Algunos piden que el Gobierno baje el gasto; otros, que haya una meta de crecimiento más ambiciosa
·Espert cuestionó la suba de las erogaciones públicas
.Llach dijo que la clave es expandirse a mayor velocidad
·Ferrer consideró que el ahorro debe estar atado al producto bruto
Uno de los principales motivos de disenso en la actual negociación del gobierno de Néstor Kirchner y el Fondo Monetario Internacional (FMI) radica en si el Estado deberá ampliar su ahorro en 2005 y 2006. Muchos temas se discuten, desde la reestructuración de la deuda externa -a la que se destinarán los ingresos excedentes- hasta los contratos de servicios públicos y el saneamiento de la banca, pero el centro del debate está en el nivel de superávit fiscal primario (antes del pago de deudas).
El equipo del ministro de Economía, Roberto Lavagna, está logrando convencer a los técnicos del FMI de que el ahorro fiscal del año próximo no supere el 3% del producto bruto interno (PBI). Kirchner afirma que un nivel mayor ahogaría el crecimiento.
El organismo multilateral insiste en que el superávit vaya creciendo en 2005 y 2006, los otros dos años de vigencia del acuerdo en negociación. La incógnita consiste en cómo lograrlo y la respuesta a este problema difiere según los economistas consultados por LA NACION.
Están quienes pretenden una reducción del gasto público primario, como es el caso del consultor José Luis Espert. "Si el Gobierno no hubiera aumentado las erogaciones entre el año pasado y éste, el superávit fiscal primario sería del 5% del PBI, en lugar del 2,5% logrado", comentó.
Espert tacha de falso el argumento del Gobierno de que un mayor ahorro detendría la reactivación. "Todo lo que se ahorra se gasta", se quejó. Criticó que el gasto público primario haya subido al 23% del PBI, cerca del promedio del 23,5% de la década pasada: "No hemos aprendido nada, aunque es verdad que la devaluación corrigió los precios relativos y el gasto se hizo más sostenible. ¿Cómo subir el superávit? Con que dejen las políticas irresponsables, como los planes para hacer escuelas o los subsidios a la vejez, lo harán."
Otros economistas de distintas tendencias responden que se necesita más crecimiento de la economía. "La clave está en crecer rápido", opinó Juan José Llach, viceministro de Economía del gobierno de Carlos Menem. En contraposición con las estimaciones de Lavagna, que prevé crecer a un ritmo del 4% en los próximos años, Llach propuso un objetivo del 6% porque así se podría cumplir con las obligaciones de una deuda reestructurada con quitas. "Hay que revisar las políticas para mantener el nivel de crecimiento de este año cercano al 6%", recomendó Llach. Para ello, según el economista del IAE, debe recrearse la confianza de los inversores y los consumidores y usar instrumentos de política económica.
Llach insistió en una reforma impositiva que elimine los impuestos distorsivos (al cheque o a las exportaciones) y elogió el combate a la evasión. En cambio, Espert consideró que de medidas de este tipo logran con el tiempo un ahorro fiscal de sólo el 0,5% del PBI. "Deben darse señales claras, aclarar el horizonte, para que se aprovechen tantas oportunidades de negocios que hay", agregó Llach. Los economistas más heterodoxos Eduardo Curia y Aldo Ferrer coincidieron con Llach en que un aumento del superávit requiere de la expansión del PBI.
Curia, a quien suelen consultar Kirchner y su ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, aclaró que un ahorro fiscal superior al 2,5% lo inquietaría, pero uno superior al 3,5% generaría una situación tan compleja que lo pondría sumamente nervioso. "Si la Argentina tuviese que aumentar el superávit, no habría que hacer reformas tributarias grandilocuentes porque no se puede eliminar un impuesto de un plumazo. Es necesaria la lucha contra la evasión y ser lo más cuidadosos posible con el gasto nacional y provincial. Tampoco se puede volver a cometer el error del actual acuerdo con el FMI, que estableció una política monetaria restrictiva, causante básica de la desaceleración de la reactivación", concluyó Curia.
Ferrer, profesor titular de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y miembro del grupo Fénix, sugirió que el superávit se fije en relación con el crecimiento del PBI. "Si la economía crece al 6%, se puede ahorrar la mitad, un 3% del PBI, y dejar el resto para estimular el crecimiento", consideró Ferrer. "Se debería fijar un límite al Fondo y, si no lo acepta, ir al default con ellos", agregó.
El titular de la Fundación Capital, Carlos Pérez, vaticinó que el superávit fiscal primario de este año será de 2,8%. "Si en los próximos tres años la economía crece al 4% y la inflación al 10%, como predice el Gobierno, si la recaudación sigue subiendo ajustada por el crecimiento y la inflación, y el gasto público sólo al ritmo de la inflación, el año próximo habría un superávit del 3,5%; en 2005, del 4,1%; en 2006, del 4,8%; no es tan difícil."