Hubo superávit fiscal y récord y el crecimiento del PBI superó el 8%. La inflación está bajo control. No se hicieron reformas estructurales. Asignaturas pendientes: salir del default y renegociar con las privatizadas. Ganadores y perdedores. ¿Cómo será recordado el año?
Un Desastre estructural, pero con prudencia fiscal
En el 2004 se quebraron 50 años de historia de superávit fiscal y la Argentina paso a tener súper superávit fiscal primarios, de más de cinco puntos del PBI, entre Nación y provincias. Eso fue clave a la hora de bajar la tasa de interés y a la hora de explicar la reactivación económica, que por segundo año consecutivo está en el orden del 8%. También es positiva la estabilidad de precios, que también es producto de la política fiscal ortodoxa que se ha llevado.
Pero en general, creo que el Gobierno está haciendo un desastre desde el punto de vista estructural. Por tercer año consecutivo, la Argentina está en cesación de pagos, con una baja de probabilidad de que con esta propuesta se consiga un piso de aceptación razonable como para que el país sea declarado fuera de default.
El segundo hecho que demuestra que se generó un desastre estructural es la violación grosera que se ha hecho en los contratos con las privatizadas. Por tercer año consecutivo tenemos defaulteados los contratos con las empresas privadas y pinta 2005 para que sigan defaulteados.
Un tercer hecho negativo es el cierre absurdo de la economía a sectores como lavarropas, heladeras, textiles y juguetes, cuando no hay hasta el momento ninguna avalancha importadora que arrase con la producción local.
Lo que está ocurriendo es que la demanda de juguetes, textiles y lavarropas está volando. El equipo de Roberto Lavagna es el brazo ejecutor del desastre estructural que cultiva todo un gobierno. Así como también el equipo de Lavagna es el principal responsable de la estabilización macroeconómica y también es responsable –además del presidente Néstor Kirchner- de la formidable performance fiscal 2004.
En última instancia, el Gobierno es del peronismo típico (con sustitución de importaciones y redistribución del ingreso), o sea de un gran desastre estructural, pero que aprendió la lección fiscal. Por otra parte, no hay ningún sector cuyo nivel de actividad haya caído en 2004. O sea que perdedores absolutos no ha habido. Lo que sí hay es un ranking de ganadores. Todo lo que es la industria que sustituye importaciones durante 2004 se ubicó primera en el ranking . En segundo lugar la construcción, en tercer lugar el agro, y en cuarto, el comercio y los hoteles.
Ese año va a ser recordado como el año en que convivieron la ortodoxia fiscal más recalcitrante de la historia, con el segundo crecimiento más alto de los últimos 50 años, de la mano de un Gobierno muy setentista.