No hubo política “liberal y de derecha” más fuerte que la que practica el Gobierno de Kirchner, pero lo hacen “a regañadientes” y despotricando diariamente contra el FMI, los acreedores externos y el supuesto “poder concentrado”
José Luis Espert considera que si la intención del Gobierno era llegar a un acuerdo por el Canje de Deuda, la postergación de su inicio fue un paso coherente ya que si se lanzaba, corría el riesgo de tener una tonelada de juicios debido a que la fase externa ya se había caído. Señala que si Argentina sale del default y concreta la reestructuración de deuda, se podrá sostener una corriente de inversión extranjera directa -que comenzó a aparecer este año- para poder seguir creciendo. Espert discrepa en la forma nada proyectada ni deliberada en que procede el Gobierno, donde los dos ejemplos más claros son el tema fiscal y de libre comercio.
Las inversiones de China y las consecuencias de declararla «economía de mercado», el modelo chileno de apertura al comercio, la situación de Brasil, la continuidad de las políticas económicas, y los éxitos y déficits de la administración Kirchner, fueron algunos de los otros aspectos que el economista conversó con Informe.
José Luis Espert, Director Ejecutivo del Grupo Consultor Espert & Asociados, evalúa el presente de la economía argentina.
– ¿Cuál es su análisis en el tema Canje de Deuda, donde por estos días se está cuestionando incluso el accionar de Roberto Lavagna?
– La política es una verdadera «picadora de carne» y siempre hay que encontrar «un chivo expiatorio» de algún fracaso, y aquí fue Lavagna, pero todo el Gobierno acompañó al Ministro de Economía no sólo en la propuesta que se hizo en Dubai, en la del 1º de julio y en la del 1º de noviembre, sino también en la intención de continuar con el canje al 29 de noviembre, a pesar de que la semana anterior se había caído toda la fase externa. Hasta 24 horas antes de la caída del canje, el propio Gobierno -incluido Lavagna- decía que había que continuar con el mismo.
Hasta el momento, el Gobierno ha estado negociando -podrá decirse que mal o bien-, y de hecho triplicó la oferta respecto de Dubai, entonces la sensación es que alguna intención de llegar a un acuerdo tiene, y creo que el paso coherente con esta estrategia de acordar era suspender el canje, porque si se lanzaba, se arriesgaba a tener «una tonelada de juicios» ya que implicaba discriminar en contra de toda la fase externa, que en los hechos «se había caído».
– ¿Qué opina sobre el cuestionamiento a ciertos bancos encargados de llevar adelante las negociaciones sobre este tema?
– Se trata de «ideología barata». De seguir así, van a terminar llamando a los bancos que colocaron la deuda durante la última década.
– ¿Considera que finalmente el Canje de Deuda será concretado?
– No se sabe si llegamos a un acuerdo. Lo único que está ocurriendo aquí es la postergación del inicio del canje y esto no tiene nada que ver respecto a si es un éxito o un fracaso, lo cual se mide en términos de si se logra o no un mínimo de 80% de aceptación. Por lo tanto, es un aspecto que nada tiene que ver con este problema, donde puede ser que se llegue al 25 de febrero -que es el día de cierre del canje- y nos enteremos que solamente aceptó el 60%, lo cual es un fracaso. Como mínimo, se tiene que lograr un 80% de aceptación para hablar de éxito.
– ¿Cuál será la consecuencia si no se alcanza este piso de 80%?
– El Fondo Monetario Internacional le va a pedir al Gobierno que mejore la oferta de reestructuración.
– ¿Qué opina sobre las versiones periodísticas respecto a que Kirchner tendría la intención de cancelar toda la deuda con el FMI? ¿De dónde saldrían esos fondos?
– Creo que el Presidente tiene la fantasía ridícula que si le paga la deuda al Fondo, puede hacer lo que quiera. Piensa que quien le dicta una mala política económica es el FMI y si sale de su yugo, va a poder llevar a cabo una política económica que tenga la aquiescencia de todo el mundo, lo cual es absurdo. Pero más allá de este disparate -que es una idea del Plan Fénix-, creo que el Gobierno no tiene el dinero, de modo que no lo va a poder hacer, aunque de hecho lo está tratando de hacer de a poquito. Durante el año 2004 se va a cancelar al FMI u$s 2.200 millones de deuda, y en el 2005 hay vencimientos por u$s 5.000 millones, que sin acuerdo, implican dos posibilidades: defaultear al Fondo, lo cual significa declarar como enemigo al G7; o repagar la deuda.
