desde una óptica similar, Eduardo Levy Yeyati, director del Centro Internacional de Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella, indicó: "Cancelar la deuda con el FMI no es lo más eficiente porque la deuda en el mercado es más cara, pero utilizar recursos para cancelar deuda en la expansión es mejor que gastarlos".
Pero más allá del debate sobre el costo financiero, Javier González Fraga, ex presidente del Banco Central, recordó que alcanzar un acuerdo con el organismo, lo que permitiría la llegada de nuevos desembolsos, implica desde su óptica un costo adicional.
"Lo barato sale caro"
"Si para refinanciar la deuda con el FMI hay que hacerle caso con recomendaciones de políticas que no han funcionado en el pasado, entonces lo barato sale caro", dijo. Una de estas políticas es la libre flotación del peso con relación al dólar, a la cual el Gobierno se opone porque quiere mantener un tipo de cambio alto y competitivo para favorecer el desarrollo de la industria.
Para Aldo Abram, de la consultora Exante, la política oficial de desendeudamiento es una muestra más del repudio hacia este tipo de recetas. "Este gobierno piensa que el Estado es un motor de crecimiento y resigna recursos para pagarle al Fondo. Esto marca el rechazo que tiene por sus políticas", sostuvo.