Regreso a los 90: el problema de nuevo es el gasto público

Lo ocurrido con nuestro Banco Central desde 2003 no es demasiado diferente de lo de su símil brasileño, que decidió ponerse detrás de un único objetivo: bajar drásticamente la tasa de inflación. No importaba la apreciación real necesaria. La inflación tenía que ser internacional, pasara lo que pasara. Lograron el objetivo, pero como el fisco brasileño acompañó relativamente poco, hasta el productivísimo campo gaúcho hoy se queja del atraso cambiario. Claramente falló la coordinación entre el Tesoro y el Banco Central del vecino país.

En la Argentina posatraso cambiario de la convertibilidad, al BCRA se le asignó la única y exclusiva tarea de mantener un tipo de cambio nominal casi fijo con esterilización de parte de la capacidad prestable que los bancos lograban por el parate en la salida de capitales primero, el shock favorable de términos del intercambio después y, finalmente, por la ligera entrada de capitales que comienza a haber ahora.

Desde que en 2003 comenzó la recuperación económica y la etapa de superávits fiscales (que ya está llegando a su fin por más que el gobierno haga lo mismo con las cifras fiscales que con el INDEK), la Nación acumuló, hasta 2006, u$s 23.100 millones de superávit primario. Pagó intereses de la deuda pública por u$s 11.500 millones, o sea que logró un superávit global de u$s 11.600 millones. ¿Qué hizo con él?

Canceló (excluyendo el pago al Fondo de enero de 2006 que se hizo con reservas del BCRA) deuda neta con el FMI, el BID y el BIRF por u$s 8.300 millones y en títulos públicos, por u$s 4.700 millones. Total del «desendeudamiento»: u$s 13.000 millones.

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Pero si esta última cifra supera al superávit fiscal después del pago de intereses, ¿de dónde sale esa famosa historia de los dólares que Economía puso, pone o debería poner para «ayudar» a que el BCRA acumule reservas sin emitir ni endeudarse tanto? Nunca el Tesoro puso una moneda para acumular reservas. Todas las reservas las compró el BCRA con los instrumentos que pudo: billetes, encajes y deuda cuasi fiscal.


Deuda

Tampoco el Tesoro ha hecho una política fiscal muy contracíclica. Sólo canceló deuda con organismos internacionales por u$s 8.300 millones. Es más, sin dibujos, el superávit fiscal está en vías de extinción a pesar de los $ 180.000 millones adicionales que se recaudan hoy respecto de 2002. En lo que va de 2007, la cancelación de deuda con el BID y el BIRF fue de sólo u$s 800 millones (el stock todavía es de u$s 14.500 millones), ya hubo endeudamiento neto en títulos por u$s 900 millones (sólo lo que se llamó en su momento «deuda performing», que hoy está venciendo, es de u$s 68.000 millones) y el aumento anualizado de la deuda pública después del canje de marzo de 2005 está en los u$s 6.800 millones (por el CER y el dólar débil en el mundo), no demasiado lejos de los u$s 7.700 millones anuales que crecía por los déficits fiscales de la convertibilidad que nos llevaron al default a fines de 2001.

En este contexto de serios problemas fiscales (aunque todavía no se noten), con términos del intercambio volando, objetivo de tipo de cambio más o menos fijo, economía en pleno boom de consumo y con la Casa Rosada tratando de que los bancos ganen plata (capitalismo corporativo), la única manera de evitar que la inflación verdadera supere el extravagante 17%/20% anual de hoy es que el BCRA coloque más y más deuda remunerada. Por este motivo, durante el período 2003-2006, las Lebac, Nobac y los pases pasivos netos (de los activos y de los redescuentos) han representado 55% de la acumulación de reservas y hoy ya han explotado hasta el 85%. Es mejor tener las reservas contra deuda cuasi fiscal a no tenerlas, como en la convertibilidad.

Es un verdadero disparate que con el tsunami de dólares que entra al país por los precios récords que día a día marcan en Chicago la soja, el maíz, el trigo y el petróleo, y por el extraordinario crecimiento económico mundial (también ya están entrando dólares por la cuenta capital vía endeudamiento de las empresas), el gobierno haya dejado sólo al BCRA para hacer política contracíclica por culpa de un Tesoro que tuvo la chance de tener más de 7% del PBI de superávit fiscal (Chile con un shock de términos del intercambio similar al nuestro tiene 8%) y hoy va a equilibrio fiscal en el mejor de los casos (sin dibujos, obvio) por haber aumentado el gasto público $ 170.000 millones desde 2002.

Ha habido una absoluta falta de coordinación entre la política fiscal y la monetaria. El gran problema, como en los maldecidos noventa, vuelve a ser fiscal.

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José Luis Espert

Doctor en Economía

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