– En el hipotético caso que Argentina salga del default, ¿cuál es el país que viene?
– Hace cuatro trimestres consecutivos que la inversión extranjera directa está volviendo a la Argentina, es decir, que llevamos casi un año donde existe algún retorno de capitales del exterior -básicamente inglés y americano- a través de la compra de campos, propiedades, y algunas capitalizaciones de empresas extranjeras. Según las propias cifras del Gobierno, la inversión extranjera directa durante el 2004 va a rondar los u$s 4.000 millones. No tengo cómo discutir la veracidad o no de estas cifras, que leyendo las noticias de los diarios parecen un poco exageradas, pero algo hay. Este es el gran cambio -para bien- que se está produciendo respecto de 2003, donde se están recuperando nuevamente los flujos de inversión extranjera directa que habían desaparecido prácticamente desde el año 2000. De modo que, si se sale del default y se reestructura la deuda, se va a poder sostener una corriente de inversión extranjera directa para poder seguir creciendo entre el 4% y 6%, lo estoy diciendo sólo como concepto, después podremos determinar en qué años vamos a crecer a ese nivel. Para pronosticar el crecimiento de cada año en estas economías de bajísima productividad, uno tiene que empezar a «romperse la cabeza» pensando en qué nuevo hecho hay. Por ejemplo, el suceso de 2003 -que significó un cambio respecto a 2002- fue que Argentina evitó la hiperinflación, y creció casi 9%; mientras que el cambio que existió en el año 2004 en relación a 2003, fue el efecto «precio de la soja» que fue en promedio muy positivo. Entonces en el 2005, uno debe preguntarse qué va a haber de nuevo para volver a crecer y creo que la noticia es que si se reestructura la deuda, va a poder sostenerse una corriente de inversión extranjera directa importante, que ya empezó a aparecer este año.
– ¿Considera que la política en materia económica que aplica el Gobierno es la mejor alternativa posible en la situación actual?
– Hay otras alternativas mejores. No estoy de acuerdo con que todo venga un poco «a las trompadas» en lugar de hacerlo de manera deliberada y proyectada. Voy a citar dos ejemplos que considero temas cruciales. Este Gobierno es el más ortodoxo en materia fiscal en la historia argentina, no hubo política «liberal y de derecha» desde el punto de vista fiscal más fuerte que ésta, pero lo hacen «a regañadientes» y despotricando todos los días contra el FMI, los acreedores a quienes consideran «delincuentes» y la pavada del «poder concentrado». Sería mucho mejor que de manera deliberada se anunciara esa política para poder cancelar la deuda con los organismos y así estar menos endeudados. Es distinto el mensaje cuando uno dice «esto lo hago porque quiero y voy hacia allá» porque define una política y despeja el horizonte para el largo plazo. Pero si todos los días despotrican contra lo que hacen, da la sensación que en cualquier momento se termina. Por eso, procedería distinto en el tema fiscal diciendo que esa es mi política, donde quiero tener 4 puntos de superávit primario porque me permite pagar salarios y cancelar deuda con organismos sin endeudarme. En el tema del libre comercio, específicamente respecto a China, personalmente hubiera hecho desde un principio una apertura al libre comercio del tipo chilena del año ‘83/84, poniendo los aranceles prácticamente en cero para importar todo tipo de producto. Sin embargo, una alternativa que no hay que descartar es que Kirchner está haciendo prácticamente lo mismo que Chile hace veinte años. Cuando declaran a China «economía de mercado» -creo que están tratando de disimular porque no saben qué hacer con «ese monstruo» que ellos mismos han creado-, Argentina está haciendo libre comercio o «se va a dar un palo contra China en veinte años», porque vamos a defaultear el contrato que hemos firmado.
