El verdadero motivo del Fondo del Bicentenario es que el Gobierno se va quedando sin cajas porque los Kirchner gastan a una velocidad supersónica del 30% todos los años. Así, el que asuma en 2011 la presidencia, más que en el sillón de Rivadavia, se sentará en una silla eléctrica.
Los considerandos del decreto de necesidad y urgencia de Cristina Kirchner por el que se crea el Fondo del Bicentenario son tan desopilantes que los libretistas de los famosos Tres Chiflados llorarían de tristeza. Resulta que ahora, el caballito de batalla del BCRA de Martín Redrado, o sea, acumular reservas con deuda remunerada (política anticíclica), es antieconómico e ineficiente, igual que lo que dice uno de los enemigos públicos del gobierno, el FMI (Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo, cuando estuvo en Buenos Aires en las Jornadas Monetarias y Bancarias del BCRA de setiembre pasado). La necesidad tiene cara de hereje y además, "borocotizarse", en la Argentina, no tiene penalidad, salvo que la economía ande mal.
Así como a fines de 2008 Boudou decía que la eliminación que él proponía del sistema de capitalización y su reemplazo por reparto era para salvar a sus aportantes de los supuestos tics "vampirescos" de las AFJP, ahora sale a luchar contra el bajísimo rendimiento que Redrado le da a las reservas (¿pero no es que el BCRA le transferirá ganancias por doquier al Tesoro?) y entonces le saca u$s 6600 millones (adicionales a los u$s 10.000 millones de Néstor Kirchner en enero de 2006 para librarnos del FMI cancelando toda la deuda) para pagar el 75% de los vencimientos de deuda pública por u$s 8600 millones de 2010, bajar la probabilidad de confiscaciones y defaults y así promover el crecimiento sostenido. Amado Boudou ¿estará buscando que lo canonicen?
Pero al mismo tiempo que el decreto que crea el Fondo del Bicentenario dice que el Ejecutivo se quedará con u$s 6600 millones del BCRA por el bajo rendimiento de las reservas, a cambio de las que se lleva, el Gobierno le entrega al BCRA una letra intransferible del Tesoro con casi cero de rendimiento, idéntico "clavo" de bajo interés que las Reservas pero de alto riesgo de pago como la letra que ya se le había dado el Central en ocasión de cancelarle la deuda al FMI. Delirante e inconsistente.
En realidad, las cosas son bien diferentes. Después de todo, ¿por qué un gobierno que destruye al instituto de estadísticas del país (Indec) para mentir con lo que pasa con la economía de todos los argentinos sin ningún tipo de límite o pena por parte de la Justicia, va a decir la verdad de por qué el Banco Central de Argentina es, para los Kirchner, como el monedero de Cristina?
En principio, la atención del servicio de la deuda pública, tanto de intereses como de capital, es una responsabilidad del Gobierno. Por su parte y en general, la misión de los bancos centrales es preservar el valor de la moneda (inflación) y que no se le caigan los bancos. En la Argentina, después de la hiperinflación pero más aún después de confiscaciones salvajes sobre los ahorros privados como el Plan Bonex, el corralito y el corralón, se agregó la de que exista algún respaldo en dólares con reservas del Banco Central de los depósitos de la gente. Por lo tanto, el Gobierno no tiene que pedirle prestado ni pesos ni dólares al Banco Central; éste está para otra cosa y si no, es un mala señal.
Aporte. Cuando el gobierno K hizo algún nivel pobre de superávit fiscal entre 2003 y 2008 (ahora ya no lo tiene) nunca le aportó pesos al Banco Central para que éste acumulara reservas ¿El motivo? Los depositaba en el Banco Nación para que éste pudiera represtarlo y así estimular la demanda interna para crecer más de lo que los extraordinarios precios internacionales de nuestras commodities lo permitían. O sea, cuando pudo hacerlo, el Gobierno nunca aportó nada a la política anticíclica ni al sentido común (es elemental maximizar el ahorro en épocas de vacas gordas). Todo lo contrario, la poca que se hizo fue a instancias de Redrado endeudando con papeles remunerados al Banco Central. Sin embargo, el Tesoro le vive sacando reservas para pagar sus cuentas (adelantos transitorios, pago al FMI, decreto del Fondo del Bicentenario) con lo cual, le genera un deterioro patrimonial, sube el dólar de conversión y le quita respaldo en moneda dura a los vejados depositantes argentinos de plazos fijos y argendólares.
Que ocurra y haya ocurrido lo del párrafo anterior es grave. Pero mucho más cuando un gobierno necesita de su Banco Central a pesar de haber pulverizado la deuda pública con la pesificación de 2002, la salvaje reestructuración de 2005 de Lavagna y la mentira de la inflación desde 2007 cuando Kirchner a través de su soldado Moreno tomó el Indec. Y es peor todavía porque hoy el Estado cuenta con 311.000 millones más de recaudación que hace 7 años para totalizar un récord bicentenario de casi $400.000 millones de ingresos públicos (que serán como mínimo de $450.000 millones a fines de 2010).
En última instancia, la mala noticia de fondo y para el mediano plazo es que con tal seguir cebando la bomba del gasto público, el clientelismo, el amiguismo y la corrupción, los Kirchner "ochentizaron" la Carta Orgánica del Banco Central, se llevaron los ahorros de la gente en el sistema de capitalización de las ex AFJP y ahora, de la mano de la entelequia K de las "Reservas de Libre Disponibilidad", están empezando a "cargar" con el respaldo en dólares de los depósitos privados en los bancos. Si no moderan un poco el crecimiento del gasto público (que ya es récord histórico y exprime a impuestos a los que están en blanco), la herencia que recibirá el próximo gobierno asustará al más pintado de los opositores.
Pero en el corto plazo, tiempo que en general a una sociedad exitista como la nuestra por sus falencias culturales es lo único que le importa, la jugada les puede salir bien a los Kirchner. Ellos saben que los depositantes que pierden el respaldo en dólares de sus depósitos son menos sofisticados para procesar información que los bonistas y es probable que éstos, al ver que sus acreencias corren poco riesgo de default, apuesten algunas fichas más a la Argentina y así podamos crecer un poco más todavía en 2010. Por más que la imagen negativa del matrimonio presidencial hoy sea tan alta que da la sensación que no tienen chances en 2011, no deberían quedar dudas que van a pelear para ganar las elecciones presidenciales.
Para ello, acelerar el crecimiento de la economía es clave y al mismo tiempo como no les importan los medios, cualquier cosa es y será posible en el feudo argentino de los K.