Gobierno y alianza pelean para ver quien gastará más

El tipo de debate económico que el Gobierno y la Alianza están llevando a cabo, parecería que tiene como objetivo básico, paradójicamente, maximizar la mediocridad de la performance económica de Argentina de los próximos 3 años.
Puesto en otros términos. Están discutiendo quién tiene, dentro de la convertibilidad, mejor reputación para gastar más, distorsionar más y generar menos reformas estructurales en el corto plazo.
Lo que debería estar discutiéndose es cómo perfeccionar lo realizado, avanzar mucho más allá de ello todavía y cambiar de raíz lo que está mal.

Estar discutiendo hoy, como lo proponen el Gobierno y la Alianza, quién es más creyente de la convertibilidad y si se respetará el equilibrio fiscal o no, es una antigüedad y extemporáneo. Constituye una antigüedad porque no tiene sentido devaluar en Argentina si con tipo de cambio fijo por ley los salarios de bolsillo hoy son 20% más bajos en términos reales que antes del efecto tequila.
Esta es una de las “maravillas” que causa el desempleo masivo fruto de las políticas económicas inconsistentes cuando hay shocks externos adversos en un contexto de tipo de cambio fijo: se devalúa sin devaluar.

El debate, hasta ahora, es también extemporáneo porque en Argentina, dentro de la convertibilidad, nunca hubo equilibrio fiscal sino u$s 10.000 millones de déficit en promedio anual contra los u$s 2.000 millones promedio anual que muestran las cifras oficiales. Por lo tanto y como muy “blandos”, hoy que el ciclo es expansivo, habría que pensar cómo salimos del déficit fiscal lo más rápidamente posible.

Respecto del gasto público, la propuesta del Gobierno, que en parte ya la estamos viendo en lo que va de 1997, es aumentarlo alrededor de un 14% respecto a los niveles de 1996. Lo increíble de esto es que, lo gastado por el Estado el año pasado, no era un monto que estaba “congelado” desde hace mucho tiempo, sino que fue 120% más alto que lo que se gastaba al momento de lanzarse la convertibilidad. Otra propuesta es privatizar el Banco Hipotecario Nacional para financiar más obra pública y finalmente se piensa en planes sociales respecto de los cuales no se sabe de dónde saldrá el financiamiento y que anunciados a dos meses de las elecciones y en una economía que experimentó la hiperinflación, constituye una verdadera tomada de “pelo” a la ciudadanía.

Respecto del mismo tema, la Alianza también propone aumentar el gasto público, al pensar en aumentar el subsidio a las exportaciones industriales para desarrollar un modelo industrial-exportador y sostiene además que, para gastar, primero deben estar los recursos. Suponiendo que los recursos son solamente los impuestos y no todo el financiamiento posible del gobierno (en convertibilidad, solamente se puede usar deuda pública remunerada y privatizaciones), gastar cuando hay impuestos, ha sido la moneda corriente dentro de la convertibilidad.
Esto trajo como consecuencia la inexistencia de ningún freno, desde la ortodoxia, que evite ciclos muy pronunciados de expansión-contracción de nuestra economía y así la volatilidad de nuestra tasa de crecimiento es enorme.

En cuanto a las mayores distorsiones, luego de que el Gobierno creara la secretaría de las PYMES y discute a dos meses de las elecciones impuestos especiales para mejorar la situación de los docentes, la Alianza ha salido a proponer la creación de todo tipo de Fondos con asignación específica para financiar distintos tipos de gastos desde el sector público.

– Alternativas

Respecto de la reforma estructural, ambos están jugando un “campeonato” a ver quién propone peores alternativas. El Gobierno, está “viviendo” de la anunciada (en noviembre de 1995) y nunca concretada, en serio, Reforma del Estado II. Desde hace ya más de dos años que no hace absolutamente nada por sostener el espectacular cambio concretado en sus primeros años.
En el corto plazo, sigue usufructuando la reputación ganada por haber soportado el efecto tequila sin devaluar nominalmente y recambiar a su ministro de economía a mediados de 1996 sin ninguna crisis financiera. La reforma laboral que ha enviado al Congreso no sirve para generar ni un solo puesto de trabajo adicional.

Si en la medición de octubre, la tasa de desempleo baja más todavía, no será por aquella sino por los otros factores que afectan al precio relativo trabajo-capital como los salarios nominales (siguen cayendo levemente), el riesgo país, etc.

La Alianza tampoco propone gran cosa al decir que si Yacyretá da ganancia no tiene que ser privatizada y que tampoco se privatizará el Banco Nación mientras el crédito a las PYME sea escaso. Aquí hay un error de concepto. La hiperinflación ha demostrado el colapso del estado-empresario, por lo tanto, la justificación de la existencia de un estado queda constreñida a la necesidad de proveer bienes que, si fueran ofrecidos privadamente y debido a la dificultad de que presenten características de exclusión, rivalidad en el consumo, apropiabilidad y divisibilidad, lo harían en un nivel subóptimo.

De ninguna manera éste es el caso de los dos ejemplos presentados pero, el más claro, es el del apoyo a las PYME vía la banca pública. Esta última, es una fuente inagotable de gasto público y, probablemente, de déficit fiscal que no aparece en ninguna información pública del Gobierno sobre la evolución de las cuentas públicas. Si existe decisión estratégica de apoyar a las PYME a través de subsidios por las preferencias políticas del gobierno de turno, este gasto debería estar incluido en los presupuestos anuales de la administración pública de la misma manera que se incorpora el gasto en jubilados y no habría necesidad de manejarlo extrapresupuestariamente.

Las cosas que deberían discutirse hoy son otras y más trascendentes. La necesidad o no de transferir potestades tributarias a las provincias y a los municipios y la consecuente necesidad o no de regionalizar el país. ¿De qué gasto público debe hacerse cargo el gobierno federal?. ¿Debe financiar la extrema pobreza sola, u otros gastos?. En materia educativa: el Estado, ¿debe prestar educación a todo nivel o sólo en algunos?. ¿Hay que hacer política económica anticíclica o no?.

Ámbito Financiero – Pág. 12 – 9 de Agosto de 1997

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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