El Gobierno no puede decir que le está repagando deuda al Fondo como nadie le repagó en la historia argentina; tampoco puede decir que tiene 4 puntos de superávit primario y en cambio, debe afirmar que «nunca va a tener más de 3 puntos», etc. Por lo tanto, tengo una discrepancia frente a la claridad con la que habría que mostrar las cosas, donde las dos básicas y muy evidentes son el tema fiscal y el del libre comercio.
– Pese al superávit, ¿se está emitiendo moneda?
– Se emite muy poco para mantener el dólar día por día, pero después el Gobierno genera superávit fiscal y absorbe los pesos que el Central emitió. En ese sentido, no existe ningún riesgo de aceleración inflacionaria o de desequilibrio macro. Estamos frente a un programa muy poco «explosivo» desde el punto de vista macro, la duda es cuánto tiempo vamos a crecer y a qué tasa, pero es una discusión diferente. Este programa tiene superávit fiscal como nunca antes hubo en la historia y las reservas más altas que los depósitos a plazo fijo en dólares, lo cual nunca ocurrió durante la convertibilidad. En el peor momento de esta última había tres dólares de plazo fijo por cada dólar de reserva, es decir, la pelea era muy en contra de las reservas y por eso terminamos con el colapso. Actualmente, existen más reservas que depósitos en dólares en el sistema financiero, así que no existe ninguna chance de corrida y además, es un Gobierno que tiene en claro que el dólar alto es una estrategia de política económica. Por lo tanto, no veo ninguna posibilidad de «explosión macro-económica».
– ¿Las famosas inversiones que va a realizar China son «un cuento chino»?
– En principio, todos las visitas asiáticas que tuvimos se debieron a que pasaron por Argentina antes o después de la reunión del APEC en Chile.
Respecto al tema del reconocimiento a China como economía de mercado, creo que hay ideología y cuestiones de hecho. Los temas ideológicos pasan un poco porque estamos frente a un Gobierno que tiene muchas «nostalgias setentistas» y si se analiza al setentismo, era bien «tercer mundista» más que comunista, que son dos conceptos diferentes, ya que el «tercer mundista» era partidario o adhería a la disputa «este-oste» o «periferia versus el resto». Por lo tanto, esta idea de «pegarse a China», que puede ser una potencia pero hoy todavía es un país emergente con mucha pobreza, y el concepto de que Estados Unidos y Europa son potencias imperiales o colonialistas que nos quieren «chupar la sangre» porque subsidian el agro que es aquello que exportamos, son cosas que están «dando vueltas en la cabeza» del Gobierno. No hicimos un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos a través del ALCA y tampoco con la Unión Europea, pero declaramos «economía de mercado» a China, que tiene «salarios de hambre». No existe ninguna coherencia entre una política de sustitución de importaciones que le dice que no al ALCA y a la Unión Europea, y que además suspende indefinidamente el libre comercio de autos con Brasil, y por otro lado, declarar economía de mercado a China. Por lo tanto, existe una primera causa ideológica, mientras que la segunda es fáctica. Después que Brasil había declarado a China economía de mercado, a la Argentina no le quedaban muchas alternativas, donde la «invasión de productos chinos» de todas maneras iba a existir porque tenemos libre comercio con Brasil. La ventaja que logra la Argentina al haberla declarado economía de mercado es que tal vez China aumenta las compras a nuestro país en un 125% -a través de exportaciones argentinas- en los próximos cuatro años. Este es el único aspecto serio, porque el tema de los u$s 20.000 millones de inversiones «es todo un invento» ya que si se analiza en detalle, aproximadamente u$s 15.000 son préstamos comerciales, es decir, vienen empresas privadas chinas que por ejemplo electrifican los ferrocarriles o construyen viviendas económicas y dan un plazo para que les paguemos. Los restantes u$s 5.000 millones que completan la suma total es la inversión directa china que va a existir en ENARSA, que la va cobrar con algún share sobre el petróleo que se extraiga. China no le va a dar ningún préstamo comercial a la Argentina si no sale del default, y ni siquiera empezó el canje todavía, sino que se postergó por dos meses. Por lo tanto, los u$s 20.000 millones de inversión por ahora son «un cuento». Debido a que Brasil negoció con China el apoyo de esta última para un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Argentina tuvo que declarar a China economía de mercado para obtener alguna concesión como el hecho de que quizás pueda aumentar las exportaciones en los próximos cuatro años, que representan u$s 4.000 millones más.
