Claves para mantener el crecimiento

El año que viene la Argentina puede repetir un crecimiento de más de 7% y si el presidente Néstor Kirchner lograra renovar el acuerdo con el FMI para 2005, la expansión económica podría continuar. De todas maneras, hay riesgos de corto plazo que acechan este pronóstico.

¿Por qué nos estamos recuperando? Primero, el contexto internacional en general es muy favorable. Si bien no podemos hacer mucho uso de la gran liquidez mundial y recuperación de los flujos de capitales a mercados emergentes por permanecer en “alegre” default de la deuda y en violación de contratos con empresas privatizadas, disfrutamos de los mejores términos del intercambio de los últimos 17 años como consecuencia de los problemas climáticos de EE.UU., la caída en la relación entre existencias y consumo mundial de cereales y la devaluación del dólar.

En segundo plano están los factores internos. Uno es la caída del PBI, que desde el tercer trimestre de 1998 al primero de 2002 acumuló una baja del 20%, nunca vista antes. La seguidilla de crisis en mercados emergentes desde el tequila, en 1994, nos enseña que luego de una fuerte caída del PBI viene un fuerte rebote. Después de haber declinado 20%, el PBI potencial (cualquiera que éste sea) quedó muy por encima del PBI efectivo, con lo cual no hay que hacer muchas maravillas para que la economía se recupere casi automáticamente. Y aquí conectamos con el segundo factor interno que explica la expansión presente: la política fiscal del primer semestre de 2002 junto con la política monetaria del segundo semestre evitaron una nueva hiperinflación y esto fue causa de la gran reversión en la salida de capitales de 2003. El mérito es de Eduardo Duhalde, Roberto Lavagna, Mario Blejer y Aldo Pignanelli.

Los mismos factores que impulsan la recuperación en 2003 explicarían también el crecimiento en 2004, ayudados probablemente en el plano doméstico por alguna recuperación del crédito. Así, después de caer 10,9% en 2002, la economía cerrará este año con un crecimiento superior al 7% y probablemente crezca otro tanto en 2004. De todas maneras, y aunque parezca contradictorio, esto no implica mantener el mismo ritmo de crecimiento “verdadero” que en 2003, sino uno menor, ya que sólo por arrastre estadístico tendremos más de 3% de expansión el año próximo. Aun suponiendo una tasa de crecimiento anual del 4,5% (la mitad del 9% esperado para este final de 2003), estaríamos alcanzando más de 7% de crecimiento del PBI en 2004, con el consumo privado en 9,5%, la inversión en 28%, la industria en 10%, la construcción en más de 15%, y creando alrededor de 500.000 puestos de trabajo.

Pero hay algunas cuestiones que pueden afectar negativamente este pronóstico y que deben ser seguidas muy de cerca. En el plano político, quizás el punto más importante sea la relación entre el PJ tradicional de Duhalde y el movimiento transversal de Kirchner. Aunque se preocupen por ocultarlo bien, es un secreto a voces que no se pueden ni ver. Por qué no mencionar también el coqueteo absurdo del Gobierno con diferentes grupos de protesta social violenta como los piqueteros, que terminan resultando un arma de doble filo difícil de desarmar por aquellos mismos que la validan, como el propio Presidente y su esposa.

En cuanto a la relación de la Argentina con el resto del mundo encontramos diferentes frentes potenciales de conflicto: la renegociación de la deuda en default, los juicios con las privatizadas y la relación con EE.UU. Este último punto se refleja en la participación de la Argentina en las negociaciones de liberalización de comercio (ALCA, OMC), fuerzas de paz (Irak, Afganistán) y ejercicios militares regionales, la lucha contra el terrorismo y la intención de formar un bloque latinoamericano de centro-izquierda integrado por Lagos en Chile, Lula en Brasil, Tabaré Vázquez en Uruguay, el nuevo presidente Mesa y el cocalero Evo Morales en Bolivia, Duarte Frutos en Paraguay, Chávez en Venezuela y hasta Fidel Castro en Cuba.

En lo que respecta a temas económicos, debemos estar atentos a la relación con los organismos internacionales, a la necesidad de reabrir el mercado de capitales local para 2005 cuando comiencen a hacerse sentir los vencimientos de Boden y préstamos garantizados, a la evolución del gasto público (ya cumplida la meta fiscal con el FMI, lamentablemente el gasto sube pari passu con la recaudación) y a los problemas de abastecimiento energético (para que no tengamos que racionar la energía como Brasil en 2001); y también recordar que la cantidad de circulante en términos del PBI es hoy récord en los últimos 30 años (no da margen para grandes payasadas que asusten a los tenedores de base monetaria).

En los últimos 60 años, la Argentina ha sufrido una tragedia económica. Sólo ha logrado crecer al 0,7% anual per cápita cuando países comparables como Chile, Australia, Nueva Zelanda e Irlanda lo han hecho al 2 y 3%. La causa de semejante frustración radica en la práctica de un capitalismo corporativo, no competitivo, corrupto y prebendario en lugar de un capitalismo competitivo, abierto al mundo y de una elite gobernante meritocrática.

Con periodicidad este “capitalismo trucho” gira a la izquierda (como ahora) o derecha (como en los 90) y se hace más o menos popular, según de qué lado sople el viento. En ambos casos, el objetivo es crecer sólo en base al mercado interno (después de todo, en el corto plazo es el consumo el que hace ganar elecciones y no las exportaciones o la inversión en exportables).

Este Gobierno no practica otra cosa que este capitalismo “trucho” cuando, por ejemplo, propone establecer por ley la manera de expropiar fábricas quebradas para dárselas a los trabajadores, que por ley no pueden ser despedidos sin doble indemnización y a quienes por decreto se les sube el salario, para que sigan trabajando, aunque sea a pérdida, con crédito blando de bancos públicos como el Bapro, que cada tanto transfieren el “muerto” al Estado para que el contribuyente sin poder de lobby los pague en impuestazos como el que Solá ha lanzado en la provincia de Buenos Aires. El mismo contribuyente a quien le suben la patente del auto, le revalúan la casa o el campo cada tanto, le retienen ingresos brutos directamente en el banco y lo intiman o prepotean dos o tres veces al año por impuestos supuestamente atrasados.

Es sólo un ejemplo del “corso” a contramano permanente que es la concepción que el Gobierno hace de la política económica. El año que cierra fue muy bueno desde el punto de vista económico y todo indica que el que viene también será un año positivo. Pero, como siempre en la vida, es importante no permitir que un árbol nos impida ver el bosque. Aun después de un buen 2004 estaríamos con el mismo PBI per cápita de hace 30 años. Lo que necesitamos es crecimiento sostenido. Y lo que estamos haciendo hoy no conduce a él por ser lo mismo que venimos haciendo en los últimos 60 años de decadencia.

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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