Censuró con nombre y apellido a varios economistas; dijo que el país removió un importante obstáculo
· Consideró que, con el cierre de la operación, la deuda en cesación de pagos quedó reestructurada
· Restó importancia al próximo encuentro de Lavagna y Rato
El presidente Néstor Kirchner aprovechó el escenario del Salón Blanco de la Casa de Gobierno para formular su desquite contra los economistas que criticaron el proceso de renegociación de la deuda, mayoritariamente enrolados en la línea de la ortodoxia liberal. "Los números muestran con toda contundencia que nuestra deuda en cesación de pagos ha quedado reestructurada como resultado del canje", destacó.
Luego, al terminar el acto, en diálogo con la prensa demostró que procura exhibir una posición de fuerza en la próxima negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para llegar a un acuerdo que permita refinanciar los vencimientos con el organismo. En este sentido, le restó importancia a la reunión que pasado mañana tendrá el ministro de Economía, Roberto Lavagna, con el director gerente del FMI, Rodrigo de Rato. "Eso es ir a tomar un café, no más", afirmó.
Consultado sobre la exigencia del Fondo de aumentar las tarifas de los servicios públicos, Kirchner dijo: "Nosotros vamos a seguir ocupándonos de los temas de los argentinos; no nos vamos a dejar apurar por nadie".
"Vamos paso a paso, tiempo al tiempo. Es el primer paso, es importante. Es un pasazo", dijo Kirchner. Previamente, durante el discurso pronunciado ante todos los ministros, la mayoría de los gobernadores y un numeroso auditorio de empresarios, había aprovechado para llamar la atención a sus adversarios políticos y a economistas sobre "las enseñanzas que deja este proceso de reestructuración".
El discurso lo había redactado junto con la primera dama, la senadora Cristina Fernández de Kirchner; el secretario legal y técnico, Carlos Zannini, y el vocero presidencial, Miguel Núñez. Zannini y el jefe del Gabinete, Alberto Fernández, fueron quienes más festejaron las críticas a los economistas. "Se trata de la remoción de uno de los más importantes obstáculos estructurales que enfrentaba nuestra recuperación", dijo Kirchner.
"Es necesario reflexionar sobre si los diversos actores, una vez dado el default, fueron parte del problema o si ayudaron a la solución", dijo. "No se trata de exitismo o de reactivar espíritu revanchista alguno. Se trata de que incrementemos la responsabilidad todos. Imaginemos por un instante si esta operación hubiera fracasado: no quieran saber las barbaridades que los profetas del fracaso estarían diciendo", agregó. El discurso presidencial contrastó con el de Lavagna, que había sido mesurado y centrado en los datos técnicos.
Kirchner utilizó silencios, tonos de voz, miradas y gestos para remarcar sus conceptos. Sacó a relucir un voluminoso archivo de frases y calificativos pronunciados por los que en su momento críticaron el proceso de canje.
"Los calificativos brotaban: mediocres, inaceptables, sin buenas perspectivas, patoteadas, van al fracaso, profunda equivocación, abominable, un fracaso, muy mal, falta de seriedad, falta de profesionalismo, técnicamente incorrecto, nos aislamos del mundo, nos caemos del planeta", enumeró Kirchner, y fue aplaudido.
"Por derecha, por izquierda, por arriba, por abajo, desde adentro y desde afuera se trataba de augurar lo peor, criticar sin sustancia y esperar el anunciado fracaso del canje", se desquitó.
Y volvió a arremeter: "Tienen que sacar enseñanza aquellos gurúes del mercado, que engolados por la preeminencia del ‘pensamiento único’ bregan por hacernos creer que el crecimiento depende más de una tarea de seducción", dijo el Presidente. "Que nadie se ofenda, pero con todo respeto nos permitimos ayudarles a tener memoria de lo que dijeron", dijo.
Citó con nombre y apellido a sus críticos: Jorge Streb, Julio Piekarz, Pablo Guidotti, Miguel Kiguel, Carlos Melconian, Jorge Avila, Ricardo Esteves, Daniel Artana, Manuel Solanet y José Luis Espert. "Me han aconsejado todo el día que no lo diga (risas y aplausos), pero creo que es un aporte para que mejoren", dijo Kirchner. Después, se calmó: "El país está necesitando ver debates de fondo; quiere dirigentes que dejen de agredirse y que tengan la suficiente capacidad en sus ideas".
Fue entonces cuando agradeció al ex presidente Raúl Alfonsín (que escuchaba desde la primera fila) por el apoyo a las leyes en el Congreso, a los gobernadores, a los empresarios, a los trabajadores y a sus ministros