Creo que el Gobierno no es consciente de lo que acaba de hacer con China y en este momento debe estar dándose «la cabeza contra la pared» porque declararla economía de mercado es un tema «muy gordo» en materia de apertura del comercio. Cuando uno lee las declaraciones de los funcionarios argentinos todos los días en los distintos medios, no saben qué hacer para decir que van a proteger a los industriales.
– ¿Hay alguna cláusula en el acuerdo que especifique que se va a proteger a alguna industria en particular?
– Se dice que en los acuerdos firmados, cuando Argentina declara a China economía de mercado se reserva todo el derecho de proteger a su industria. Pero la realidad es que si esto se produce más allá de lo que permite la OMC, «nos van a tirar con los palitos chinos». Mi idea es que deberíamos haber hecho hace rato lo que hizo Chile, y aunque es cierto que allí desapareció una clase industrial, la realidad es que a partir de ahí Chile no para de crecer 5% por año y hoy tiene más PBI per cápita que Argentina, cuando hace 25 años era un sexto de lo que era nuestro país en ese momento. Por lo tanto, las aperturas al comercio implican que algunos desaparecen y otros aparecen o se fortalecen. Otra cosa completamente distinta son los «mamarrachos» de apertura que Argentina realizó con Martínez de Hoz y con Menem. Las buenas aperturas al comercio no implican que todo el mundo se funde, sino que quiebran quienes no hacen las cosas bien. Con el «mamarracho» menemista y de Martínez de Hoz, en la Argentina se fundieron quienes no se tenían que fundir: el agro, la industria exportadora, textil y turística; mientras que esto no sucedió en Chile. La apertura al comercio implica tomar la decisión de especializarse en aquello en que se es eficiente, lo cual no tiene nada que ver con bajar aranceles o atrasar el tipo de cambio. Chile bajó aranceles a casi cero pero el tipo de cambio lo multiplicó por cinco, entonces protegió a todo el mundo por igual.
«Brasil ya nos pasó el trapo» y está a punto de decir -aunque no el Gobierno- que el Mercosur no le interesa, ya que hoy la clase industrial brasileña está dividida entre quienes lo quieren o no. Lula -un trabajador trotskista- va a limpiar el gobierno de funcionarios del PT para colocar gente de la derecha, está teniendo acuerdos con el Fondo y está intentando tener un puesto en el Consejo Permanente de Seguridad de las Naciones Unidas. Por lo tanto, hace 50 años Argentina estaba destinada a ser Europa, hoy somos menos que Chile y Brasil.
Argentina tiene chances de seguir creciendo, pero a una tasa menor a la que crece el mundo que nos sacó ventaja en los últimos 50 años. Por lo tanto, si seguimos así vamos a perder posiciones relativas. Cuando hablo de «seguir así» me refiero a continuar negando que tenemos superávit fiscal porque realmente no nos podemos endeudar para pagar salarios públicos; y «seguir así» también es negar que Argentina necesita la apertura económica, donde se niega al ALCA y a la Unión Europea pero se declara economía de mercado a China.
– ¿Cómo impacta este acuerdo con China en las relaciones con Estados Unidos?
– Para Estados Unidos, Argentina no cuenta, ya que en América Latina sólo les importa Brasil.
Hablando con clientes y economistas brasileros, ellos mismos nos dicen que apuntan a disputarle a China el liderazgo del mundo emergente en los próximos veinte años, aunque creo que Brasil está a «años luz de ser China». Los chinos «trabajan 40 horas por día», comen arroz y se capacitan en las mejores universidades norteamericanas, mientras que a Brasil todavía «le sigue gustando demasiado el samba y la caipiroska». Entre los veinte primeros alumnos de las universidades top americanas, hay un 20% de chinos, donde China está armando una elite que la puede convertir en potencial mundial, mientras que Brasil hoy no está para eso.
