Crecen las dudas fiscales

Poco a poco, aparecen cada vez más complicaciones para la performance económica de corto plazo. La mejora de la situación fiscal que se ha verificado hasta ahora respecto del año pasado es difícil de sostener sin creative accounting el déficit externo apunta a casi 5% del PBI en un contexto internacional inestable y de términos del intercambio desfavorables para Argentina y la reforma del Ministerio de Trabajo no tiene nada que ver con lo acordado con el FMI.

Primero, la recaudación de impuestos de los primeros cuatro meses del año fue 2,4% superior al mismo período de 1997 cuando según el Presupuesto para 1998 la tendría que haber superado en 8,3%. Teniendo en cuenta la estacionalidad cuatrimestral que tiene la elasticidad-producto de la recaudación, debería haber crecido por lo menos al mismo ritmo que el PBI nominal (7,5%).

Esta situación pone una enorme presión sobre el resto del año para poder cumplir con la pauta presupuestaria: en los casi 8 meses que restan hasta fines de 1998, la recaudación debería más que cuadruplicar su tasa de crecimiento y pasar a aumentar 11,2% anual desde el 2,4% actual, lo cual no será nada fácil ya que en el mejor de los casos lo que se viene en materia de crecimiento es una suave desaceleración.

La pregunta obvia que surge cuando se analizan cifras
tan “pobres” de recaudación es ¿qué ha ocurrido para que se haya verificado una desaceleración tan grande respecto de un crecimiento esperado del orden del 7%?.
Una primera respuesta es que se hubiera producido un salto en la evasión de impuestos causada en parte por los anuncios de un nuevo apretón impositivo. Esta respuesta suena plausible, más aún teniendo en cuenta que las alícuotas formales de los impuestos tienen niveles absolutamente salvajes para poder financiar un gasto público sin intereses de la deuda que hoy es, en términos anuales, U$S 35.000 millones (120%) más alto que al inicio de la convertibilidad.

Otra respuesta alternativa es que exista, en el PBI nominal, una deflación que no es captada por los índices de precios, con lo cual, el crecimiento del PBI en dólares sería menor al 7,5% anual que se habría observado en el primer cuatrimestre.
Si así fuese, estaría surgiendo una situación similar a la que aconteció en los EE.UU hace un par de años cuando un informe de un “think tank” estimó que el error de sobrestimación de la verdadera inflación americana en el que incurrían los índices de precios estaba, en algunos años, en el 3%14% por no captar de manera adecuada las mejoras de calidad en los productos y los cambios hacia consumos más baratos que hacían las familias.

Hay un problema serio en la recaudación de impuestos y de seguir así, aún cumpliendo con la meta de resultado fiscal de los primeros 6 meses de U$S 1.800 millones, es claro que las recomendaciones que dejó el FMI se volverán con todo sobre el Gobierno: reducción a 5% de la baja de las cargas patronales y rápida sanción de la parte del paquete impositivo que el Ejecutivo ha enviado al Congreso que tiene que ver con la generalización del I.V.A. y el aumento de los impuestos internos y tampoco habría que descartar una suba en Combustibles.

Segundo, el resultado de la balanza comercial del primer trimestre del año es consistente con un déficit comercial para todo el año de U$S 8.000 millones, esto es, U$S 3.000 millones más que el desequilibrio acordado con el FMI y que nos lleva a un déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos de 5% del PBI contra 3,8% del PBI comprometido. En este sentido, es importante puntualizar que la tendencia que se observa en los últimos 4 años no es demasiado diferente de lo que le ocurría a Asia previo a su crisis: creciente déficit externo y pobre performance de las exportaciones.

En efecto, en Argentina el déficit en cuenta corriente se multiplicó por 5% el crecimiento anual de las exportaciones se dividió por casi 6 en el mejor de los casos. Esto es lo mismo que decir que la capacidad de repago de la deuda externa se está viendo resentida, al menos en el corto plazo.
Esta situación no es la más cómoda en un contexto donde el deterioro de nuestros términos del intercambio todavía no ha finalizado y donde no está claro que Asia haya finalizado con sus problemas dado que en Japón las situaciones de insolvencia de parte de su sistema financiero siguen intactas y en los países que han devaluado fuertemente sus monedas como Indonesia, el deterioro en las condiciones sociales se está traduciendo en revueltas populares.

Frente a esto, hay que marcar dos grandes diferencias respecto de Asia y que hacen al “collateral” que tiene nuestra economía. Una es que el “efecto Tequila” mostró que este país no devalúa y que todo el ajuste de la salida de capital se hace vía deflación en el sector privado dado que el fisco nunca baja el gasto y sí tiene que recaudar más que nunca por la fuerte caída del PBI nominal.

Esto para el inversor externos es importante dado que la devaluación es una pérdida de capital inmediata y la deflación una de largo plazo cuando a lo mejor ya no está invertido.
Queda el tema de la reforma laboral. Para que quede en claro la situación existente respecto de este punto, hay que decir que la intersección entre lo que el FMI desea y el proyecto del Ministerio de Trabajo, es casi vacía.

Mientras que el primero quiere dotar al mercado de trabajo de gran flexibilidad y descentralización, el Gobierno ha elaborado un proyecto a la medida de los sindicatos, o sea, a la inversa de lo que se necesita más allá de cualquier contexto pero más aún con una regla monetaria tan rígida como la convertibilidad y con gasto público absolutamente desbordado como el que hay hoy en la Argentina.

Nota Original: DIARIO PERFIL | 18/05/1998

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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