Néstor Kirchner está cansado del Fondo Monetario. Piensa que sin acuerdo con ese organismo financiero internacional podría disponer de autonomía en el manejo de la política económica. Para ello, estudia pagar los vencimientos de capital e intereses con el Fondo con dinero proveniente del superávit fiscal y de las reservas del Banco Central. Ese plan es presentado como un paso hacia la “independencia económica”, aunque sus críticos la describen como una “fuga hacia adelante”. Más allá de los motivos que la impulsan, lo cierto es que la actual estrategia del Gobierno ha convertido a los multilaterales en acreedores súper privilegiados en un contexto de crisis. Durante los casi tres años de default le cobraron más de 10 mil millones de dólares netos a un país quebrado. Y todo parece indicar que durante el 2005 seguirán recibiendo divisas en lo que constituye una situación inédita a nivel mundial. Los vencimientos del año próximo sólo con el FMI suman 5200 millones de dólares. Frente a semejante monto los posibles desenlaces son tres:
1- La reivindicación independentista del Gobierno es sólo una forma digna de presentar la única opción que le quedaba luego de la postergación del canje. Por lo tanto, se supone que un acuerdo con los acreedores privados durante el primer semestre servirá para frenar los pagos al FMI y sentarse a negociar una reprogramación de los vencimientos.
2- La intención de Kirchner es cancelar la deuda con el Fondo más allá del resultado final de la negociación con los privados. Por lo tanto será necesario un esfuerzo fiscal superior a los 3 puntos del Producto, cifra difícil de compatibilizar con la atención de las necesidades sociales.
3- La tercera opción es que el Gobierno haya agitado la bandera de la autonomía como una estrategia para ganar tiempo hasta acordar con los privados. Pero ante el riesgo de que ese acuerdo fracase, las opciones serían volver a negociar con el Fondo presionándolo con el default, o negociar un cronograma para intentar seguir pagando sin aceptar condicionalidades en un contexto de creciente incertidumbre.
Jose Luis Espert – Economista
“Van a desangrar al país”
El Gobierno no está tomando la cancelación de deuda con el Fondo como un tránsito hasta que se cierre el acuerdo con los acreedores privados sino como una opción de hierro que se antepone al acuerdo con los privados. Los recuerdos que se están usando para repagarle deuda al Fondo no van a estar disponibles para pagarles a los privados y entonces no va a haber acuerdo. El problema es que al Fondo se le deben 15 mil millones de dólares. Para cancelar los vencimientos con el Fondo se necesita disponer de 3 puntos del Producto durante los próximos tres años. El gobierno piensa desangrar al país sosteniendo esa idea ridícula que dice que si nosotros le pagamos la deuda al Fondo nos independizamos. En globalización no se van a poder implementar políticas muy diferentes de las que pide el Fondo porque el Fondo son los países del G-7. Nadie en el mundo entiende cómo un país empobrecido como la Argentina prefiere repagarle deuda al Fondo en lugar de firmar un acuerdo con el organismo, para lo cual lo único que hace falta es renegociar con las privatizadas contemplando un aumento de tarifas. Lo que pasa es que el Gobierno no está dispuesto a hacer eso porque les quiere entregar las privatizadas a sus amigos o estatizarlas.