– ¿Cree que la política económica argentina podrá tener continuidad en el tiempo, en forma independiente a las futuras administraciones gubernamentales?
– Si la economía está creciendo al 4% en el 2007, no creo que el sucesor vaya a hacer una cosa demasiado diferente, es decir, no va a decir «se acabó la ortodoxia fiscal y vamos a hacer déficit».
Hasta ahora, es verdad que cada gobierno sucesor de otro hizo lo contrario con la justificación del colapso del anterior. Es decir, Alfonsín nos llevó a la hiperinflación y cuando vino Menem, estuvo «paveando durante un año» y después hizo la inversa que el gobierno radical, donde privatizó todo y durante un tiempo pareció que había equilibrado las cuentas públicas. La convertibilidad termina en un desastre y el que viene también hace lo contrario, con un superávit fiscal que jamás tuvimos en la época menemista. En general, quienes llegan, realizan lo contrario porque los anteriores provocaron un colapso, pero el problema es que aquí se hace la inversa en lugar de cambiar la cantidad de grados que sean necesarios, es decir, el cambio es de 180º porque en el medio existe «el fanatismo». Entonces, llega Duhalde y arrasa con todo lo que se hizo durante la convertibilidad, y lo que se hizo muy mal en esa década fue la política fiscal, entonces con cambiar sólo eso ya era suficiente, pero en cambio, se pesificó y se coqueteó con la estatización de empresas privatizadas.
– ¿Cuáles son los éxitos y déficits de la Administración Kirchner?
– Así como siendo liberal «despotriqué como un condenado» contra la década del ’90, donde fui el único que afirmó que iba a terminar «en un desastre»; del mismo modo, reconozco que el actual Gobierno logró avances muy importantes que para mí en Argentina eran impensables como el superávit fiscal, estabilidad en el tipo real de cambio -además del nominal-, empezar a abrir la economía, donde declarar economía de mercado a China es una apertura «grosera» de la misma.
En cuanto a déficits, creo que Kirchner «es parte del problema» porque es muy amante del capitalismo corporativo y «trucho», de ir negociando cada medida de política económica, de depender mucho de la corporación política, destruir la independencia de la Justicia y del BCRA, donde en los hechos, el Congreso no existe y es sólo un apéndice del Ejecutivo. Además, esta cosa grosera y maleducada de hacer esperar entre media hora y dos horas a cada líder extranjero, como al Rey Juan Carlos de España o al presidente de Vietnam, es decir, se trata de una actitud vulgar. Ese personaje maleducado, gritón, agresivo y desalineado es coherente con el resto de las cosas, donde se despotrica contra el Fondo pero se le está repagando deuda «como loco»; dicen que los acreedores «son chupa sangre» pero ya les triplicaron la propuesta y hasta se las pueden mejorar en estos dos meses; afirman que van a defender a la industria nacional pero declaran a China economía de mercado. Por lo tanto, hay una mezcla de hipocresía, de falta de profesionalidad y de ausencia de «sentido común». No se puede negar que la Argentina está creciendo pero el problema es que de la manera en que se hacen las cosas, el resto crece más que nosotros, entonces seguimos perdiendo posición relativa en el mundo. Hoy ya no basta crecer al 4%, se necesita hacerlo al 8%, esto significa abrirse al comercio y decir que esa es nuestra política, y acordar con el Fondo para dejar de desangrarnos repagándole deuda, lo cual no tiene sentido.
– ¿Qué sentido tiene la discusión sobre los Superpoderes?
– Realmente no entiendo esa discusión, porque los superpoderes existen desde hace casi diez años. Opino que es una discusión «de maricones». No comprendo esa lógica excepto por el placer mismo de sentir el poder, y sin embargo, todos los años tenemos la misma discusión hipócrita donde la oposición rechaza los Superpoderes que el gobierno dice que necesita porque «estamos en emergencia».
– Haciendo una comparación con la década del ’90, ¿Lavagna es el padre de este modelo?
– Comparándolo con esa época, podría decirse que Menem y Cavallo hoy son Kirchner y Lavagna.
Nota Original: INFORME ASEGURADOR | 15/12/2004